Tanto EEUU como el régimen de Kiev han mostrado serias dudas de que la contraofensiva que tenían preparada para esta primavera pueda alcanzar los objetivos deseados. A nivel interno, el gobierno de Biden teme que un fracaso en la «contraofensiva de primavera» podría abrirle demasiados frentes.
Por un lado, se enfrentaría a quienes defendían una participación mayor en el conflicto con envío de más armamento ofensivo. Zelenski, por su parte, defiende que no puede iniciar la contraofensiva porque no tiene el apoyo (dinero y armas) suficiente por parte de sus «aliados».
Richard Hass, Presidente del Consejo de Relaciones Exteriores y miembro del Partido Republicano, ha asegurado «si Ucrania no puede ganar en el campo de batalla, inevitablemente surge la pregunta de si es la hora de negociar un cese de la lucha. Además, añadió un mensaje nada esperanzador, pero premonitorio «Es costoso, nos estamos quedando sin municiones y tenemos que prepararnos para otras contingencias en todo el mundo».
También el temor a que se resienta el apoyo europeo por los costes económicos y energéticos que están asumiendo los países del viejo continente. Así lo señalaba Clementine Starling, directora y miembro del grupo de expertos Atlantic Council «Una fractura del apoyo transatlántico probablemente dañará el apoyo interno de EEUU. El Congreso y la administración de Biden pueden tener dificultades para mantenerlo».
Los funcionarios estadounidenses ya han advertido a Zelenski sobre «extender demasiado sus ambiciones».
