Blanquear la pedofilia

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Por Belén Moreno

El pasado día 19 de mayo, salía a la venta el disco The Sex del artista neoyorkino, The Dare. En declaraciones a los medios ante la publicación de sus canciones por el sello Republic Records, el cantante dijo que: “Solo quería escribir algo divertido y verdadero sobre mi relación con el sexo”. Y para ilustrar toda esa diversión, tanto al compositor como a la discográfica no se les ocurrió nada más jocoso que vender una carátula donde dos niñas se encuentran en posiciones sexuales con dos hombres. Cuando digo niñas estoy hablando de niñas, menores, sin desarrollar. No voy a poneros la imagen de ese disco porque me parece dar una validez innecesaria a una monstruosidad. Eso sí, tuvieron la deferencia de vestir a todos los que participan en la imagen. 

La primera pregunta que me hago es por qué los padres y madres de esas niñas no pusieron el grito en el cielo cuando tuvieron la suerte de ver la imagen. Porque son menores y no se puede publicar nada de niños sin el consentimiento paterno, aunque sus rostros no se puedan apreciar en la fotografía. ¿Qué tipo de padre o madre no se escandaliza al ver a su hija sentada a horcajadas sobre las caderas de un hombre por mucho vaquero que se haya puesto?

La segunda es cómo es posible que alguien estime que hacer “arte” con la pedofilia sea divertido. Supongo que no preguntaron a los cientos de miles de niños y niñas que, a lo largo y ancho de este vasto mundo, han sido abusados sexualmente por adultos (por no decir hombres). 

El artista, que según el periódico Daily Mail trabajó como profesor sustituto en un centro de Nueva York hasta diciembre del año pasado, ha hecho caso omiso de las miles de críticas recibidas incluso por parte de sus propios seguidores, acusándole de blanqueamiento de pedofilia. Todo muy lúdico como se puede comprobar. 

La historia de la música está llena de “incomodidades”. Portadas de discos que han sido siempre el escenario para que miles de grupos y solistas, dieran rienda suelta a sus pretensiones o parafilias sexuales. Muchas de ellas fueron prohibidas o censuradas porque llevaban la irreverencia a límites no permitidos en sus diferentes épocas. En 1981, el grupo Bow Wow Wow recreó en la carátula de su disco See Jungle! el cuadro de Manet, El Almuerzo sobre la hierba. Si ya era significativo que en el cuadro la mujer fuese la única que aparecía desnuda, en la portada del disco, la que estaba desnuda era una menor de 15 años. Es decir, el uso de menores sexualizadas viene de antaño.

Es comúnmente sabido que a lo largo de la historia miles y miles de hombres han abusado sexualmente de los niños y niñas que tenían a su alcance. Horrible y completamente desproporcionado son los casos de los sacerdotes católicos en aquellos países donde su presencia era habitual y en donde gestionaban los sistemas educativos o los correccionales. Utilizando su posición de poder sobre los menores, destruyeron sus vidas mientras la institución encubría las tremendas prácticas y los paseaban por el mundo expandiendo la perversión. Pero no solo los curas son culpables de un delito de tal magnitud. El movimiento MAP (Minor- attracted persons) o MOP (Movimiento de Orgullo Pedófilo) promueven y alientan a la sociedad para la permisividad de la atracción sexual hacia los niños. Buscan la legalización de la práctica y que la pedofilia salga de la lista de problemas mentales tanto de la OMS como de la Asociación Americana de Psicología. Pretenden que se admita que es una orientación sexual más, amparándose en la lucha LGB. Tienen su bandera (colores rosa, azul, blanco y amarillo cuyos significados son; rosa para niñas, azul para niños, blanco para indicar que no es su orientación sexual no es impura y amarillo para declarar que los menores están en crecimiento), sus consignas y usan las RRSS para expandirse. 

La principal aspiración es que en todos los estados se disminuya la edad de consentimiento sexual o que incluso desaparezca y de esta forma despenalizar el abuso sexual, ya que juegan con la ilusa idea de que un niño o una niña pueda desear las relaciones sexuales con adultos.  Han creado toda una terminología para que la pedofilia pierda su carácter delictivo. Hablamos de hombres que se denominan a sí mismos como girlover, boylover o childlover. Ni contemplan ni se espera que hagan, los daños físicos y psicológicos que los menores puedan sufrir. En los años 70 del pasado siglo llegaron a tener mucho peso en Europa (sobre todo en Países Bajos) llegando a formar un partido político que defendía su posicionamiento. 

