Puristas

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¿Habéis tenido cuidado estas navidades con la nata del roscón? Hay que tener cuidado con su composición que el Ministro de verduras anda muy preocupado con eso de acabar con la desigualdad económica haciendo que comáis sano que no vaya a ser que os vendan una nata rica en ácidos grasos saturados y eso acabe con vuestra masculinidad tóxica. El consumo de frutas y verduras (cinco al día recomiendan los expertos) es una de las armas más poderosas con las que cuenta el proletariado en pos de su emancipación final, esa y la de aceptar los días de despido de la reforma laboral de Rajoy como algo super de izquierdas. Con esas dos cosas, el miedo ha cambiado de bando, Amancio Ortega se ha exiliado a Júpiter y Garamendi ha empezado a rezar a Santa Yolanda y San Garzón para que con la ayuda del Papa Francisco la derecha siga pareciendo de izquierdas, la paz sea la guerra y feliz 2022 a todos, todas, todes y hasta a los seguidores del Real Valladolid.

Y es que desde que somos puristas ya no nos gusta nada de derechas. Nada. Es estar en contra de todo por estar, sin lógica alguna, no nos gusta Biden, no nos gusta la Operación Chamartín, no nos gusta el trasvase de dinero público a las empresas ya sea en forma de ERTE o en forma de crédito a hipotecar el futuro de la clase trabajadora del país al antojo del capital europeo, no nos gustan los bombardeos pacifistas, ni las bicicletas, no nos gustan ni los trepas, ni el personalismo, ni Angela Merkel, nada nos gusta colegas, no nos gustan los vientres de alquiler, ni la prostitución, no nos gustan las drogas legales ni los casinos, somos unas putas monjas de clausura, nada, ni los libros de recetas subvencionados por el ministerio, ni la agenda ecocapitalista para 2030. Es que nuestro purismo nos impide hasta aceptar los enchufes de hermanos, parejas, exparejas y amigos. Esto es un sindiós de verdad, no nos viene bien la reforma laboral de Rajoy ni la de ZP ni la suma de las dos de Yolanda. Es una barbaridad que no seamos capaces de dejarnos domesticar siendo, como decía el ministro, la izquierda domesticada por sus santos cojones de cofrade.

No se entiende nada. Porque, además, es que le hacemos el juego a la derecha no llegando a fin de mes o no teniendo pasta para pagar la factura de luz o criticando a cualquier pijo/a/e que nos diga cómo debemos sentir o pensar nuestra condición de clase, de desposeídos, de pobres desde su tribuna en La Ser, La Sexta, la Sorbona o su puta madre.

Me gustaría seguir dando cera a esta peñita guay que se ha hecho con el ente anteriormente conocido como izquierda, pero tengo como norma no esperar de la derecha otra cosa que hijoputismo, antiobrerismo y endogamia. Lo que me preocupa no es que la mona se vista de izquierda, me preocupa, y mucho, que seamos incapaces de aceptar que todo este embrollo es la consecuencia directa de nuestra propia dejadez.

Quiero decir, que podéis seguir vendiendo que IU era el PCUS, que me parece muy bien, incluso podéis criticar los chanchullos urbanísticos de los errejoners como si lo de la Ciudad deportiva o las ganas de mear de algún que otro concejal a la hora votar otra no fuera con nosotros, incluso podemos intentar vender el «acuerdo» de la nueva reforma laboral como un fracaso absoluto (lo es) sin rasgarnos las vestiduras por las felaciones a la patronal de Toxo´s, Mendez´s y demás. Claro, porque nosotros somos puristas y nunca hemos mirado ni estado ni pisado el lado oscuro de la historia. Nosotros nunca hemos defendido posturas socialdemócratas, nunca en la puta vida, de hecho, Llamazares era Lenin, Cayo Lara era Stalin y yo era el número 11 de una candidatura a una alcaldía encabezada por dos concejales actuales del PSOE porque viva la revolución. Claro que sí.

Vamos, que todo mal. Tenemos enfrente a los dirigentes más de derechas de la historia de movimiento obrero español pero es mejor jugar al «la izquierda no existe» al «todo es posmo» y a la nostalgia por una organización que solo existe en vuestras cabezas.

No me toméis por lo que no soy, todos tenemos contradicciones, me meto con los vicios nasales de Jorge García Castaño después de haberme empolvado la nariz más que Albert Rivera, estoy en contra de la legalización de los petas habiéndome fumado todas las formas comerciables de THC, detesto a la socialdemocracia y he militado en IU. Yo que sé. Todos cometemos fallos y la cuestión no es idealizar, es avanzar.

La crítica es bien, pero si no añades autocrítica no se avanza. Por todo ese rollo de que nuestra tarea es la crítica despiadada y tal, lo de no repetir errores y todo eso del materialismo que , desafortunadamente, no es lo que nos salga de las pelotas.

Yo ya no me peleo por saber quién va a gestionar mejor el capitalismo, yo siempre he sido del qué y no del quién, así que mejor que en mi retiro de desidia organizativa no voy a estar, bastante tengo con preparar mi oposición, aprender a cambiar pañales y cambiarle la arena a los gatos mientras me descojono con vuestra revolución tuitera y sus críticas circulares.

En fin, que seré purista por tener líneas rojas y propósitos de enmienda, antes de esto fui carrilista, nazbol y me han llegado a llamar, incluso, podemita, guay. Escribiendo aquí soy hasta rojipardo y puede que de derechas, que lo cool ahora es dar lecciones de democracia burguesa en La Ser como Carmena o Pablo, pues muy bien, amigos.

Purista, sí, lo soy, de un buen habano en bodas, bautizos y comuniones. Purista de los de Fidel. Siempre.

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