Las prostitutas ya pueden sindicarse

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Lidia Falcón, Presidenta del Partido Feminista de España.

El Tribunal Supremo ha avanzado los rasgos fundamentales de la sentencia que hará pública dentro de unos días, sobre la demanda planteada por la Comisión de la Investigación de Malos Tratos y la Plataforma 8 de marzo de Sevilla, que están integradas en la Plataforma Estatal de Organizaciones de Mujeres por la Abolición de la Prostitución, contra la legalización del sindicato OTRAS, que había inscrito el Ministerio de Trabajo en 2018. Resulta desconcertante que no fuera la Plataforma la que llevara a cabo la acción judicial sino solo dos de sus organizaciones.

La decisión ministerial de formalizar el sindicato OTRAS le costó el puesto a la directora General de Trabajo, Concepción Pascual, y la entonces ministra del ramo, Magdalena Valerio, afirmó, muy dolida, que haber aceptado su creación en el BOE fue como marcar “un gol por la escuadra” a un Gobierno que se declaraba abolicionista de la prostitución. No había que esperar más que tres años para que el Tribunal Supremo resolviera este desconcierto. OTRAS es ahora un sindicato legal.

Los jueces y juezas de la Sala de lo Social dan la razón a la Organización de Trabajadoras Sexuales (OTRAS) al considerar que sus miembros “gozan del derecho fundamental a la libertad sindical y tienen derecho a sindicarse”. Añade muy pundonoroso que “sin que ello determine la legalidad o ilegalidad de la actividad, una decisión que corresponde al Poder Legislativo”, añade. Este sindicato, no obstante, solo puede inscribir la prostitución ejercida por cuenta propia, no por cuenta ajena, precisan los magistrados, ya que esa actividad laboral no está reconocida. Y además es delito –añado yo- como especifica el Artículo 188 del Código Penal que determina sanciones para quien se lucre de la explotación sexual de otra persona, “aún con su consentimiento”. Coletilla que el Partido Feminista logró añadir a su redacción, cuando se formaron dos Comisiones, una en el Parlamento y otra en el Senado para “estudiar” la posibilidad de legalizar la prostitución.

El Supremo utiliza, repetidas veces, la terminología que han acuñado y difundido los lobbies prostituidores. En contra de la sentencia de la Audiencia Nacional que anuló los estatutos del sindicato al considerar “inadmisible” que la prostitución tuviera un contrato de trabajo, el TS denomina a las mujeres prostituidas trabajadoras sexuales, con lo cual está legitimando esta actividad. Si la Audiencia consideró que era inadmisible que tuvieran contrato de trabajo, el TS puede admitirlo. El término de “trabajadora” así lo indica. El TS entiende que las personas que desarrollan “trabajos sexuales” gozan del derecho fundamental a la libertad sindical y tienen derecho a sindicarse. La condición de que sea prostitución por cuenta propia y no se practique por cuenta ajena, condición que ya aceptaron las promotoras del sindicato OTRAS cuanto lo constituyeron, no tiene ninguna novedad ante la penalización que estipula nuestra legislación.

Por ello, resulta sorprendente que la PAP considere que el hecho de que el fallo no reconozca la prostitución por cuenta ajena “avala que no se trata de un trabajo”, cuando el TS se refiere a las prostitutas como trabajadoras sexuales y precisamente por esta condición es por lo que les permite sindicarse.

Hace unos meses, una dirigente socialista me explicó que no se pueden prohibir las actividades económicas, por lo que si las prostitutas se organizan en cooperativas no se les puede impedir. Lo que sí hay que perseguir, añadió, es la trata de seres humanos con fines de explotación sexual, estribillo este que tanto los socialistas como Podemos, repiten desde hace años sin que tal propósito alcance realidad. Esta afirmación de principios de una socialista veterana me alertó sobre el propósito del PSOE de abrir la puerta a la legalización mediante semejante argumento. La sentencia del TS lo confirma.

La pretensión, ya convertida en un mantra, de “abolir la prostitución”, que desde hace cuarenta años es el objetivo único de las Plataformas y Frentes abolicionistas en España, no tiene ningún futuro. El lobby prostituidor es demasiado fuerte para permitirlo. El truco que acaba de encontrar, con la complicidad del Poder Ejecutivo y del Judicial, es el de “respetar la libertad de trabajo”, en cumplimiento de los derechos constitucionales. Un solo, y pequeño, cambio del lenguaje nos lo va a colar. Ya no son mujeres prostituidas, son “trabajadoras sexuales”, como están repitiendo todas las mafias prostituidoras desde hace años, hasta que se considere normal.

