Por qué no existen las llamadas «TERF»

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Amparo Domingo, activista feminista y representante en España de Women’s Declaration International, organización feminista global impulsora de la Declaración sobre los Derechos de las Mujeres Basados en el Sexo, a la que puedes adherirte firmando a través de este formulario.

Es costumbre del Patriarcado producir insultos para las mujeres díscolas que no obedecen los mandatos del género, entendido éste de la única manera posible: como jerarquía social impuesta entre hombres y mujeres, en la que la mujer sólo tiene como opción someterse y callar.

Se nos ha llamado brujas, frígidas, feminazis y más recientemente, «TERF» o, en su versión españolizada, «terfa», sobre la cual ya se ha llegado a pronunciar la RAE en una consulta informal confirmando su carácter despectivo.

Como indica la RAE en su tuit, «TERF» correspondería al acrónimo de la expresión inglesa Trans Exclusionary Radical Feminist (Feminista Radical TransExcluyente, en su traducción al español), que a pesar de haber sido repetida hasta la saciedad en todos los confines del planeta, no tiene ningún sentido.

El feminismo radical no se denomina así por ser extremista, sino por buscar la raíz de la desigualdad estructural de las mujeres en las sociedades patriarcales, que no es otra que nuestro sexo. Es el sexo y todo lo que de él deriva (placer, reproducción) lo que ha hecho que los hombres busquen la dominación de las mujeres desde tiempo inmemorial. Formas de explotación de las mujeres como la prostitución o la maternidad subrogada son una clarísima muestra de ello.

¿Por qué digo que no tiene ningún sentido referirse a las feministas radicales como «transexcluyentes» («TERF»)?

Por tres motivos:

  1. Las feministas radicales consideran que toda persona de sexo mujer es sujeto del feminismo, independientemente de que en algún momento de su vida pueda alegar tener una «identidad de género» distinta a su sexo; declaración que la convertiría en «trans» a los ojos de los creyentes en las «identidades de género».
    Por tanto, dado que el feminismo radical no toma en consideración, ni para bien ni para mal, que una mujer decida llamarse a sí misma «trans», no puede ser considerado «transexcluyente».
  2. Como nos recuerdan con socarronería algunas compañeras anglosajonas, no somos «TERF», sino «MERF». Este último acrónimo irónico correspondería a Male Exclusionary Radical Feminist («Feminista Radical que excluye a los varones»), un pleonasmo equivalente a decir «subir hacia arriba» o «bajar hacia abajo».
    Las feministas radicales, por pura coherencia, no toman en consideración que un varón declare tener una «identidad de género» distinta a su sexo.
    De nuevo, no es un dato que tenga ninguna relevancia para nosotras, ni a favor ni en contra.
    Ello no implica tener ninguna aversión o miedo («fobia») hacia nadie, sino tener claro que el feminismo es un movimiento por y para las mujeres.
    Podemos explicarlo por analogía, por ejemplo, con las diferencias entre el baloncesto y el fútbol, dos disciplinas deportivas de funcionamiento muy distinto. En el baloncesto se suman puntos al conseguir pasar un balón por un aro suspendido a una altura determinada. En el fútbol, en cambio, los tantos se anotan cuando el balón traspasa una línea que está delimitada por una estructura llamada portería.
    Si tuviésemos que calificar al baloncesto aplicando la lógica del transactivismo, ¿diríamos que el baloncesto es un deporte «portería-excluyente»? ¿O que las personas que se dedican al baloncesto tienen «porteriafobia»?
    ¿O es que simplemente practican un deporte que no tiene por qué regirse por las reglas del fútbol?
  3. Las feministas hemos defendido siempre la liberación de las mujeres y para ello hemos luchado contra los estereotipos sexistas y las restricciones que se nos ha impuesto en las sociedades patriarcales.
    Por ello, cualquier movimiento social o teoría que defienda la existencia de «cerebros rosas y azules» o de una esencia sublime de la feminidad no puede llamarse feminista, por pura definición. Afirmar que los estereotipos sexistas son en realidad parte de la «verdadera naturaleza» de lo que significa ser mujer es retroceder décadas en el camino andado por el feminismo para volver a caer en un esencialismo absurdo, únicamente distinto al anterior en que su planteamiento sobre nuestra «verdadera naturaleza» -esa inefable «identidad»-, no tiene ninguna conexión con el cuerpo que habitamos, sino que se trata de un sentimiento en nuestro interior.
    Una visión del mundo que busque restringir el ámbito de acción de las mujeres, circunscribiéndolas a las emociones, cuidados o superficialidad (interés supremo en la apariencia), mientras que reserva a los varones el ámbito racional y la vida pública, así como cualidades como el valor y la fortaleza, es imposible que pueda ser calificada como feminista.
    Más bien al contrario, el transgenerismo/transactivismo es una ideología anti-mujer como demuestra todos los días en su intento de hacernos desaparecer hasta del lenguaje con expresiones como «menstruantes«, «las personas que tienen cérvix«, «personas gestantes«, «personas lesbianas«, «cuerpos con vagina«, «cuerpos que paren«, etc. Nada de lo que es propiamente relativo a nuestra biología puede ser nombrado, bajo la excusa de que ello entristece a los varones que dicen «sentirse mujer» porque les recuerda su sexo. Nosotras debemos «ser amables» y privilegiar sus sentimientos por encima de nuestro derecho a nombrar nuestra realidad.
    Sin embargo, nadie parece tener la más mínima consideración por nuestros sentimientos. No parece que haya que preocuparse por la deshumanización que supone decir que nuestras vaginas son «agujeros delanteros» ni por cómo se sienten las mujeres deportistas cuando, a pesar de los duros entrenamientos y sacrificios realizados, pierden la competición ante un varón mediocre que se aprovecha de la ventaja que su biología masculina le ofrece.
    Todo ello nos demuestra que lo que realmente le importa al transactivismo es cómo se sientan aquellos humanos que tienen o han tenido pene: Patriarcado 2.0.
    Ergo, no es el feminismo quien excluye al transactivismo, sino que el #TransactivismoEsMisoginia, la antítesis de nuestros valores.

