Por una vida digna, República

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El presente artículo forma parte del especial que lanza El Común en conmemoración del 90 aniversario de la proclamación de la II República Española, proyecto referente de la izquierda transformadora de este país, que sigue aspirando a un régimen de democracia plena casi un siglo después de aquella experiencia.

José Manuel García, Encuentro Estatal por la República.

El 14 de abril de 1931, hace 90 años, la ciudadanía acabó con un régimen monárquico corrupto que hacía aguas en lo social, en lo económico y en lo político. El pueblo exigía mejorar sus condiciones de vida y de trabajo y decidir su destino. Con sus movilizaciones trajo la Segunda República.

En  2021 seguimos sufriendo una pandemia que nos tiene limitados, situación sanitaria agravada por las políticas neoliberales que desarticularon los servicios públicos esenciales y privatizaron una buena parte de la sanidad y de las residencias de personas mayores. Privatizaciones ligadas a las corrupciones y los beneficios desmedidos de grandes empresas.

Aunque se sabía de la enorme fortuna y de las “comisiones” de Juan Carlos de Borbón, es ahora cuando conocemos una parte importante de sus múltiples fechorías y corrupciones, amparado por el privilegio medieval de la inviolabilidad y con la complicidad y el lucro de grandes empresas y las fuerzas del régimen del 78. Felipe de Borbón  conocía y es beneficiario de los “negocios” de la “familia real”, y aunque nos intentan vender que no es como su padre, es la cabeza de una institución, la Monarquía, corrupta por naturaleza.

Siendo grave la corrupción de los Borbones, el problema es la Monarquía. Una institución no democrática, que no hemos votado, que proviene actualmente de la dictadura fascista, que hereda la Jefatura del Estado por privilegios medievales de sangre, como se hereda una cuenta en Suiza.

No aceptamos que nos sigan mintiendo. No admitimos la inviolabilidad de una Monarquía corrupta, nada ejemplar, arcaica e inservible. Las caceroladas del año pasado a Felipe de Borbón y a la monarquía son un buen ejemplo. Es la hora de poder decidir la forma de Estado, Monarquía o República. La Consulta Popular Estatal, cuando la pandemia permita su celebración, será el aldabonazo para acelerar el camino hacia una democracia plena, la República.

Pero también tendremos que decidir sobre la organización socioeconómica de la República, sobre el modelo económico y social para garantizar que lo público, lo común, la sanidad, la educación, los servicios sociales, las residencias no puedan ser privatizados y no tengamos que sufrir la falta de personal, de instalaciones y de medios por políticas neoliberales privatizadoras que solo benefician a unos pocos. Y que el trabajo sea un derecho efectivo, los empleos estables y los sueldos justos y suficientes. Y que se garanticen unas pensiones públicas dignas.

Lo que ha pasado recientemente con las abusivas subidas de la electricidad, lo que está pasando con las vacunas contra la Covid-19 nos ayudan a entender la necesidad de fortalecer el sector público de la economía, nacionalizando sectores estratégicos y teniendo una banca y unas empresas energéticas, farmacéuticas y de investigación públicas.

También tendremos que acabar con el patriarcado, con las violencias machistas y garantizar de una vez la igualdad de mujeres y hombres. Y sobre el modelo territorial para que quepamos todos los pueblos y naciones del Estado. Sobre el modelo económico y social que acabe con el neoliberalismo y con  el poder de unos pocos. Decidir sobre todo lo que nos afecta y concierne. Democráticamente.

Tenemos que construir un nuevo país.
Una democracia real, participativa, laica, federal y republicana.
Y un nuevo modelo económico y social sostenible al servicio del pueblo.
Tenemos que construir un nuevo país. Se llama República.

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