La creciente presencia militar de la OTAN en América Latina y el Caribe (II)

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Sergio Rodríguez Gelfenstein.

(Viene de la entrada anterior).

Colombia.

Como “socio global” de la OTAN, Colombia goza de atención privilegiada por parte de la alianza guerrerista. Como expresión de ello, en tiempos recientes, Estados Unidos está haciendo grandes esfuerzos para instalar una base naval en la Isla Gorgona en el Pacífico colombiano que no se detienen a pesar del gran rechazo de científicos y de organizaciones civiles de la región que se proponen salvaguardar un conjunto de derechos que serían vulnerados. Estas organizaciones consideran que la instancia estadounidense que financia las obras de la base (Oficina Internacional de Asuntos Antinarcóticos y Procuración de Justicia de Estados Unidos) genera una pérdida de soberanía toda vez que pondría a la isla bajo el poder de otro Estado.

De acuerdo con el Departamento de Estado, la administración Biden contempla además la compra de motores de barcos por un monto de 2,6 millones de dólares para mejorar la capacidad operativa de la Guardia costera en la isla.

Piedad Córdoba, senadora por el gobernante Pacto Histórico, se pronunció a principios de diciembre en contra de toda injerencia de Estados Unidos en Colombia a través de la instalación de bases militares o a través del despliegue de sus fuerzas armadas, y le ha solicitado al presidente Petro que cancele la obra. Córdoba ha manifestado que resultaría extraño que Estados Unidos le preste tanta atención a una obra como esta, si no se comprende que para Estados Unidos la región de la Cuenca del Pacífico tiene carácter estratégico lo cual se “expresa a través del despliegue de la Cuarta Flota y el Comando Sur con la instalación de bases militares, entre ellas, la de la Isla Gorgona”.

sí mismo, la senadora opinó que la concreción de las obras en Gorgona que en los hechos significaría la instalación de la novena base militar de Estados Unidos en Colombia, podría provocar daños similares a los ocurridos en Filipinas, Panamá y Puerto Rico, donde Washington ha conseguido instalar bases militares.

También en Colombia, a principios del mes de diciembre el presidente invitó a las fuerzas armadas de Estados Unidos y la OTAN a la Amazonia para cooperar en la salvaguarda del territorio y combatir el narcotráfico. Se adujo que la maquinaria, equipos y personal que se introduzcan para realizar los trabajos, podrían ser reutilizados como “policía para proteger” el medio ambiente cambiando la lógica tradicional de lucha contra las drogas. Para ello, propuso la utilización de helicópteros Black Hawk estadounidenses para apagar incendios argumentando que tal acción simbolizaría un “cambio completo de lo que siempre ha sido la ayuda militar de Estados Unidos”.

En este marco, ya en el gobierno de Gustavo Petro, a finales de agosto del año pasado, las fuerzas armadas de Estados Unidos y Colombia realizaron ejercicios conjuntos en el marco de la OTAN. En ese contexto, Petro recibió a la generala Richardson quien realizó una visita de cinco días al país. Richardson se deshizo en elogios hacia “nuestro socio número uno en materia de seguridad en la región”, describiendo a Colombia como el “eje de todo el hemisferio sur” que según ella era “libre y seguro gracias a los esfuerzos estabilizadores de Colombia”.

Al respecto, Petro afirmó -no se sabe si con inocencia o ignorancia fingida- que había “logrado algunas cosas: la conversación con la OTAN –de la cual somos miembros, no sé, un status rarísimo ahí, pero ahí estamos metidos, creo que es el único país latinoamericano en eso– que es llevar a esa alianza al cuidado de la selva amazónica, prestando una colaboración tecnológica en esto”.

La lucha por la defensa de la Amazonia como sujeto de intervención militar.

La idea de utilizar la lucha por el medio ambiente como instrumento de intervención es bastante antiguo. Ya en 1989, Al Gore sentenció: “El Amazonas no es su propiedad. Nos pertenece a todos”. En esa tónica, en 2019, en medio de los incendios en la Amazonía, el presidente francés Emmanuel Macron llamó a los países del G7 a intervenir: “Es una crisis internacional”, dijo, lo cual tuvo eco hasta en el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, rememorando su época de líder de un país miembro de la OTAN.  La red social de preguntas y respuestas Quora consultó retóricamente: “¿Por qué la OTAN no invade Brasil para salvar el Amazonas?”

