Crónicas claudinas. Un diálogo platónico sobre la vida y la muerte

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En el día de ayer, nuestro compañero en la redacción de «El Común», José Miguel Gándara Carretero, y en el marco de la Feria del Libro Antiguo y de Ocasión de Valladolid, ha tenido la oportunidad de conversar con el público asistente sobre su tercer libro titulado, «Crónicas claudinas».

El autor se describe así mismo como una persona surgida de las mismas entrañas de la clase obrera, amante de las bohemias literarias y sociales y muy alejado de los academicismos y de las escuelas de cualquier signo. Su formación literaria ha sido casi completamente autodidacta, a través de la acumulación de lecturas, de los acontecimientos experienciales y de la mera observación al más puro estilo galdosiano.

A Gándara Carretero, – por otra parte, gran admirador de literatos como Benito Pérez Galdós, Antonio Buero Vallejo o Luis Cernuda-, le atraen sobremanera los personajes abandonados, angustiados, perseguidos y excluidos, de los que, según él, se puede extraer la esencia misma de la existencia, su misterio, sus ignotas acechanzas y sus muertes reiteradas. Tanto en su poesía, como en este pequeño diálogo platónico que acaba de presentar, los tipos humanos y los temas se suelen entrelazar hasta el infinito, en un intento de indagar entre los íntimos vericuetos del alma humana.

Esta es, precisamente, la cualidad más destacada de su último libro, «Crónicas claudinas», en el que el autor, en forma de diálogo con una presencia del pasado, nos presenta en bandeja las grandes cuestiones de la humanidad, el amor, la vida, la muerte, las creencias religiosas, el mitraísmo, los diferentes cesarismos, la soledad, la angustia ante el dolor, la desesperanza, los vínculos familiares, el cristianismo, el estoicismo….. todo ello sazonado con elementos de justicia poética y rabia cósmica.

Dos hombres, frente a frente, el pasado y el futuro, un diálogo universal, eterno, clandestino, íntimo y repleto de interrogantes arrojados a una modernidad con una más que aparente falta de rumbo, con exageradas ansias de sentido.

Tanto Claudio como un indeterminado hombre del futuro, consiguen entrar en una dialéctica poseedora de un profundo sentido, co-creadora con los dioses.

«Crónicas claudinas» es también un homenaje al gran escritor británico Robert Graves, el mismo que soñó con los dioses griegos, el que se sumergiera en el Egeo temerariamente al sentirse perturbado por la arquetípica belleza de las diosas griegas.

Fue el propio Robert Graves el que dijo: Toda forma de arte es una tentativa para racionalizar un conflicto de emociones en el espíritu del artista.

Tal vez hallemos ahí el secreto de «Crónicas claudinas», en su tentativa de resolver el inmortal conflicto de la condición humana a través de la palabra, de un diálogo entre dos hombres aparentemente antagónicos, pero con idéntica angustia.

Al principio existía el logos, y el logos estaba junto a Dios, y el logos era Dios. ¿Es acaso la palabra la respuesta a un mundo que se está degradando a pasos agigantados, la solución a un hombre y una mujer deconstruidos, deshechos, perturbados y aniquilados hasta en su más íntima esencia?.

Es posible que vivamos bajo un sutil totalitarismo, que el autor, Gándara Carretero, intuye de forma inconsciente, pero en absoluto pretende ser un nuevo Orwell, si acaso, la avanzadilla de un renovado pensamiento, una perspectiva diferente de la existencia en contínua comunión con un pasado, que siempre nos puede revelar claves que para nosotros resulten desconocidas.

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