¿Por qué ha perdido las elecciones en Madrid el Partido Socialista?

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Lidia Falcón, Presidenta del Partido Feminista de España.

El desastroso resultado electoral del PSOE el 4 de mayo en la Comunidad de Madrid es la consecuencia de las políticas que ha realizado el partido desde hace muchos años, como está sucediendo en otros muchos países.

La socialdemocracia está en caída libre en toda Europa. El SPD alemán tiene una esperanza de voto del 13%, en el Reino Unido el Partido Laborista ha bajado el voto en todos los distritos donde antes ganaba siempre y acaba de perder en las últimas municipales su feudo tradicional. En los países nórdicos la socialdemocracia que gobernó medio siglo y parecía imbatible eternamente, o ha perdido las elecciones o debe aliarse incluso con la extrema derecha.

Lo que ha sucedido en Madrid sigue la misma tendencia que en los demás países y no es consecuencia de un cambio de era astral. Destruida la URSS, sin posibilidades de gobernar una opción comunista, los socialdemócratas se creyeron la única alternativa para las clases trabajadoras y los sectores sociales progresistas, que detentaría el poder por los siglos de los siglos. La evidencia es que precisamente mientras se mantuvo el poder soviético fue cuando en los países occidentales tuvieron más éxito los partidos socialistas. Ese era el pacto con el Capital.

La amenaza, muy real, de que se produjeran nuevas revoluciones comunistas en Europa y Latinoamérica, llevó a los grandes poderes internacionales a pactar con la socialdemocracia las ventajas y beneficios que conocemos, sanidad y educación públicas, servicios sociales, derechos laborales: jornada de ocho horas, vacaciones pagadas, pensiones de jubilación, vivienda asequible. Con ello intentaban garantizarse la paz social y desactivar los movimientos revolucionarios inspirados e incluso financiados por la URSS. En esta estrategia fueron cómplices muy útiles los partidos socialdemócratas, que consideraron siempre que su principal enemigo era el comunismo. Como sucedió, visiblemente, en España.

Pero ese acuerdo decayó en cuanto el Capital no tuvo enemigo. ¿Para qué mantener lo que llamaban Estado del Bienestar, que les resultaba muy caro, si no existía ya el peligro de revoluciones que eran imposibles? El triunfo del liberalismo más salvaje se ha implantado en el mundo, imbatible ante la debilidad de los movimientos sociales.

Desde que Rodríguez Zapatero pactó con Mariano Rajoy modificar en un día el artículo 135 de la Constitución, para obedecer las instrucciones que le había transmitido personalmente Ángela Merkel, a fin de que fuera un mandato constitucional el pago de la deuda antes que las necesidades de la ciudadanía, el PSOE se puso incondicionalmente al servicio del Capital más salvaje. Y lo ha seguido cumpliendo.

Los españoles se han enterado en estos últimos dos años de que un gobierno social-comunista, como con tanta sorna lo califica la derecha, no ha derogado la reforma laboral, no controla, ni piensa hacerlo, los precios de la vivienda, ni de compra ni de alquiler, que el tan publicitado salario mínimo vital no ha llegado ni al 10% de los necesitados, y la ciudadanía está soportando que existan cuatro millones de parados sin que se tomen –ni se piensan tomar- las medidas para cambiar el modelo productivo, como repiten como un mantra los analistas económicos. El Capital manda en toda Europa, con el inepto gobierno de la Comisión Europea, y no permite que esas mínimas reformas se implanten en España. Ni siquiera nos deja trasladar a la península a los miles de emigrantes que se amontonan en los campos de concentración de Canarias, porque los países europeos se estremecen de pensar que, aunque sea a pie, pueden llegar hasta sus territorios.

En definitiva, lo sucedido en Madrid no es ninguna sorpresa, excepto para los ineptos dirigentes y consejeros socialistas. Si los madrileños no pueden esperar del PSOE que cambie la penosa situación que están viviendo, optan por el PP, con su aliado VOX, para probar si estos los defendían mejor, como ha sucedido siempre en el curso de la historia del siglo XX.

Hoy no se puede catalogar de fascista el partido VOX, por más que con ese calificativo haya pretendido Pablo Iglesias asustar a los votantes para atraerlos a sus filas. Otro dirigente desnortado que no sabe hacer el más elemental análisis sociológico a pesar de ser profesor de ciencia política. Eso únicamente demuestra el estado en que se encuentra nuestra Universidad.

Ni VOX se propone dar un golpe de Estado, pretensión absolutamente ridícula ya que debe contar con el ejército, que ni está ni se le espera en semejante aventura, ni tampoco los resultados electorales son tan exitosos. De momento no supera el 15% que obtuvo en las generales de 2019 y el 11% en Andalucía en 2018 y en Madrid en 2021.

En definitiva, los trabajadores asalariados, los autónomos, la clase media empobrecida y humillada, que no han visto mejorar su vida gracias a un gobierno que pretende ser socialista, se han borrado de la fidelidad que hasta ahora tenían al PSOE. Y todos los sectores sociales que están soportando las medidas restrictivas impuestas por el gobierno para sobrevivir a la pandemia, y que han disfrutado de alguna movilidad gracias a la liberalidad con que la Presidenta ha decidido que es mejor morir de covid19 que dejar de tomar cervezas en los bares y las terrazas, se han volcado a darle su voto.

Ciertamente no es sólo ese estúpido contento con que se ve a la ciudadanía madrileña disfrutar de la calle y de la restauración lo que ha inducido a la mayoría de la población a entregarse a la señora Ayuso con todo entusiasmo. Es también la constatación de que el gobierno de Ángel Gabilondo no iba a cambiar nada de su penosa situación ya que no es más que la correa de transmisión del gobierno nacional. Y eso es precisamente lo que no querían.

Si el PSOE no aprende esta lección tiene muy difícil futuro en las próximas elecciones.

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