Pero el presidente Petro no es tan inocente como para suponer que Estados Unidos y la OTAN tienen buenas intenciones en el Amazonas. Ha criticado públicamente la política de guerra contra las drogas de Estados Unidos señalando sus obligaciones por ser el mayor consumidor mundial. Petro afirmó: “Yo lo que intento es llevar el diálogo con los Estados Unidos a un eje diferente que es el tema de la crisis climática y de ahí la importancia de la selva amazónica. Con los Estados Unidos hemos logrado que se cree ya la primera unidad militar con helicópteros Black Hawk”.

La visita de Richardson a Colombia fue parte de una gira que realizó por varios países de la región con el expreso fin de contrarrestar la influencia de China y de Rusia, y de promover el aislamiento de Nicaragua, Cuba y Venezuela.

En noviembre Petro informó que el presidente francés Emmanuel Macron le ofreció “ayuda” para preservar la Amazonía. Hay que recordar que Francia posee un departamento de ultramar en la Guayana Francesa, fronterizo con Brasil y a escasos 500 kilómetros de la desembocadura del río Amazonas. En ese territorio se ubica la base de lanzamiento de naves espaciales usada por el país y por Europa. Sin saber el contenido del ofrecimiento ni la contra prestación que debía conceder Colombia, el acuerdo entre los dos países ubica a Francia en una posición de influencia en ambos extremos de la estratégica cuenca.

Ecuador

El pasado diciembre, Estados Unidos aprobó una ley orientada a fortalecer la cooperación con Ecuador en materia de defensa. Dicho instrumento denominado Ley de Asociación Ecuador-Estados Unidos 2022, forma parte de la Ley de Autorización de Gastos de Defensa Nacional de Estados Unidos y es posterior al también recientemente aprobado acuerdo en materia de cielos abiertos, con miras a reducir tarifas, aumentar viajes y comercios y estimular la creación de empleos relacionados con los puentes aéreos entre ambos países.

Todo ello se quiere hacer entender como una estrategia de fomento al comercio, pero los recursos comprometidos por Estados Unidos (858.000 millones de dólares) van a estar bajo jurisdicción del Departamento de Defensa, lo cual deja claramente establecida su orientación.

Antes, en septiembre, del año pasado la generala Richardson, también visitó Ecuador donde se reunió con el presidente Lasso y dirigió durante dos días la Conferencia Sudamericana de Defensa Southdec 2022, a fin de coordinar “mecanismos para la lucha contra el crimen organizado y el narcotráfico”.

Uruguay

El pasado 3 de febrero, el destacado analista político uruguayo Julián González Guyer publicó en la revista Brecha de Montevideo un artículo en el que informaba que el buque US Coast Guard Cutter (USCGC) Stone, el más moderno de la Guardia Costera de Estados Unidos entraría al puerto de Montevideo por 10 días. Según el articulista el navío estadounidense permanecería unos diez días en aguas uruguayas bajo el argumento de “llevar a cabo ejercicios de entrenamiento en operaciones de búsqueda y rescate en el mar y de control de aguas jurisdiccionales con la Armada Nacional”. Pero en realidad los objetivos del USCGC Stone son otros, a saber “obtener información sobre el Atlántico Sur y, en particular, la actividad de los pesqueros chinos en la zona”.

Este es el segundo viaje del navío a Uruguay, después del primero, realizado dos años antes para ejecutar actividades de “patrullaje y apoyo a actividades de interdicción de pesca ilegal en aguas de Guyana, Brasil y Uruguay” aunque la visita programada a Argentina fue cancelada.

En esta ocasión, al igual que en la anterior, la explicación pública acerca de los objetivos de la visita ha estado rodeada de contradicciones entre lo que ha informado el gobierno nacional y la embajada de Estados Unidos en Montevideo.

González Guyer concluye señalando que mientras el aprendizaje que pudiera haber obtenido la Armada uruguaya es nimio, el barco estadounidense recogería “un significativo volumen de información sobre nuestras costas, aguas jurisdiccionales y zonas adyacentes. También, acerca de nuestra Armada y su oficialidad”.

Desde hace varias décadas atrás, la Armada uruguaya fue entrenada por Estados Unidos para actuar como fuerza dedicada a “proteger” la entrada al Río de la Plata, dándole espacio privilegiado a la armada estadounidense en este aspecto. En esta lógica se pueden inscribir las dos visitas del Stone a Uruguay en tan corto espacio de tiempo.

Pero junto a ello, el Stone desarrolló misiones de patrullaje del Atlántico Sur, junto a otros tres barcos, estableciendo en los hechos un mayor control sobre un triángulo estratégico en el Atlántico Sur y el estrecho de Magallanes entre Montevideo, Malvinas y la 3ra. Zona Naval de la armada de Chile con sede en Punta Arenas.

CONTINUARÁ

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