Muertas por indiferencia

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A esta hora exactamente hay una mujer en peligro. En la calle de al lado, en el piso de arriba. En el otro extremo del mundo.

Puede que esta noche aún respire y mañana desayune desprecio o arrepentimiento. Puede que salga en las noticias y sea un número más en nuestra lista. La lista de las que ya no están, de las que no huyeron porque no tenían a dónde o no les dio tiempo. La lista de las que no lo vieron venir porque él no era de esos. La lista que no se acaba y que lejos de indignar, cuanto más larga es, más indiferente transcurre entre las noticias de sucesos.

Porque sólo somos mujeres. Las últimas. Las prescindibles. Las que se buscan para sustituir a una madre o a una criada. Porque otra habrá que tenga hambre de cariño, hambre de pan, que le aguante sus torturas y sus insultos.

Porque siempre habrá una que crea las palabras de amor y que traerá al mundo pequeños tesoros que lo son todo, el amor infinito y el lastre que les impide escapar si no pueden llevarlos, si no pueden ocuparse de ellos, si no pueden protegerlos. Porque si huyen se los estarán robando al dueño de sus pesadillas.

Nada ha cambiado en estos siglos.

Porque estamos solas. Todos los días y en todas partes.

Porque en ningún sitio somos importantes, nos sepultan con promesas vacías cuando ya estamos muertas, cuando hay elecciones, cuando ya nada se puede hacer, cuando la barbarie sobrecoge por un segundo y luego llega la nada. El vacío. No hay refugio, no hay suficientes manos para salvarnos de la muerte que nos acecha.

No hay voces que nos creamos que no sean las de nuestras compañeras. Ninguna. Porque nos abandonan cuando no enfocan las cámaras, y las puertas se cierran todas y no hay nada de lo prometido.

Porque la gente sigue mirando para otro lado porque algo habrá hecho. Porque denunció pero no lo suficiente. Porque no denunció. Porque eligió mal. Porque abrió la puerta. Porque si existiera la pena de muerte que tanto nombran de nada nos iba a servir si nos matan y luego se suicidan.

Porque todos los días nos desangra algo terrible, a todas. Algo nos corroe y nos desgarra, y es la indiferencia.

Se os llena la boca de feminismo y sororidad porque queda muy bonito en la pancarta. Pero ser sorora no es defender sin ningún criterio, es sentir cada golpe aunque no sea tu cara, aunque sea más allá de tus fronteras, es llorar a la hija que ya no vuelve, a la madre que a alguien le falta, es desesperarse porque a nadie le importa que todos los días, cada vez más, echamos a más mujeres de menos.

Esta es la pandemia más larga de la historia, pero también la pandemia con la vacuna más simple y sin efectos secundarios adversos: la educación y el respeto. Pero no va a pasar. A nadie le importa, sólo somos mujeres. Para qué esforzarse, si llevamos soportando esto desde que existe el patriarcado, siendo los juguetes, la propiedad, el objeto desechable y con obsolescencia programada según tus años y tu función, si limpias, si pares, si eres un pasatiempo, un adorno o un saco de boxeo.

Porque esto siempre ha pasado, es costumbre que decidan hasta qué momento podemos seguir viviendo. La indiferencia tapa los escaparates en los que nos exhiben y nos eligen, la indiferencia vela los ojos de los que nos ven marchitarnos poco a poco. Porque nosotras sí que sufrimos con cada una que ya no alcanza a un nuevo día. La indiferencia que nos mata está dentro de todos y es culpa vuestra que ahí siga. La lista crece y crece, y eso que hay países donde ni nos cuentan. Y donde hay lista, ni nos nombran, somos nosotras las que ponemos el rostro, la voz y una historia a nuestras muertas.

Sólo somos mujeres, pero respiramos a pesar de las mordazas y de las cadenas, y seguimos de pie por las que vienen. Y no somos estadísticas, somos tragedia, porque sabemos de sobra que nos faltan demasiadas.

Y seremos presuntas víctimas, aunque nos cosan a puñaladas, aunque nos disparen, aunque nos echen ácido en la cara. Moriremos con síntomas de estrangulamiento o por heridas de arma blanca.

Sólo somos la mitad de todo y la mitad de nada. Porque por mucho que se prometa, por mucho que nos pongan frases con letras bonitas, importamos tanto como el rato que dure en portada una fotografía.

Muertas por indiferencia, muertas por no hacer nada por salvarlas.

1 COMENTARIO

  1. Hola

    Si el problema es el Patriarcado,y las mujeres están solas y son prescindibles en todo….

    Qué tal aliarse con los hombres que se sienten también solos/prescindibles….y olvidarse del Estado Opresor??

    Vamos….
    Todos somos Uno

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