Que niñas y niños sean utilizados para la prostitución es algo, por terrible que parezca, más habitual de lo que nos imaginamos. En algunos países se estima que el 95% de los hombres que acuden a la prostitución, buscan menores de 15 años. Falsas creencias y tradiciones justifican abusar de una menor virgen para aumentar la virilidad o para evitar el contagio del sida. La pobreza, la horfandad o la trata con fines sexuales, abocan a miles de niños y niñas a ser destruidos física y emocionalmente por una práctica que debería haber sido exterminada. Niñas novias casadas con hombres que las triplican la edad o que son vendidas para pagar las deudas de sus padres, es el pan nuestro de cada día. Chicas de 13 o 14 años que tras varios abusos son madres de los que deberían ser sus hermanos. Ese es el horror de mundo que tenemos. 

Todo lo que podamos decir sobre la monstruosidad que estos movimientos pueden suponer en una sociedad justa será poco. Justificar, admitir o aceptar que los adultos puedan tener relaciones sexuales consentidas con un menor es MENTIRA. Los niños y las niñas no tienen inclinación sexual y cualquier acercamiento hacia ellos debe ser duramente perseguido. Nuestros menores han de ser siempre y en cualquier circunstancia, protegidos. Todas nos escandalizamos cuando la ministra de Igualdad, en unas declaraciones hablando del consentimiento (en los menores es un término altamente viciado y manipulable por el grado de madurez emocional del niño) decir que los menores deben conocer su cuerpo, las relaciones sexuales y saber qué pueden amar a alguien con libertad. Estoy segura que ella, madre de tres hijos, no quiso nunca dar a entender nada parecido a la pedofilia, pero sus palabras fueron muy poco acertadas y se explicó tan mal que se interpretó como algo que no queremos ni admitir. 

Nuestro código penal, a través de la ley orgánica 1/2015 del 30 de marzo, elevó el consentimiento sexual a los 16 años. Sin embargo, en el artículo 183 bis de ese mismo código, se recoge una excepción que evita el hecho punible. Esta norma dice: “Salvo en los casos en que concurra alguna de las circunstancias previstas en el apartado segundo del artículo 178, el libre consentimiento del menor de 16 años excluirá la responsabilidad penal por los delitos previstos en este capítulo cuando el autor sea una persona próxima al menor en edad y grado de desarrollo o madurez física y psicológica”. Este artículo viene a decir que, si una/un menor de 16 mantiene relaciones sexuales con un chico/hombre al que el juez, la sala o quién sea el encargado de hacerlo, le iguala en madurez física o psicológica, deja de ser delito. ¿Os acordáis de la violación de Aranda de Duero a manos de los futbolistas? Pues ahí tenéis la respuesta de por qué uno de ellos fue exculpado. Tenía 19 años y el tribunal estimó que la cría de 15 y él eran básicamente iguales. 

Vivimos en la edad del blanqueamiento. Se blanquea la prostitución denominándola trabajo sexual. Se blanquean los vientres de alquiler usando el término gestación subrogada o gestación por sustitución e introduciendo el altruismo, se blanquea la misoginia utilizando la “identidad de género” como excusa para la inclusión de señores en los espacios de mujeres y la usurpación del espacio público que nos corresponde y así demostrar que solo estamos aquí para ser utilizadas enteras o por trozos. Blanquean la pedofilia y por extensión la pederastia, mostrando con normalidad actos sexuales con niños, abriendo la mano a las “inclinaciones sexuales” de críos que deberían estar dándole patadas a un balón en un parque cualquiera o apreciando como valor artístico, lúdico o natural que las niñas se inclinen sobre un altavoz de música y que un señor se ponga detrás de ella tomando sus caderas con las manos, en una clarísima posición sexo con penetración. 

Sánchez Dragó o García Márquez reconocieron sus inclinaciones por tocar “pechitos” de crías de 13 años. Bikinis de niñas con relleno, pantalones cortos que llegan al borde de la nalga, tops más propios de modelos de treinta años que de niñas de 12. Biden hablando al oído a las niñas o rozando con sus sucias manos de viejo verde sus inocentes cuerpos. Todo en nuestra sociedad lava con sosa las actividades pedófilas para hacerlas que brillen con el sol. 

Si la T del grupo LGTBI esconde mucho dinero, esto no se queda atrás. Pero los NIÑOS NO SE TOCAN. Dejad a nuestros hijos en paz. La pedofilia es el paso previo a la pederastia y nunca, nunca jamás deberá ser legalizada. Pero eso, como el resto de cosas que afectan a mujeres y niños, no se toma tan en serio como debería. No somos importantes. El dolor de un abuso penetra en la mente de un menor y lo arrastra de por vida. Sin embargo, lo importante es cómo se sienta el abusador. La víctima, literalmente, que se joda. 

@belentejuelas

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