Mujeres, el silencio no nos protegerá

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Espacio Feminista Radical

En este país, mientras acaban las restricciones por la pandemia, el terrorismo machista continúa su escalada de asesinatos. El feminismo volvió a manifestarse masivamente el 11 de junio ante esta barbarie, que ha acabado con la vida de 1.098 mujeres y 39 menores, asesinados en España desde que existe una contabilidad oficial. Una lista en la que solo constan los feminicidios a manos de parejas o exparejas, dejando fuera gran parte de la violencia de los hombres sobre nosotras. Es una cuestión de Estado, un Estado que falla en la protección de sus ciudadanas.

Desde hace años, de forma incansable grupos feministas se concentran en la Puerta del Sol el 25 de cada mes, exigiendo a los poderes públicos compromiso y eficacia contra la violencia machista. Desde comienzos de este año, también protestamos ante las puertas del Ministerio de Igualdad por ellas y por mucho más. Su titular, Irene Montero, no puede limitarse a los lamentos por la violencia sobre las mujeres y sus hijos e hijas. Al mismo tiempo, insiste en no saber quiénes somos las mujeres. No se puede gobernar desde la absoluta incoherencia que supone esto, destrozando los precarios avances que el feminismo ha logrado en materia de protección jurídica de las mujeres. Una protección específica por razón de sexo, encaminada a paliar la desigualdad y la violencia patriarcal sobre nosotras. El próximo 26 de junio hay convocadas concentraciones en toda España a favor de la agenda feminista, contra las llamadas “leyes trans”. No podemos faltar.

Por los derechos de las mujeres

Recordamos a la Ministra Irene Montero, al Presidente del Gobierno Pedro Sánchez, a todo el Gobierno y a los partidos de la oposición, que el género son estereotipos, roles sexuales y expectativas sociales, en definitiva la ideología que asegura la subordinación de las mujeres ante los hombres. El género no es una identidad, es el arma del patriarcado contra las mujeres. Por nacer mujeres, el patriarcado condiciona nuestras vidas enteras. Somos el sexo oprimido material, histórica y colectivamente. Romper estereotipos es positivo, pero no convierte a nadie en mujer. Nos solidarizamos con todas las personas que sufren violencia por cualquier condición, pero sufrir no convierte a nadie en mujer. Solo nacer con sexo femenino nos hace mujeres, lo demás es ocultar nuestra opresión, lo demás es machismo.

Si cualquiera puede ser varón o mujer con solo afirmarlo, ¿a quién protegerán la ley de igualdad o contra la violencia machista? Sin estadísticas veraces, ¿en qué datos se basarán las políticas públicas? ¿Cómo sabremos si una lista es paritaria, si la voluntad cambia el sexo legal? Vivimos un ataque frontal a los derechos de las mujeres que se está dando en todo el mundo. Afecta a multitud de ámbitos, ya que vulnera los derechos de las mujeres y las niñas en los espacios privativos o de seguridad, muchas de ellas especialmente vulnerables: desde los vestuarios de las adolescentes a los centros para violadas o maltratadas, residencias, módulos femeninos en prisiones. Lo que no iba a pasar, ya está pasando en virtud de leyes autonómicas cuando Jonathan, confeso del asesinato a martillazos de Vanessa, inicia en prisión un supuesto “cambio de sexo” y pasa a llamarse Lorena. Con este tipo de leyes en la mano, los jueces no pueden impedir su uso espurio. Las leyes que promueve este Ministerio supondrán también la destrucción del deporte femenino como un juego limpio, convirtiéndolo en deporte mixto.

Reformas legales que, con el pretexto de defender a colectivos vulnerables, pretenden ensanchar sin límite alguno una ficción jurídica que ya está recogida en nuestro país desde 2007. No nos enfrentamos a juegos retóricos como “ser quien se es”. Lo que está en juego es la veracidad del registro civil, los derechos de las mujeres, de las personas homosexuales, la protección de los menores, la libertad de expresión y de conciencia. Una izquierda desnortada ha visto en estos discursos la forma de erigirse en promotora de falsas “políticas sociales” a coste cero. Ver a la izquierda envolver en toneladas de azúcar la amarga verdad de los roles sexistas, mientras la ultraderecha niega la violencia machista y manipula algunos de nuestros propios argumentos para sus fines oportunistas, es un triste y peligroso espectáculo.

