Lidia Falcón, Presidenta del Partido Feminista de España.
La nueva ministra de Educación, Pilar Alegría, no nos dará mucha cuando acabe de redactar la próxima ley de educación. Esta maestra de primera enseñanza, cuyo único grado universitario es un máster, y su mérito el de ser una fiel funcionaria del PSOE, siguiendo los pasos de su antecesora, Isabel Celáa, se propone eliminar definitivamente la enseñanza de Filosofía, materia siempre molesta a los gobiernos socialistas, porque enseña a pensar. También se eliminará el estudio del latín y del griego. De la anterior ministra, la señora Celáa, tampoco recuerdo más aportaciones en su mandato que, como portavoz del gobierno, afirmar que el torturador Billy el Niño no estaba detenido ni controlado porque era un hombre libre que no tenía ningún proceso pendiente, y eliminar la referencia al castellano como lengua vehicular de la enseñanza.
Desde que comenzó la era socialista, la educación pública se dirige a crear una sociedad idiotizada, hipnotizada por las nuevas tecnologías que persigue únicamente hacer de cada españolito y españolita, esos a los que Antonio Machado predecía que “entre una España que muere y una España que bosteza, españolito que vienes al mundo, una de las dos Españas ha de helarte el corazón”, un cretino digital.
Lean el libro de Michel Desmuguet, “La fábrica de cretinos digitales” y comprenderán a qué me refiero. Deslumbrados por el brillo y los faralaes de las nuevas tecnologías, desde Felipe González que es un analfabeto funcional, todos los programas educativos del PSOE van destinados a eliminar la formación inteligente de los alumnos. Los dirigentes socialistas, educandos de los colegios religiosos de la dictadura –lo que no impide que mantengan contentos la escuela concertada entregada inerme a manos de la Iglesia católica- creen que la modernidad se impone en la formación de los alumnos eliminando la hojarasca de la Filosofía, la Lógica, la Ética, la Psicología, el Latín y el Griego y la Historia del Arte y la Música, para substituirlas por la enseñanza de las pantallas y los algoritmos digitales.
Domesticados, ellos por los curas y ellas por las monjas, en la repetición de las oraciones y las disquisiciones de la Escolástica, los gobernantes socialistas deciden que todas esas pamplinas del conocimiento y el pensamiento son inútiles y quitan tiempo a los alumnos para aprender a manejar el ratón. ¿Para qué leer a Platón, a Aristóteles, a Karl Marx, a Sartre, a Simone de Beauvoir, a Heidegger, o a María Zambrano y a Miguel de Unamuno? ¿Qué importancia tiene conocer el saber de los escolásticos, los liberales, los institucionistas, los marxistas, los existencialistas, los situacionistas, las feministas? ¿Para qué hay que entender a Demóstenes o a Platón? ¿Qué importancia tiene conocer las raíces de nuestro idioma, para manejarlo adecuadamente, cuando todas las instrucciones de la informática están en inglés? Nada aporta a los jóvenes que tienen que programar drones con los que competir con la industria espacial americana. Ya se han celebrado las primeras competiciones CATSAT en Cataluña, Navarra y el País Vasco, por la Agencia Espacial Europea (ESA), que consisten en el «diseño, construcción y lanzamiento de pequeños satélites». A las demás comunidades no les ha tocado.
Aunque tampoco parece que destaquemos en ello, ya que en el informe Pisa, año tras año, suspendemos en comprensión lectora y matemáticas, porque en nuestra escuela ni se enseña a leer ni a dominar las combinaciones de elementos. Por lo que los alumnos y alumnas no saben pensar. Al fin y al cabo tampoco tiene mucha utilidad en un país de camareros.
Algunas asociaciones de profesores se manifiestan, con desesperación e impotencia, en contra tales medidas, pero los sindicatos y una buena parte del cuerpo docente están contentos con los cambios producidos en el empleo y el quorum escolar. Que los alumnos no tengan el deseo de aprender la historia de la humanidad y su esfuerzo por desentrañar los misterios de la Naturaleza, no importa mientras ellos cobren el sueldo y las pagas extraordinarias.
En esta sociedad del espectáculo zafio, del infantilismo y de la superficialidad, todo es fiesta, luces y colores, ruido, droga, enfrentamiento paranoico, desprecio por la sabiduría, el pensamiento profundo, el análisis detallado, el ansia de conocimiento. No es la sociedad líquida de Bauman sino la sociedad gaseosa de la que no queda rastro en el quehacer humano. Y si ese es el propósito del Capitalismo, como bien explico en mi último libro “La Filosofía del Engaño”, a ello se ha prestado, gustoso, el PSOE y todos sus dirigentes, con sus ministros de educación al frente, de los que tendríamos que hacer la excepción de Ángel Gabilondo, que por ello mismo fracasó, para ser los ejecutores de la política de la estupidez, condenando a nuestros niños a convertirse en cretinos digitales, hipnotizados por las pantallas.
Según cuentan las informaciones la intención del Ministerio de Educación es rebajar los contenidos (el principal representante de directivos de centros de Primaria apoya este camino) y pasar a una formación «por competencias», que todavía no sé que sea eso. Lo que queda claro es “rebajar los contenidos”. Y en eso están.