La postura del Gobierno de España se ha tornado cada vez más inverosímil. Hoy podíamos escuchar a Pedro Sánchez, sobre la crisis de Marruecos, adulando la posición del país respecto a la UE que hace pocos días provocó toda una crisis internacional en territorio español.
Decía Sánchez «No hay mejor ni mayor aliado de Marruecos dentro de la UE que España. Nuestra relación es estratégica, queremos la más constructiva posible, pero sustentada sobre dos ejes: confianza y el respeto», en respuesta al chantaje al que la teocracia de Mohamed VI sometió al Gobierno de España en la pasada semana.
La docilidad mostrada por Sánchez en un conflicto que compete al país que dirige contrasta con la dureza con la que se ha sumado a la campaña de desprestigio a la que la Unión Europea continúa sometiendo a Bielorrusia y a la que España se ha sumado, calificando Sánchez de inaceptable la detención del periodista vinculado al nazismo del maidan ucraniano Roman Protasevich.
Ante el convulso panorama político colombiano, sin embargo, España tan sólo ha decidido pronunciarse para pedir calma y diálogo para, acto seguido, desentenderse ante la situación. Rememorando los acontecimientos que se suceden en el país latinoamericano, el saldo de asesinados a cargo del Gobierno de Iván Duque se cuenta por decenas y las violaciones a manos de las fuerzas armadas del Estado colombiano aumentan a niveles preocupantes.
