Wilfred Owen. El poeta dolorido

Wilfred Owen resulta ser un poeta demasiado desconocido si tenemos en cuenta la calidad de sus versos, es muy llamativa su profundización en los abismos del dolor humano provocado por un mal antropológico difícil de domeñar, al menos, desde que los hombres caminan sobre la tierra, hace unos trescientos mil años, hasta la actualidad.

Wilfred Edwards Salter Owen, nació el 18 de marzo de 1893 en Oswestry, en la frontera entre Gales e Inglaterra. La madre de Owen, Susana Shaw, sentía una grave frustración con las circunstancias a las que su propio matrimonio la condenaban, ya que limitaba sus naturales ambiciones intelectuales. Es por esto que, intentó paliar esa pobreza cultural volcándose en la formación y la relación personal con su hijo Wilfred Owen.

En el momento inicial de su devenir poético, Owen se ve influenciado por el estilo y las temáticas del grupo de los poetas georgianos. Bajo el magnetismo de los georgianos, los primeros poemas de Owen se destacan por su devoción cuasi religiosa hacia los románticos, especialmente Shelley y Keats.

Pero, Wilfred Owen ha pasado a la historia como un poeta del dolor, el poeta de la guerra, por su inmersión en los horrores de la Primera Guerra Mundial, un conflicto que, paradójicamente, le inspiró sus mejores poemas y donde se adentró en las entrañas y las pulsiones de la batalla, en el miedo, en la angustia.

Lo vivido, lo presentido y el estrés postraumático sufridos, le condujeron hasta las cimas del lirismo y a su madurez poética: «creo que el tiempo que estuvimos allí, sin ningún alivio, fue inevitable; sin embargo, nos hace sentir amargura hacia aquellos que, en Inglaterra, nos podrían aliviar, y no lo harán».

Wilfred Owen murió el 4 de noviembre de 1918 cuando dirigía a sus hombres durante una ofensiva en el Canal del Sambre. Una semana más tarde, a las 11 horas del 11 de noviembre de 1918,la guerra terminaba.

«Golpe sobre golpe de dolor, ¿pero qué lenta historia,/escarbaba estos abismos alrededor de sus cuévanos preocupados? / Alguna vez desde su pelo y a través de las palmas de sus manos/ la tristeza se ahoga por el calor. Seguramente hemos perecido/al dormir, y caminar por el infierno; ¿pero quienes son estos demonios?.

Wilfred Owen es un poeta dolorido, aterido en un infierno, acosado por mandíbulas de metal y tormentas interiores. El no fue abatido, sigue viviendo, trasnochando en alguna trinchera que cortada en diagonal continúe interpelando a los hombres.

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