Insisto: por todo lo anterior, no tiene ningún sentido referirse a «las TERF».

Quienes no forman parte del feminismo no ostentan derechos sobre nuestro movimiento.

Sus deseos no son órdenes para nosotras.

Defender nuestros espacios, tanto los físicos como los simbólicos, no es exclusión: es feminismo.

4 COMENTARIOS

  1. No queréis que os llamen TERF porque queda mal, y es tan despectivo como llamar a alguien racista, pero este artículo, aunque use palabras bonitas, es tremendamente trans-excluyente y trans-negacionista. Pero por suerte, las personas trans existen mucho antes que el fenómeno pseudo-feminista trans-excluyente y seguirá existiendo a pesar de vosotras.
    Ah, y por cierto, sexo y género son etimológicamente sinónimos. Y biológicamente también (pero hay que estudiar más biología que la del colegio, que eso de «los niños tienen pene, las niñas tienen vagina» es muy de niños de primaria pero biológicamente hay más variabilidades, aunque no sean tan comunes). En fin, que no cuela.

    • Con todo el respeto, discrepo en tu comentario acerca de sexo y género.

      El sexo es una realidad biologica, binaria y con función reproductiva dentro de cada especie que habita nuestro planeta (no sólo es exclusivo en el ser humano, claro) y el género un constructo cultural, en este caso totalmente exclusivo del ser humano. Es en sí un invento humano que responde a unas necesidades económicas y sociales concretas de las sociedades que lo crean y alimentan.

      Otra cosa es que el concepto Mujer y Hombre (niña/niño) se entremezclen con Feminidad y Masculinidad. Cosa que en el resto del reino animal no sucede, ya que hablamos de exclusivamente de hembras y machos de una especie concreta.

      Por lo tanto, no hay cuerpos equivocados ni sexo asignado. Eso es un pensamiento acientifico y mágico. Similar a la religión.

      Muchas gracias por el artículo.

      Un saludo

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