A elecciones sin un programa

0

Transcurridas las últimas elecciones de Andalucía, que han dejado señales muy preocupantes para la izquierda, lo que debería ser la izquierda, lo que un día fue la izquierda o como quieran llamarlo, quiero hablar de un detalle que nos sacudió en campaña: El «programa» de Vox. Este partido, recuerden, acudió a la cita andaluza con un panfleto de diez enunciados completamente vacuos. Al final de este artículo lo tienen si es que quieren echarle un vistazo. La única de estas «medidas» que tenía relación con Andalucía, además, era el pretendido cierre de Canal Sur. Absurdos como «reducir impuestos y mejorar servicios» o «poner a la familia en el centro de las políticas públicas» son muy loables, pero más parecen deseos que medidas concretas. Otras de sus majaderías, como la lucha contra la inmigración ilegal, además de ser falacias basadas en el odio xenófobo, son competencia del gobierno central, no de las autonomías

De las elecciones andaluzas deberían opinar, mejor que yo, otros compañeros míos en este medio que, además de una mirada muy lúcida, tienen en su haber la condición de residentes en la comunidad del sur, pero, de este asunto en concreto, algo sabemos los villanos de Madrid. Les recuerdo que tenemos en la práctica una mayoría absoluta del Partido Popular, y que esta fue ganada con una foto poster de la candidata sobre la palabra «libertad». Aunque muchos se empeñan en decirnos que Vox se pegó un batacazo en Andalucía, lo cierto es que tiene más escaños de los que tenía. Creo que es tendencia: ahora ya no es necesario llevar un programa a unas elecciones. Basta soltar dos o tres palabras llamativas y rimbombantes, o una en el caso de Ayuso, y eso puede darte la mayoría. O, mejor dicho, se la puede dar a la derecha.

En mi opinión, este fenómeno es el fruto madurado de una estrategia propagandística de muchos años de duración. Pregunten sobre políticos y elecciones a cualquier ciudadano de a pie, uno que, bien por desinterés, bien por imposibilidad, no siga la actualidad: siempre dirá lugares comunes tendentes a la idea de que la política y el gobierno son irrelevantes, que todo es igual, que nunca ha habido políticos tan mediocres como los de ahora, que parece que anteponen la ideología a los problemas reales… Todo el mundo tiene claro que la política y la ideología son dos cosas malas, que lo mejor es dejar a la gente en paz y que hagan su vida.

Lo cierto es que la inacción ante todo y el no aplicar ninguna medida también es un programa político y una ideología y es, evidentemente, conservadora. Una izquierda transformadora necesita unas líneas de actuación, promover ciertas acciones, focalizar problemas y tratar de encontrar soluciones. Una derecha retrógrada no tiene más que dejar las cosas como estén en el momento en que actúe, y esta es una forma de conseguir sus objetivos muy sutiles. Una manera de vendernos sus ideas en las que han contribuido los grandes medios magnificando lo que les interesa y escondiendo lo que no conviene a su relato, pero también un montón de ficción y entretenimiento basado en las ideas de que la competitividad nos mejora, de que esforzándonos saldremos adelante y no necesitamos ayuda de nadie, etc. No es casualidad que en la poca televisión que aún se ve, la inmensa mayoría sean realities, programas donde, al fin y al cabo, lo que vemos es a varios individuos tratando de vender su esfuerzo personal y su imagen. Durante años se nos ha cantado en la información política de los grandes medios lo importante que era la «transversalidad», que no es más que decir la renuncia a todo principio o línea de actuación política. Así se logró promocionar durante años a Ciudadanos, el partido hoy en liquidación, que bajo una apariencia de moderación y de gobierno para todos escondía una base muy de derechas, como se empieza a ver ahora que sus votantes vuelven al Partido Popular.

Pero que la derecha haga propaganda desmovilizadora y conservadora es normal, lo que no debería serlo es el seguidismo de la izquierda cayendo en esa trampa. Digámoslo claro: no es posible «gobernar para todos». Los intereses de las grandes compañías eléctricas no es que no sean los del consumidor medio de electricidad, es que son contrapuestos. La izquierda no puede seguir intentando complacer a la derecha y a las grandes empresas capitalistas. Estos van a ser hostiles siempre. Prueba de ello es la campaña que están aplicando a un gobierno que ha seguido las directrices de la OTAN, que ha aparcado las reivindicaciones republicanas, que ha mantenido la ley mordaza, que no ha actuado contra las subidas de carburantes y de electricidad, y un larguísimo etc.

Curiosamente la misma derecha que usa sus canales de propaganda para vender la desidia y la inacción del gobierno como algo positivo no tiene ningún reparo en tomar medidas reaccionarias como el recorte de servicios públicos o la oposición a medidas contra la violencia de género ahí donde gobierna, como en Madrid o en Castilla y León, respectivamente. Eso, repetimos, también es una ideología y una actuación política en una dirección. Pero ninguno de los canales de comunicación al uso nos dirá que Ayuso o Mañueco —este último presionado por el vicepresidente carísimo en sueldo y aparentemente desprovisto de funciones del partido de extrema derecha— anteponen su ideología a la falta de atención sanitaria o al crecimiento de las cifras de violencia contra las mujeres.

En realidad, algo bueno tiene este modo de actuación, y es que la derecha tiene claro que, exponiendo su programa a las claras, sería muy difícil que el ciudadano les vote. Y, además, en el poder, hacen lo que espera su electorado. La izquierda, por contra, se echa para atrás en cuanto pegan cuatro gritos los voceros reaccionarios. Hoy mismo, poco antes de escribir este artículo, vuelvo a verlos ceder: Oltra ha dimitido como vicepresidenta de la Comunidad Valenciana a causa una denuncia inventada por personajes tan aberrantes como el presidente de la patronal de chulos de putas, con perdón, de España.

Es cierto que esta mujer ha contribuido en gran medida a dividir y jibarizar a la izquierda, pero yo no me equivoco de enemigo cuando quienes han venido a derribarla son España 2000 y Cristina Seguí. La izquierda tiene que empezar a plantar cara cultural e ideológicamente. Ya hemos llegado al extremo de que da igual quién pare a la extrema derecha, y algunos votantes de izquierdas celebran mayorías absolutas del PP con tal de que no crezca Vox. Que encima ha crecido.

P.D.: Lo he intentado con capturas, pero no he logrado que se viera bien en pantalla. Por eso aquí tienen un enlace al libelo de propaganda que presentó como programa el partido fascista Vox.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.