Canadiense que solicitó la eutanasia cuando iba a ser desahuciado consiguió una vivienda

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Un ciudadano canadiense de 54 años, Amir Farsoud, llegó a solicitar a su médico el programa de eutanasia, legal en su país, debido a que prefería morir a quedarse sin hogar, ante la inminente posibilidad de ser desahuciado. El proceso ya había recibido la primera firma médica necesaria y hubiera sido realizado en este mismo mes.

El canal de televisión canadiense CityNews entrevistó a este ciudadano, residente en Saint Catharines en la región de Ontario, a mediados del pasado octubre, pues era noticiable que hubiese solicitado el proceso de asistencia médica para morir (MAID, medical assistance in dying), no porque deseara realmente morir, sino porque la pensión donde residía se iba a poner a la venta y, al no poder permitirse el pago de un alquiler más elevado, estaba prácticamente condenado a vivir en la calle.

En la entrevista, Farsoud manifestó que padece desde hace años fuertes dolores de espalda provocados por una lesión que no tiene tratamiento, que le impide mantener una vida normal. Pero ese no era el motivo principal por el que solicitaba la eutanasia: su vivienda, una pensión de renta baja compartido con otras dos personas, iba a ser vendido y puesto que debido a su salud no podría acceder a alguna forma de ingresos que le permitiese solicitar otra vivienda de alquiler, ni tampoco las ayudas que recibía se lo iban a permitir, temía quedarse en la calle.

En esa triste tesitura, prefirió solicitar la muerte asistida. El solicitante recibió una de las dos firmas médicas requeridas para ser aceptado por el programa MAID, y se encontraba a la espera de obtener la muerte en este mismo mes. 

Durante la entrevista, la periodista de CityNews le pregunta: «si usted tuviese dinero o un hogar estable, ¿habría pedido la eutanasia?». Farsoud contesta: «ni remotamente, sólo si los dolores de mi espalda fuesen insoportables, y eso no ocurrirá posiblemente en un largo tiempo». La periodista insiste: «pero ¿usted quiere morir?». «No -responde-, no quiero, pero prefiero morir a ser una persona sin hogar».

La noticia alcanzó popularidad Canadá y personas afectadas por la gravedad del asunto crearon una propuesta de recaudación en la página GoFundMe, que logró recaudar más de 60.000 dólares, provenientes en su mayoría de donantes anónimos, lo que le permitió optar a una nueva vivienda y frenar el proceso de terminar con su vida casi en el último momento.

No es el primer caso en Canadá.

El canal de noticias recoge en la misma nota que ha conocido otros casos de personas que padecían problemas de salud que estaban agravados por penurias económicas y que esa suma de circunstancias les llevaba a solicitar la muerte asistida.

A principios de año, una mujer también de Ontario y de una edad similar al protagonista de la entrevista mencionada, 51 años, solicitó su muerte asistida a causa de una enfermedad rara que le producía una especie de alergia a productos químicos del hogar; la mujer necesitaba vivir en un espacio con buena ventilación, lo que hubiese aliviado los síntomas, pero no podía permitírselo económicamente puesto que estaba incapacitada para trabajar y las ayudas eran insuficientes. Finalmente, la eutanasia le fue concedida.

Al parecer, la mujer envió cartas a los servicios sociales pidiendo una vivienda digna y con una ventilación adecuada en la que pudiera residir. Posteriormente, otras personas con circunstancias vitales similares -enfermedades incapacitantes y escasez de recursos para paliar las consecuencias o habitar una vivienda adaptada- solicitaron del mismo modo el proceso para acabar con sus vidas.

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