Dejen a la infancia en paz

Pero hay más. Las reformas pretenden prohibir de facto cualquier acompañamiento terapéutico para la disforia que no afirme y promueva la transición. Enarbolan la consigna de la “despatologización”, mientras el proyecto permite el uso de bloqueadores de pubertad en la niñez, sin especificar la edad. Los bloqueadores afectan de forma irreversible a los menores, y la casi totalidad de los que los toman serán medicados con hormonas cruzadas, poniendo en juego su salud y su sexualidad futuras. El feminismo no quiere ser cómplice de un experimento médico con menores a gran escala. En el Reino Unido o Suecia, la experiencia clínica ya está advirtiendo que cuando se ayuda a los menores a aceptar su propio cuerpo, más del 80% de ellos desiste al llegar a la adolescencia. Un niño, con el pelo largo o corto, vestido de lo que sea, es un niño. Una niña que regatea con un balón o trepa a un árbol, es una niña. Somos los adultos quienes deberíamos revisar por qué las criaturas entienden que algo no va bien si no cumplen las expectativas. El problema es la sociedad sexista, no ellas.

El transactivismo tiene a su servicio partidos, instituciones, leyes autonómicas, series de televisión, premios ladrillo o altavoces en los medios. Nosotras solo tenemos un megáfono para decir la verdad y defender nuestros derechos, atrapadas en esta pinza entre el patriarcalismo de rancio abolengo y el patriarcalismo de la purpurina. Vivimos un clima de intimidación y amenazas, nos insultan incluso en la televisión pública, inician persecuciones judiciales. ¡Este Ministerio de Igualdad, que se logró gracias a la lucha feminista, no defiende a las feministas! El otro gran objetivo es criminalizarnos por nuestra libertad de conciencia y expresión, persiguiendo por ley el pensamiento feminista. Será una nueva “ley mordaza”.

Los cuerpos no se equivocan, se equivoca la doctrina queer que sustenta ideológicamente el transactivismo. Una doctrina que no es marginal, sino que viene directamente de los centros académicos y de poder, en alianza entre el neoliberalismo más salvaje y este patriarcado 2.0. Es imposible nacer en un cuerpo equivocado”, no somos carne y espíritu, esa es una idea religiosa y reaccionaria. Somos materialmente seres sexuados, y eso no debería marcar nuestro destino social. Por eso la doctrina queer es irracional y también antifeminista. Toda esta ceremonia de la confusión y los caballos de Troya en el movimiento feminista no hacen sino desviar el foco de la verdadera agenda feminista para esta cuarta ola, que es global, que es nuestra y que no va a parar.

Las feministas luchamos contra la explotación sexual, los vientres de alquiler, la feminización de la pobreza

Las feministas somos abolicionistas, como lo eran nuestras ancestras sufragistas. Los objetivos del feminismo no se desviarán nunca de la equidad plena y real entre mujeres y hombres en cuanto a renta, representación pública o reconocimiento social; ni de la lucha contra la violencia sobre nosotras. Estamos aquí contra la mercantilización de las mujeres en el sistema prostitucional, contra la misoginia de la industria pornográfica que erotiza la agresión sexual, contra la explotación reproductiva. La crisis sanitaria que estamos padeciendo ha golpeado con especial dureza a las mujeres, aumentando la desigualdad en todo el planeta. Según Naciones Unidas, dos tercios de puestos de trabajo perdidos a causa de la pandemia eran femeninos. A las mujeres en la economía sumergida, que son la mayoría de ella, no les llegan las ayudas. Solo en nuestro país, la tasa de desempleo es, en este momento, cuatro puntos mayor para las mujeres. La pandemia evidencia y agrava la desigualdad en los cuidados: se necesitan políticas públicas que acaben con las dinámicas patriarcales.

Como dijo Audre Lorde: “nuestro silencio no nos protegerá”. Instamos a todas las mujeres a alzar la voz para defender sus derechos:

  • El terrorismo machista es cuestión de Estado.
  • Las mujeres trabajadoras queremos empleos dignos.
  • Exigimos el fin de los vientres de alquiler y la importación de bebés a la carta.
  • La pornografía es una forma extrema de violencia sexual.
  • Exigimos la abolición de la prostitución.
  • Ser mujer no es un sentimiento: la autodeterminación sexual conculca nuestros derechos.
  • No hay infancias trans: la medicación de menores basada en estereotipos es maltrato infantil.

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