Cristina Serrano, Secretaria de Organización del Partido Feminista de España.
Lidia Falcón siempre nos dice que no vayamos solas a las manifestaciones. Cualquier feminista que esté leyendo estas líneas sabrá muy bien que en los últimos años los activistas pro-prostitución y los transactivistas nos han agredido en las manifestaciones que hemos convocado nosotras.
Suelo hacer mucho caso de lo que dice Lidia, porque ha demostrado infinitas veces que tiene razón y ha anticipado (no por bruja, sino por analista marxista) la distopía que estamos viviendo en este principio de siglo. Sin embargo, no me pareció mala idea cuando Daniel Sauce, un compañero del partido me propuso separarnos para repartir folletos en la manifestación del 14 de abril, por la III República. No se nos ocurrió que pudiera aparecer un monárquico (que sería lo antagónico en este caso) a violentarnos, así que él se fue por un lado de la manifestación y yo por el otro.
A pesar de que la manifestación era muy pequeña, esto habría que analizarse en otro artículo, el ambiente era bueno y nada presagiaba el susto que me llevé a los pocos minutos. La gente aceptaba de buena gana el folleto electoral que repartía. En él, estaba la imagen de Lidia Falcón, que se presenta de cabeza de lista en las elecciones del 28 de mayo, y una preciosa banda con los colores de la bandera republicana. Pero allí estaba él, el causante de mi “susto y disgusto”, un hombre muy alto, como de unos dos metros, con una camiseta amarilla, y primero sonriente. Por eso me acerqué sonriendo a mí vez, le saludé y le di el folleto. Muchas conocemos ese cambio de expresión radical que algunos hombres sufren cuando se llenan de ira contra una mujer, y eso es lo que pasó. Su sonrisa se transformó en odio y empezó a gritarme gesticulando que le estaba maltratando y que me fuera de ahí, que yo no tenía derecho a estar en la manifestación. En seguida comprendí que no se trataba de un monárquico sino de una persona “trans”. A pesar de estar nerviosa decidí en un primer momento no moverme del lugar, apelando a mis derechos de ciudadana y le respondí que la calle no era suya, pero por el rabillo del ojo vi cómo se acercaban sus amigos con los brazos cruzados y me rodearon y pensé que él ya era suficientemente grande y agresivo como para poder protegerme también de sus acompañantes. Así que en ese momento él ganó y yo tuve que salirme de la manifestación. Llamé a mi compañero y vino a buscarme.
Resulta que Daniel también se lo había encontrado y también se le puso agresivo, pero insultando a Lidia, no a él. Es curioso cómo saben distinguir entre hombre y mujer y con quién se atreven, porque yo es que no llego al metro sesenta y tres y claro, soy mujer.
Desde pequeñas aprendemos a evaluar los riesgos según el lenguaje corporal de los hombres que tenemos delante, por eso a veces cambiamos de acera o nos alejamos. Pero en estos últimos años se nos ha añadido un nuevo peligro y el sistema y este Gobierno nos obliga a aprender a interpretar nuevas amenazas.
Así que, queridas camaradas feministas, no vayáis solas a las manifestaciones. A ninguna. Ni manifestaciones feministas, ni republicanas, ni por la Sanidad, ni por la Educación, ni en contra de la OTAN, porque te los puedes encontrar en todas partes mimetizados entre el resto de hombres. Tenemos claro que ya no podemos buscar refugio en los baños de mujeres ni en los vestuarios femeninos, y el encontronazo se puede manifestar en el lugar menos pensado.
Aún así, no nos van a parar por muchos sustos que nos den, y este 28 de mayo el Partido Feminista de España nos presentamos a las elecciones municipales y autonómicas de Madrid a fin de que el feminismo se halle presente en las instituciones que nos gobiernan. Vamos a dar la batalla, y si tú estás en las mismas únete y apóyanos. Busca nuestra web partidofeminista.es y contacta con nosotras.