Una tele para Pablo Iglesias

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En los últimos tiempos existe gran revuelo en torno al proyecto de Pablo Iglesias de lanzar un nuevo canal pretendidamente izquierdista de televisión por internet. Mientras a la derecha del espectro político tal proyecto es retratado como una malvada idea comunista —¡anatema! —, destructiva y, si me apuran, terrorista y asesina, no deja de ser igualmente extravagante la reacción de una gran porción de simpatizantes progresistas que esperan de la existencia de un nuevo canal de televisión poco menos que la realización de la utopía última del progreso humano. Es muy interesante en los últimos días darse una vuelta por determinado sector de las redes sociales y contemplar comentarios dignos de un fan de Marvel esperando la nueva entrega de su serie favorita. O presumiendo de haber puesto dinero en el crowdfounding que el ex vicepresidente ha lanzado. En algunos de estos comentarios se percibe una cierta rémora de la ilusión que en su día despertó PODEMOS cuando lanzó dicha fórmula para su financiación. Por ello creo que ha llegado la hora de hacer una reflexión seria sobre lo que supone un nuevo canal de televisión.

Hay que empezar por decir que Pablo Iglesias, como cualquier otro político o intelectual, tiene derecho a hacer propaganda de lo que estime conveniente valiéndose de cualquier medio a su alcance. Nunca he compartido esa idea, por desgracia muy extendida, de que la izquierda no tiene derecho a usar las estrategias y productos del sistema que impugna, y que debe emplear contra una maquinaria mediática, judicial y política construida durante siglos poco más que las palomas mensajeras, piedras y palos o de lo contrario es hipócrita. De modo que aprovechar cualquier resquicio que se deje para transmitir el mensaje de izquierdas es, en mi opinión, legítimo. Ahora bien, tenemos triste experiencia de muchos canales pretendidamente progresistas, pero que a la hora de la verdad no se salen de la ortodoxia capitalista. Ahí está, por ejemplo, La Sexta, todavía llamada de vez en cuando La Secta por el sector más reaccionario de la sociedad española, cuando en realidad pertenece al mismo grupo que Antena 3 y está bajo el control del Grupo Planeta y múltiples fondos de inversión. Si esta cadena ha podido en algún momento adoptar un perfil supuestamente izquierdista, en realidad todos conocemos los contactos entre grandes empresarios como Florentino Pérez con Antonio García Ferreras y la voz que en ese canal se ha dado a múltiples bulos derechistas. Para Atresmedia PODEMOS solo fue un nicho de mercado que convenía explotar, y que dejó tirado en cuanto dejó de ser rentable. Desde luego La Sexta nunca tuvo la menor intención de molestar a los grandes empresarios entre los cuales estaba buena parte de su accionariado. Parecía muy obvio, pero hubo quien tragó con ello. Algunos votantes de izquierdas españoles parecían haber caído de guindo, pero ahora están dispuestos a dejarse arrastrar con una maniobra muy similar: Detrás de los proyectos de Iglesias se encuentra Jaume Roures, un gerifalte del sector audiovisual español, propietario entre otras empresas de Mediapro y de Imagina Media Audiovisual, al que todos sabemos que tampoco le tienta en absoluto construir una alternativa real al capitalismo. Pablo Iglesias tendrá unas limitaciones muy claras en cuanto a lo que podrá decir. Da igual incluso si no quisiera ceñirse a ellas —y me temo que no es ese el caso—, quien paga manda, como dice el refrán. De modo que Canal Red se podrá vender como un canal de propaganda de izquierdas, pero en absoluto independiente ni libre.

La falta de libertad e independencia quizás podría ser un defecto menor considerando que en realidad la tan ansiada prensa libre es una utopía. Pero de inmediato nos lleva a una segunda consideración sobre la dimensión internacional que pretenden dar a su proyecto Iglesias y Roures. La guerra de Ucrania ha dificultado en todo el mundo el acceso a Russia Today, el canal de televisión estatal ruso. Sí, este también era un canal sometido muy claramente a determinados intereses, pero entre ellos sí que tenía cabida, si no el izquierdismo puro, la oposición al bloque liderado por Estados Unidos, lo que facilitaba voz y medios a la izquierda latinoamericana. Es muy de temer que Iglesias y Roures pretendan colarse entre el público latinoamericano por el hueco que habría dejado Russia Today, lo cual previsiblemente, dado su historial, llevaría a la extensión de un mensaje como el que representa Gabriel Boric en Chile. Es decir, un discurso pretendidamente progresista, pero que cuestiona, cuando no ataca abiertamente, a Cuba, Nicaragua o Venezuela. Una supuesta izquierda que no pasaría de tener algún leve giro socialdemócrata y que incluso legitimaría intervenciones imperialistas de los Estados Unidos en el subcontinente. Aunque Pablo Iglesias no tuviera esa intención, cosa cuando mínimo cuestionable, les aseguro que Roures no tiene ninguna simpatía en absoluto por los sistemas socialistas ni por la ideología revolucionaria. Si puede vender como izquierdista y rompedor un discurso antichavista y anticubano, no les quepa la menor duda de que lo hará.

Por último, está el asunto del crowdfounding. Me he encontrado mucha gente en Twitter presumiendo de revolucionaria por haber metido dinero en este proyecto. Qué quieren que les diga, a mí que un productor multimillonario y un ex vicepresidente del gobierno pidan dinero a gente ordinaria no me parece algo muy recomendable. Roures tiene medios de sobra para levantar sus proyectos por sí solo y así lo ha hecho a lo largo de toda su carrera. Si Pablo Iglesias comienza por mendigar a favor de un millonario mal empieza ese canal progresista.

Resumiendo: la televisión libre e independiente no exista y si existe me temo que su alcance es muy limitado. Aceptando esto, hemos llegado a tal punto de dominio del mensaje conservador que un canal de propaganda progresista parece un avance, pero en realidad es un instrumento para los designios de otro mandamás del sector. Si la izquierda ha encontrado un resquicio para hacerse oír debería aprovecharlo, pero debemos ser todos conscientes de que allí se hablará de lo que un magnate, uno más del capitalismo español, quiera que se hable. Roures no es diferente de cualquier otro oligarca. Ya ha acreditado prácticas abusivas sobre sus empleados, tejemanejes oscuros con los derechos del Mundial de Qatar y un larguísimo etcétera. Por todo ello nadie debe tener en este canal más esperanza ni miedo que el que tendría con cualquier otro. Esto en España, porque en Latinoamérica la situación es diferente, como expuse más arriba.

En todo caso, no quisiera acabar este artículo sin dar un motivo para la ilusión: el hecho de que tanta gente haya estado dispuesta a pagar para oír una información que se salga de la norma demuestra que seguramente hay mucha gente de izquierdas que sigue buscando una guía. Si esta gente es organizada y canalizada del modo adecuado la construcción de una fuerza verdaderamente transformadora podría ser más asequible de lo que creemos.

Imagen promocional de Canal Red, el nuevo canal de propaganda de Pablo Iglesias.

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