Historias de una musa

Querida Carolina, desde que terminé el diálogo filosófico «Crónicas claudinas», me he dedicado a escribir teatro. Para ello, he salido a la calle con el afán de detener la mirada incluso en los más nimios detalles, asegurándome de poder recabar toda información que posteriormente, me pueda ayudar a confeccionar historias con inicio, nudo y desenlace atrayentes.

Para mi asombro, o tal vez, no tal asombro, advertí que demasiadas personas, tanto de mi entorno como de la ultramar social, llevan vidas terriblemente anodinas, desesperadamente grises, desconsoladoramente tétricas y desapasionadas. ¿Será esto mismo un indicio de decadencia civilizatoria?, ¿significará el fin del hombre tal y como lo conocíamos?. Hoy por hoy, esto es un gran misterio, un arranque de insondabilidad, cuerpos y formas a lo Leonora Carrington, cronopios y sombras a lo Cortázar.

Querida Carolina, cuando en su día te pedí que fueras mi musa, mi guardiana celeste, mi madrina de guerra y poética, tu me preguntaste que conllevaba y suponía para ti, ¿lo recuerdas?. Yo te contesté que lo único que supondría sería una porción de locura multiplicada por una porción de amistad transoceánica.
No sabes cuanto anhelo tu presencia mediática, tu lívida faz latinoamericana, ese dolor de alma que contenéis los colombianos. Porque cada uno de vosotros contiene un Macondo particular, único, intransferible, de cero plasticidad.
Querida Carolina, de apellido Figueroa, ¿y si fueras una ideación más propia del realismo mágico?.
Cuanto echo en falta tu presencia, tu conversación, que nunca vuelvas a ser una simple alucinación hipnagógica, que regreses, que no permitas que yo me convierta en un coronel al que nadie escriba.
Sé real, adviértete real, vuelve en sí, arrebátate a ti misma.

Conviértete en mi Dominus vobiscum, mi fiel defensora ante el enigma iniquitatis.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.