El sectario comportamiento del feminismo

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Lidia Falcón, Presidenta del Partido Feminista de España.

Transcurridos cuarenta y dos años de la aprobación de la Constitución de 1978, fruto de toda clase de diálogos entre la derecha y la izquierda y de acuerdos y pactos, entendimientos y por supuesto la cesión de la izquierda, para que se firmara el texto fundacional de la nueva era posfranquista, la actuación hoy de parte del Movimiento Feminista es tan cerrada y sectaria que me ha dejado pasmada.

Todavía vivimos las feministas que fuimos en la juventud espectadoras críticas, y otras muchas seguidoras entusiasmadas, de los abrazos de Santiago Carrillo a Adolfo Suárez e incluso a Fraga Iribarne. Esas mismas aceptaron la firma de los Pactos de la Moncloa, que significaban la rendición del Movimiento Obrero a las imposiciones del Capital. Escucharon los elogios que dedicó Felipe González a Calvo Sotelo en su investidura después del golpe del 23 de febrero de 1981. Los gobiernos del PSOE han sido los más benévolos y aduladores de la Iglesia, le han aumentado las subvenciones, permiten que se apropie del Patrimonio Nacional inmatriculando 40.000 propiedades de nuestro tesoro arquitectónico histórico, entre el que se halla nada menos que la Mezquita de Córdoba, sin levantar una ceja. Vieron emocionadas a María Teresa Fernández de la Vega disfrazada de Semana Santa, con peineta y mantilla, haciéndole reverencias al Papa. Los alcaldes y gobernadores socialistas se aprestaron a salir en la cabeza de las procesiones en toda España, con bastón de mando y cirio, exactamente igual que los alcaldes franquistas.

En el este largo periplo de sucesivas elecciones, gobiernos y alianzas, el PSOE se ha apoyado repetidas veces en el PNV y CiU, los partidos confesionales de Pujol y Aguirre, para aprobar presupuestos y seguir gobernando. Y en la última peripecia de esta confusa legislatura, Sánchez ha agradecido a VOX su abstención en la aprobación del plan de rescate europeo.

Mientras los hombres que gobiernan, y siempre gobiernan ellos, cuando son suficientemente listos y manipuladores, pactan y se entienden, y tienen reuniones públicas y secretas, para acordar los acuerdos que les interesan, generalmente lesivos para el pueblo, las feministas, de sus mismos partidos, rechazan todo diálogo, acercamiento o pacto con organizaciones que consideran contaminadas por ser de derecha o confesionalmente católicas.

Así, desde hace días estoy recibiendo ataques histéricos y faltos de toda racionalidad y por supuesto, educación, porque el Partido Feminista ha organizado una actividad sobre el proyecto de ley Trans, para el 18 de marzo en Madrid, en el Hotel Vincci de la calle del Prado, a las 7 de la tarde, y ha invitado a dar su opinión a una asociación cívica llamada Hazte Oír, que las feministas puras consideran apestada.

Dedicadas a encontrarse entre las mismas que llevan medio siglo reclamando los temas de la agenda feministas, haciendo quedadas de amigas en las que todas están de acuerdo, han relegado al MF a un movimiento cultural marginal. Allí también segregan a las que no consideran suficientemente leales y sumisas, como yo, hasta quedarse en esa pedrea de asociaciones múltiples, algunas de las cuales no tiene más de tres miembras que trabajen, que se ven ritualmente, organizan las manifestaciones del 8 de marzo y del 25 de noviembre y están muy satisfechas de conocerse, y que por supuesto no tienen ninguna influencia política.

Desde hace 14 años que se aprobó la Ley de Igualdad no se ha avanzado nada en los temas que exigimos desde el feminismo: abolición de la prostitución, penalización de los vientres de alquiler, prohibición de la pornografía y derogación de las leyes trans y LGTB. Ni por supuesto vamos camino de frenar la violencia contra la mujer, con una ley inoperante, que lo es de desde su aprobación y que nació parasitada por el engrudo ideológico del género.

Pero nunca van a dar soporte al Partido Feminista ni a apoyar las iniciativas que éste promueve, de abrir a la sociedad el debate que se ha quedado enquistado en los grupos de entendidas, ni a apoyar la candidatura que nos proponemos presentar.

Las feministas que están insertas en los partidos mayoritarios saben que han de obedecer las órdenes de la cúpula masculina de su partido, aunque finjan lo contrario, y las que se han dejado engañar por aquellas, creen que con reuniones, asambleas, encuentros telemáticos y diálogos entre sí, donde siempre están las mismas para decirse las mismas cosas, van a influir en la aprobación de las leyes y en la toma de decisiones políticas.

Si toda la actividad que desarrolla ese MF fuese esa y no molestase, yo tampoco invertiría mi tiempo en escribir este artículo. Pero dado que además de aduladoras del poder, ineptas y sectarias están escupiendo su baba de envidia y rabia contra mí en ese pantano de cocodrilos que son las redes sociales, algo tengo que decir, para que no crean que me han amedrentado.

La trágica historia de España durante el siglo XX ha marcado a sangre y fuego la conciencia social de nuestras clases, y ha marcado indeleblemente el enfrentamiento guerracivilista que todavía se perpetúa. Pero resulta más destacable que donde más influencia tiene en la actividad pública es en el feminismo. Excepto los desnortados nacionalistas catalanes y vascos que salen a atacar violentamente a los candidatos electorales de VOX, los partidos políticos veteranos, después de sus reyertas parlamentarias, saben bien que han de entenderse en cuestiones puntuales y transcendentales, cuando no tienen mayorías absolutas. Y eso es en lo que consiste la democracia. Aunque dudo que las feministas sepan lo que es.

Cuando las feministas no quieren ni rozarse con las católicas están haciendo el ridículo en un país que tiene oficialmente 40 millones de católicos. Mientras ellas no se sientan al lado de la representante de Hazte Oír, sus jefes: alcaldes, gobernadores, concejales, salen en procesión en Semana Santa en todos los pueblos y ciudades, al lado del Obispo. Y este comercia y pacta y finge lo que haga falta con el PSOE, para seguir obteniendo las sustanciosas subvenciones que recibe del Estado.

En definitiva, como el Partido Feminista quiere hacer política y no amiguismo ni nepotismo ni sectarismo, y nos enfrentamos al enemigo principal que es esa coalición posmoderna de Unidas Podemos, para evitar que se aprueben las leyes trans, hacemos un llamamiento a todas las fuerzas políticas, sociales, laborales, cívica, de todas las ideologías, que se unan en esta lucha por mantener la humanidad biológica, contra le imperio de las grandes corporaciones, en la que nos va la supervivencia de las mujeres y de la especie.

Y todas las que sin engaños ni trapacerías estén con nosotras, bienvenidas sean. Nosotras ni nos contagiamos ni nos engañamos. A estas fechas he recorrido demasiado camino para caer deslumbrada por las profetas y las gurús. Estas tonterías anidan en las RRSS y que se queden ahí.

Otras guerras precisarán de otras estrategias y otras aliadas.

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