Hace años, ya no sé qué dirá hoy, la ONU se pronunció afirmando que la prostitución no constituye un trabajo porque carece del respeto y la dignidad del mismo. Pero de dignidad no se habla hoy en el Ministerio de Igualdad, donde su titular se limita a repetir que su departamento tiene “un total compromiso en el combate de la industria proxeneta”. Combate que está criogenizado en ese Ministerio, como puede comprobarse en la ausencia de ni aún un proyecto de ley después de año y medio de ostentar esa cartera, mientras tanto sufre y batalla por la ley Trans.

Cuando se plantea la legalización de la prostitución no hay posibilidad de hablar de Dignidad Humana. Sólo se trata de dinero. Sólo se habla de lo que es más rentable económicamente, según la ideología capitalista. Defender que los “servicios” sexuales se pueden vender igual que se vende cualquier objeto, forma parte del pensamiento posmoderno.

Creíamos, o al menos eso parece haber entendido la PAP, que se rechazaba la categoría de trabajo para la actividad prostituidora. La prostitución no es un oficio, ni un empleo, ni una tarea. La prostitución es una explotación, la más grave de todas porque afecta a lo más íntimo del ser humano que es la sexualidad, porque reduce a las mujeres a la categoría de objetos sexuales para disfrute de los hombres. De hombres que alcanzan el placer con tal clase de dominio.

Me parece indignante que se defienda la prostitución alegando que muchos trabajos son igualmente duros y que otros profesionales han sufrido momentos de escasez y de penosas condiciones de vida, de la misma manera que las mujeres prostituidas. Lo que no nos explican es por qué ellos mismos en esos momentos de graves dificultades económicas no han resuelto sus problemas haciendo de chaperos en las calles o en los prostíbulos. Porque esos profesionales que se sienten tan liberales con las prostitutas lo son mucho menos consigo mismos. Conocen muy bien las diferencias que existen entre ser camarero, dar clase, vender en una tienda, o dejarse violar analmente veinte veces cada día. Tal actividad les parece aceptable para las prostitutas y para los pobres chaperos, pero de ninguna manera para ellos mismos.

La satisfacción que mostraba mi amiga socialista al haber encontrado el argumento supremo con que legalizar las cooperativas de prostitutas, demostraba que no se sentía en absoluto impresionada ni preocupada por la indignidad y la despersonalización que supone ese “oficio”. Convertidas las víctimas en objetos que usan los clientes, no poseen el dominio sobre su cuerpo, sobre sus sentimientos, sobre su pulsión sexual. Utilizadas como si no tuvieran ni sensibilidad ni dolor, deben soportar las penetraciones, los manoseos, las mamadas, que se le ocurran al prostituidor, porque para eso paga.

El futuro se presenta muy oscuro. Con “cooperativas” legales de prostitutas, que serán dirigidas y organizadas por la mafia de proxenetas, como sabe cualquiera que esté mínimamente informado y que parecen ignorar tan “ingenuamente” las defensoras de la libertad económica, ya no habrá posibilidad de alcanzar ese desiderátum de abolir la prostitución. Que hoy se ha convertido en un objetivo ridículo, del que deben estar riéndose proxenetas, chulos, macarras y políticos, defensores de la libertad como esa ilustre alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, que financia la escuela de prostitución de la ciudad.

Plataformas y organizaciones varias abolicionistas, ¡perded toda esperanza! Si es que en este tiempo no habían advertido, y conocido, que este era el final de la batalla que tenían entablada.

3 COMENTARIOS

  1. Me pregunto : ¿ Cómo se han atrevido a legalizar la esclavitud humana , que tiene nombre de Mujer?
    Ha sido un día aciago para las mujeres que tanto hemos luchado por nuestra dignidad, y es que el pensamiento postmoderno de esta izquierda progresista carece de principios éticos, y todo vale en el mercado prostitucional… en el capitalismo, de la patronal proxeneta que a partir de ahora se le dará carta legal para moverse libremente.

    • Las prostitutas seremos esclavas según tú, pero yo prefiero ganar en dos noches lo que mucha gente gana en un mes que estar reventada fregando suelos 10 horas al día por una mierda de sueldo, eso sí es esclavitud.

  2. Ya está bien de tratarnos a las prostitutas como niñas a las que hay que proteger. Nosotras no queremos vuestra supuesta protección, nosotras queremos ser libres para hacer lo que queramos con nuestros cuerpos. Luchad por la abolición de la trata, que es lo que hay que abolir, pero dejadnos tranquilas a las que los hacemos libremente.

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