La mordaza arcoiris

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Con la que todas conocemos como Ley Trans, pretenden recortar nuestro derecho a la libertad de expresión, a la protesta y a la información.

Vivimos tiempos tan distópicos que cada vez es más frecuente la necesidad de comprobar si la noticia que nos llega es real o es un bulo. Continuamente tenemos que verificar si una imagen corresponde a un hecho o a un «meme». Supongo que es más fácil filtrar «fake news» a una sociedad con tal ausencia de conciencia de clase que no es capaz de diferenciar entre lo individual y lo colectivo; entre deseos y derechos; entre libertinaje y libertad. Y ese caldo de cultivo lleva mucho tiempo preparado.

Nuestras cotidianas dudas sobre la veracidad de la información no corresponden solo a la sobredosis de «fake news». También a la cantidad de «cosas imposibles de pasar» que están pasando.

Parece imposible pero quienes más invocan la palabra libertad en sus discursos son los que tienen sueños húmedos con recortar la de las demás en su propio beneficio. Les basta con perfumar el discurso con «eau de populisme» para hacer sus sueños realidad. Disponemos del agua de colonia en dos versiones: Con flores de buenismo para la izquierda y con esencia de patriotismo para la derecha.

Hace una década mi activismo estaba más centrado en parar desahucios que en el feminismo. Lo cierto es que muchas veces, no siempre, conseguíamos evitar el desalojo. A pesar de que sólo empleábamos la resistencia pacífica, durante los años más duros de lo que llamamos crisis económica nos llovieron las falsas denuncias de los antidisturbios que los ejecutaban. Nos identificaban discriminadamente, sobretodo a quienes llevábamos cámara de fotos o vídeo.

Los policías no querían ningún registro gráfico de la violencia que empleaban en los desahucios. A los bancos, hoy convertidos en grandes inmobiliarias gracias a los pisos que han arrebatado a las familias españolas, no les convenía la mala publicidad de echar familias a la calle. Y al Estado tampoco le interesaba que se aireasen las injusticias que consentía conscientemente.

Si se alían el Estado y el Capital con las fuerzas de represión ¿qué puede salir mal?

El Gobierno de España, entonces del PP, no tardó mucho en imponer la ley de criminalización de la protesta ciudadana: Con la que llamaron Ley de Seguridad Ciudadana y que todas conocemos como Ley Mordaza, recortaron nuestro derecho a la libertad de expresión, a la protesta y a la información. Casi nada…

Era imposible que algunas de esas personas que paraban desahucios conmigo llegaran al Gobierno; Pero eso ha pasado. Era imposible que, una vez en el Gobierno, mis compañeras de lucha por el derecho a la vivienda permitieran los desahucios; Pero eso está pasando. Más imposible era que, desde el Gobierno, mis compañera de lucha por la justicia social, en vez de derogar la ley mordaza nos impusieran otra más; Pero eso está pasando…

Hoy en día, con la pobreza y la precariedad cada vez mas generalizadas, son varios los colectivos luchando legítimamente por mejorar su situación. Pero solo uno ataca a la raíz de este injusto Sistema: El Feminismo.

El capitalismo se nutre de la explotación de las trabajadoras y de los recursos del planeta; como si no hubiera un mañana y como si los derechos humanos no estuvieran aún reconocidos. Abajo del todo de la pirámide, como sustento base, está el trabajo gratuito de cuidados que realizan las mujeres. Sin esa reparación diaria del desgaste físico y emocional que todas y todos necesitamos, pero que ejercemos mayoritariamente nosotras, las mujeres, nada funcionaría. Ni las fábricas, ni los mercados, ni las escuelas, ni los hospitales…

¿Cómo va a consentir el Sistema Capitalista a las feministas que liberemos a las mujeres de los estereotipos sexuales con los que interiorizamos como algo natural el rol de cuidadoras? ¡No, no, no! ¡Eso no puede ser! Toca amordazarnos o se les desmonta el chiringuito. Eso debería ser imposible hasta en nuestra enferma democracia. Pero pasará de nuevo si no frenamos la ley trans, hiriéndola de muerte.

El Gobierno de España, ahora una coalición de partidos que se dicen feministas y de izquierdas, (PSOE, PODEMOS + IU) no ha tardado mucho en proponer la ley de criminalización de la protesta feminista: Con la que todas conocemos como Ley Trans, pretenden recortar nuestro derecho a la libertad de expresión, a la protesta y a la información.

El Gobierno apuntala el patriarcado (y con ello sus violencias) al convertir los roles sexistas impuestos, que lo reproducen, en una identidad a libre elección digna de protección jurídica

El actual Gobierno se esfuerza en marcar la diferencia entre su gestión de la crisis económica generada por la pandemia y la gestión del Gobierno del PP de la crisis de hace una década causada por los rescates bancarios. Pero esa diferencia se diluye cuando se repite la alianza entre Estado y Capital contra la ciudadanía crítica: En la crisis económica de 2011 le tocó al lobby bancario y su negocio inmobiliario orquestado con el fraude de las hipotecas; en esta década le toca al lobby farmaceutico y su negocio del «cuerpo equivocado» articulado en torno al fraude de la seudoteoría queer.

Con la Ley Trans que acaba de admitir a trámite el Consejo de Ministros, el Gobierno apuntala el patriarcado (y con ello sus violencias) al convertir los roles sexistas impuestos, que lo reproducen, en una identidad a libre elección digna de protección jurídica. Es además una nueva ley mordaza, pintada de arco iris y con mucha purpurina, pero apestando al mismo totalitarismo represor que convierte la crítica y la protesta feminista en delito, en este caso de odio, con duras sanciones.

Hace una década fue necesario que una marea humana recorriera el país gritando «PSOE y PP, la misma mierda es» para que el pueblo reaccionara ante la abusiva alianza entre el Estado y los bancos. Ahora parece inevitable que una marea de mujeres hemos de tomar las calles para que el pueblo vea la alianza entre el Estado y la industria de la hormonación.

¡Así que hagámoslo! Pongámonos a ello ya. La supremacía y el uso de la violencia que los hombres interiorizan con el rol de la masculinidad sumado a la indefensión aprendida por las mujeres a través del rol de la feminidad, nos cuesta demasiadas vidas. Cientos de asesinadas y miles de muertas en vida.

El terrorismo machista no descansa, desde el fin del Estado de Alarma tenemos un feminicidio en España casi cada día. No tenemos tiempo que perder. Rompamos las mordazas a mordiscos si hace falta. Únete a la resistencia feminista antes de que la «ley Montero» nos obligue a la clandestinidad de las catacumbas. Te esperamos con las puertas abiertas y el puño en alto.

«La libertad se aprende ejerciéndola»

Clara Campoamor

1 COMENTARIO

  1. Muy buen comunicado. Salgamos a la calle,que todas las mujeres feministas del mundo salgamos a gritar y que el mundo tiemble.

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