Ana Santos, directora de la Biblioteca Nacional de España, ha sido citada hoy por el Ministerio de Cultura tras haberse sabido en el día de ayer que la institución que dirige ocultó durante cuatro años el robo de la obra de Galileo Galilei, “Sidereus Nuncius”, tratado astronómico que data de 1610. A la reunión acudirá el secretario general de Cultura, Javier García Fernández; la directora general del Libro y Fomento de la lectura, María José Gálvez y la propia directora de la Biblioteca Nacional. El Ministro de Cultura, José Manuel Rodríguez Uribes no acudirá, sin que sepamos exactamente porqué, no obstante se le pedirán explicaciones del asunto a la directora porque según el Ministerio, “Desconocían por completo este asunto”.
La sustitución del libro por una copia sucedió en 2014 pero no se denunció a la policía hasta 2018. Ana Santos dice que en 2018 informó a Carlos Alberdi, jefe de gabinete del entonces Ministro de Cultura José Guirao, y a Soledad Puértolas, presidenta del Patronato de la Biblioteca Nacional. El Ministro sostiene que esto no es cierto. Así mismo, la directora técnica de entonces, Mar Hernández, aduce que informó a Santos en 2014. Jesús Prieto, director general de Bellas Artes, Bienes Culturales, Archivos y Bibliotecas también desconocía el robo en 2014 hasta que deja el cargo en septiembre del mismo año cuando conoce la sustracción. El Ministro de entonces, José María Lassalle, sostiene que jamás tuvo conocimiento del suceso.
Una fuente cercana a la dirección en 2018 aseguró que “este caso es solo la punta del iceberg de más robos”. Esta misma persona señala que conoció el asunto antes de que se informara a la policía y sobre si Santos podía saber o no en 2014 la sustracción, agrega que, por el funcionamiento de la institución, “es imposible que la dirección técnica que investigó el asunto no moviera un dedo sin comunicárselo a la directora”. En 2007 se denunció la desaparición de dos mapamundis de Ptolomeo arrancados de su obra “Cosmografía” con un cúter que se recuperaron poco después y se apunta a cierto descontrol y a una enorme pasividad en el control de acceso de ciertas salas así como a una mala gestión de nuestro patrimonio cultural el motivo por el cual desaparecen valiosos libros de la Biblioteca Nacional.
