Cuba, primer país del mundo en vacunar a niños y niñas de 2 a 11 años

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Cuba ofrece una nueva demostración al mundo de que el único escudo social posible es el de un pueblo soberano e independiente de los intereses lucrativos del imperialismo, y en estos días ha anunciado el inicio de la vacunación masiva de los niños y niñas de la isla de entre 2 y 11 años. Se trata por tanto del primer país en el mundo que vacunará a la población de esta franja etaria. Se abordan así los propósitos planteados por los responsables gubernamentales de llegar a la vacunación total antes de finales de año. En este aspecto también serán pioneros los investigadores cubanos, quienes responden de este modo a las acusaciones que desde el extranjero les culpaban de iniciar la vacunación en último lugar, situándose los primeros -pese al bloqueo- en el avance por la inmunización de todos sus habitantes.

Las inoculaciones se realizan con la vacuna Soberana 02, una de las vacunas desarrolladas con medios propios cubanos, y se iniciaron en esta semana con el propósito de reforzar en lo posible las medidas sanitarias para regreso al curso escolar.

Responsables del Instituto Finlay de Vacunas declararon a medios nacionales que «esto es posible porque la vacuna es segura y la plataforma en la cual está creada se utiliza en otras vacunas pediátricas. Este hecho demuestra la capacidad de nuestras instituciones de salud. El trabajo conjunto entre el Ministerio de Salud Pública y las instituciones científicas ha permitido emplear anteriores conocimientos en este tipo de acciones, como es el caso de la vacunación contra la poliomielitis. En siete días se realizará la vacunación de toda la población pediátrica con una primera dosis».

La campaña se prevé que esté completa en su primera dosis para este mismo mes de septiembre, tanto con la vacuna Soberana como la Abdala, ambas creadas en los laboratorios del país.

La manipulación mediática trata de menospreciar el logro Cubano.

Medios europeos que recogen la noticia se esfuerzan en señalar que estas campañas aún no tienen autorización de uso de emergencia de la Organización Mundial de la Salud, pues debe cumplirse el trámite de recibir el aval antes de que puedan ser suministradas por el fondo del mecanismo Covax, en una clara alusión a la validez científica de los medios cubanos.

La intención por denostar estos avances se enmarca en una situación de inquietud de los países más desarrollados que ven el inicio de un nuevo curso escolar bajo la amenaza de nuevas variantes del virus y los recortes en medios que la crisis está provocando. En España, por ejemplo, sindicatos de enseñanza del sistema público denuncian la desaparición de miles de docentes y de aulas, así como la relajación en las medidas de seguridad. No es extraño que desde la oposición radicada en Miami se propaguen mensajes difamatorios que tienen su eco en los medios europeos.

Estos medios se olvidan de indicar que las vacunas Soberana y Abdala ya han sido aplicadas en millones de personas con resultados satisfactorios y con las autorizaciones pertinentes. Resulta especialmente indignante que esos mismos medios no sepan encuadrar la situación en una perspectiva global y sean conscientes de que millones de personas en el mundo no han recibido ni tienen previsión de recibir alguna vacuna, no sólo contra el COVID sino contra enfermedades como el cólera o la tuberculosis que siguen provocando cientos de muertes.

Según la propia OMS cada año mueren por millones los niños en diferentes partes del mundo, debido a la imposibilidad de acceder a medicamentos básicos -como las vacunas- a las que las compañías farmacéuticas imponen precios inalcanzables para las familias de estas zonas olvidadas por el sistema capitalista. No sólo no existe la posibilidad de aplicar esos medicamentos sino toda la infraestructura que rodea a la salud, instalaciones, centros, médicos, enfermeros, etc.

Curiosamente el gasto en investigación de la salud corre a cargo, en gran parte, de medios públicos que colaboran con las universidades que realizan esas investigaciones, aunque los resultados obtenidos y las patentes suelen acabar en empresas privadas. Es decir, un problema que es abordado desde las instituciones públicas (puesto que obviamente preocupa a la comunidad internacional) es finalmente trasvasado a intereses particulares, con el consiguiente despilfarro del gasto común. Por si esto fuera poco, a la industria farmacéutica le interesan menos, o nada, las enfermedades cuya producción de medicamentos no tienen visos de favorecer un interés económico, como suelen ser las enfermedades infecciosas que afectan con mayor virulencia a los países pobres.

En España hemos tenido que aceptar la imposición de la UE, que no quiso romper su estrategia de vacunación (la de adquirir sólo vacunas de farmacéuticas que cotizan en las bolsas americanas y europeas, mediante el gasto de los fondos del Plan Next Generation que dependen del endeudamiento hasta 2050 de los trabajadores europeos), mientras se priorizaba el sostenimiento de la economía turística y hostelera. Ahora se inicia el curso escolar con nuestros pequeños expuestos a aulas de ratio inadecuado para la prevención y la calidad de la enseñanza, debido a los recortes en servicios públicos.

Así pues no es complejo intuir por qué molesta en Miami y en Europa que Cuba prosiga su plan de vacunación en los niños y niñas, pese a sufrir un asedio económico desde hace décadas por parte de EEUU que le mantiene en un bloqueo total de tecnología médica del exterior, mientras en los países dependientes de la UE nos aseguran que estamos protegidos por un escudo social cada vez menos creíble.

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