La farsa de la OTAN

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Lidia Falcón, Presidenta del Partido Feminista de España.

El relato occidental y otanista se ha impuesto en la totalidad de los medios de comunicación de nuestro país sobre la invasión de Ucrania. Lincoln aseguraba que no se puede engañar a todo el mundo todo el tiempo, pero en este momento me temo que, igual que se demonizó a la Unión Soviética durante un siglo, se extenderá la simple y maniquea explicación de que la maldad de Putin es la única causante de esta deplorable guerra.

Después de ocho años observando las maniobras de la OTAN y del Departamento de Estado de EEUU para imponer primero un gobierno filofascista en Ucrania con el golpe de Estado de 2014, y de varios meses de escuchar las explicaciones que ofrecen los gobiernos europeos sobre la guerra de Ucrania, es imprescindible ofrecer a la ciudadanía española un relato pormenorizado y veraz sobre estos acontecimientos, que nos pueden abocar a otra guerra mundial.

La provocación que desde 1990, a raíz de la disolución de la URSS, ha llevado a cabo la OTAN y los países miembros para despertar a la fiera rusa, no se menciona, ni apenas se ha reportado por los medios de comunicación, en estos más de treinta años en que el mundo resultante de la II Guerra Mundial se ha transformado.

La OTAN se crea en 1949 por parte de Francia, Bélgica, Países Bajos, Luxemburgo y el Reino Unido que firmaron el Tratado de Bruselas, para, según sus estatutos defenderse de cualquier enemigo exterior –léase la URSS-. De entonces acá se han incorporado hasta 30 países. La participación de Estados Unidos, que fue discutida largamente por el Senado de ese país, significó que se le cediera la hegemonía y la dirección de la Organización por parte de los países europeos, tutelados desde entonces por el Departamento de Estado de EEUU.

Lo más incomprensible, es que después de la desaparición de la URSS la Alianza haya crecido imparablemente. Entraron en la Organización la República Checa, Hungría y Polonia, en 1999; Bulgaria, Eslovaquia, Eslovenia, Estonia, Letonia, Lituania y Rumanía, en 2004; Albania y Croacia, en 2009; Montenegro, en 2017, y Macedonia del Norte, en 2020.

Además, veintiún Estados no miembros colaboran con la OTAN dentro del programa con un nombre que es una provocación: “Asociación para la Paz”, con otros quince involucrados en programas de diálogo y nueve como socios globales. En 2017, el gasto militar combinado de los 29 países fue el 52 % del gasto militar mundial.

No se sabe contra qué enemigo, derrotada y desaparecida la URSS, se organizan y defienden esos países. Para justificar su existencia y aumentar continuamente sus socios EEUU ha invocado el peligro yihadista, que él mismo financió, organizó e impulsó en Afganistán para combatir a la Unión Soviética. Los diferentes atentados islamistas sufridos en Europa sirven de excusa y justificación a su existencia, gasto y crecimiento, cuando no se conocen más amenazas a los países participantes por parte de ninguna otra potencia.

Pero cuando es Rusia no solo la que amenaza, sino que invade y bombardea un país “amigo” la prudencia rige las acciones de una organización que se creó y se mantiene para asustar a los países que desprecia. Y Rusia no es precisamente despreciable. Una cosa es bombardear Belgrado y otra Moscú, ¿verdad?

Desde 1949 la OTAN ha invadido, bombardeado o participado, en la guerra de Yugoeslavia, Libia, Líbano, Siria, Irak, Afganistán. Mientras, la única ocasión en que un país miembro invocó el artículo 5 del tratado reivindicando la ayuda en su defensa, fue Estados Unidos en 2001. Desde entonces, los miembros colaboraron con los Estados Unidos en la guerra de Afganistán.

Entre guerra y guerra y bombardeo y bombardeo, las tropas de la OTAN realizan anualmente maniobras militares, en las que desplazan a decenas de miles de efectivos de un país a otro, con una inversión desconocida, pero que se asegura que un día de esas maniobras iguala al gasto de un año de la sanidad pública española.

En el actual conflicto de la invasión y bombardeos de Ucrania la OTAN dice que no puede participar, ya que este país no forma parte de la Alianza. Pero la mayor hipocresía de los países que forman parte de ella, es que mientras se ha mostrado tan bravucona con Yugoeslavia, ordenando bombardeos sobre Belgrado, bajo la directriz de Javier Solana, ilustre miembro del PSOE, y otros pequeños países que no tenían capacidad de defenderse, cuando el enfrentamiento es con Rusia, se queda apartada, hierática, invocando el artículo 5 de la Carta Fundacional que solo prevé la actuación a demanda de un país perteneciente a la Alianza.

El Presidente ucraniano Zelenski, ha aprendido, demasiado tarde, que no se deben creer las promesas de las potencias occidentales. Durante varios años le transmitieron su apoyo para formar parte de la OTAN y de la Unión Europea. Y se lo creyó. Podía haber recordado la experiencia de Sadam Husein en Irak, impulsado por los servicios secretos de EEUU y el Reino Unido a invadir Kuwait con la seguridad de que le apoyarían. El final de la historia ya lo conocemos.

Putin es un personaje ya conocido por su crueldad y falta de escrúpulos, y nos lo describen diariamente en los medios de comunicación como el sátrapa más peligroso de la época actual. Pero durante 30 años, estos países democráticos y liberales han estado acercando a la OTAN a las fronteras de Rusia. Ninguna de las promesas realizadas a Gorbachov de que eliminado el Pacto de Varsovia –y todavía sigue siendo un misterio por qué el mandatario soviético tomó semejante decisión- se ha cumplido. Los misiles otanistas se dirigen al corazón de la patria rusa, desde Bulgaria, Rumania, Moldavia, Polonia…, y ahora se pretende que Ucrania. Y cuando el presidente Putin ha decidido no aguantar más ese acoso, los valientes dirigentes occidentales se han escandalizado.

Los países de la OTAN y de la UE ahora no quieren ni oír hablar de incluir a Ucrania en sus selectos clubs. La farsa de esa organización que gasta el 52% del gasto militar mundial ha quedado descubierta. Esa derecha que protesta tanto cuando se invierte un pequeño porcentaje de nuestros impuestos en la protección de las mujeres y los niños maltratados, no abre la boca para criticar el despilfarro astronómico en armas y equipos de una organización que ahora no puede moverse para ayudar a un pequeño y vulnerable país.

En lo mucho que ayudará será en acoger a algunos miles de los desgraciados que huyen despavoridos de un desastre bélico que han provocado los mismos que les prometieron protegerlos.

2 COMENTARIOS

  1. Sólo añadiría que todo este conflicto cuyo tablero de juego es Ucrania tiene sólo un objetivo, acabar con la poderosa Rusia. Por eso los lideres de la Otan no están permitiendo que Ucrania se rinda, quieren que se mantenga la guerra todo el tiempo posible para desgastar a Putin, sin sufrir a cambio el mas leve arañazo. Sacrificando a Ucrania. Eso sí.

  2. Para mí, un artículo de lo más incoherente que he visto últimamente… En algún momento sí dedica alguna linea a condenar a Putin (y con ello puede creer que aparenta ser “neutral”), pero la carga de la prueba la intenta poner contra los que defienden a Ucrania en estos momentos: ¡ellos son los verdaderos culpables!, así que, el lector podría concluir (ella explícitamente no lo hace, perdería ese intento de aparente neutralidad): Putin solo ha intervenido para poner orden (De hecho, el único comentario que veo al artículo por delante de este así viene a decirlo, copio/pego el principio “Sólo añadiría que todo este conflicto cuyo tablero de juego es Ucrania tiene sólo un objetivo, acabar con la poderosa Rusia. ….. quieren que se mantenga la guerra todo el tiempo posible para desgastar a Putin, … “
    Difícil de digerir, la verdad… Pero en Occidente no pasa nada por decir lo que uno quiera, no es lo mismo en los dominios de Putin…

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