De la crispación a la confrontación

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Me pregunto a cuántas personas les gusta ser dominadas. Si le haces esta pregunta a cualquier amiga, familiar o militante lo más seguro es que te respondan que de ninguna manera, que no nos gusta que nos dominen, que haya alguien que se arrogue el derecho a pasar por encima de nuestra dignidad. Algunos, los más peleones, te dirán esa frase revolucionaria de prefiero morir de pie antes que vivir de rodillas, y seguramente lo hacen con buen tino, con un talante de seguridad personal que contribuye a su construcción como sujeto individual y sin embargo, y hay que decirlo, somos dominados una y otra vez por los medios de manipulación masiva. 

Recuerdo los tiempos de la crispación en los años del gobierno de Zapatero, fueron años en los que tímidas reformas encontraron una respuesta enconada y excesiva por parte de la derecha. Recordemos que en la negativa a aceptar un nuevo Estatuto de Catalunya está el germen del 1 de Octubre de 2017 y su posterior, “a por ellos”. 

Esas tímidas reformas le dieron al PSOE ocho años de victorias electorales antes de que Zapatero se echara en brazos de las políticas de austeridad y del artículo 135 de la constitución. 

Tras ese tiempo la sociedad civil comenzó a despertar tibiamente y el 2011 hubo una crisis de representatividad, pero no nos engañemos, no era un “no nos representan” con una respuesta de nuevo constructo social, era la constatación de que el neoconservadurismo había aniquilado la posibilidad de fractura social. 

Estos jóvenes que llenaron las plazas (y que conste que creo que nos llenaron de esperanza) sólo pedían eso, ser representados, que se les tuviera en cuenta. Solicitaban que se les viera como a seres especiales sin necesidad de mostrar un poder que les diera la facultad para desempeñar un cambio real y profundo de todas las estructuras del país, que, al fin y al cabo, es lo que necesitaba España. Pedían que se reconociera su diversidad y en ese valle despejado de falta de ideología se plantó la base para que grandes capas de la población del país se sintieran aún más huérfanos y más desclasados. 

Después ya sabemos lo que pasó, el advenimiento de Podemos puso orden en toda esta amalgama de grupos diversos bajo la admonición de asaltar los cielos. Cuando eso no se produjo muchas de esas personas se sintieron enormemente frustradas y se hundieron en el único barco que se les ofrecía, el nacionalismo español identitario. Si a un trabajador le niegas la posibilidad de ser miembro de una clase sólo le queda ser miembro de un país. Ahora veremos cómo puede ser posible tal cambio de mentalidad.

Decía un filósofo que la novedad es lo que surge inesperado y, en España, donde nos vanagloriábamos de ser uno de los pocos países de Europa donde no había un partido fascista en el parlamento, de la noche a la mañana, surgió. O más bien se le hizo surgir.

En cierto modo la política incomoda y acorrala, y cuando fue factible la unión del PSOE y Podemos en un gobierno de coalición, los poderes económicos se sintieron incómodos y acorralados para mantener su estatus como principio básico de hegemonía cultural y económica, que en España nunca han ido por separado.

Por eso se hace necesario apoyar a este Gobierno, aunque no represente el 100% de nuestro ideario social, por mucho que no responda a nuestras convicciones radical feministas, por mucho que se mueva en una incómoda cuerda entre lo socialliberal y lo socialdemócrata. Será, si triunfa, el sustrato sobre el cual plantar el nuevo país que nos espera si, y solo si, somos capaces de destruir el fascismo que impera en los medios de comunicación y en el poder económico. Pero vamos al porqué de esta situación que ahora vivimos.

¿Quiere usted ser pensado?, ¿Quiere usted ser dominado? Esto es lo que nos tenían que haber preguntado si estuviéramos en una democracia real. Pero eso nunca ha pasado. El objetivo de los grupos de presión del país, que coinciden con los grupos económicos, es que las personas seamos consideradas como seres que compran y no como seres que piensan en sociedad y en sociedad actúan. Somos el sujeto otro, la otredad que nunca se dará cuenta de que no piensa, sino que es pensada. En una palabra, somos “manipulables”. 

Todas las estructuras que componen este país ya tuvieron sus revoluciones, en cuanto al sujeto que gobierna el país, su revolución fue la Guerra Civil, triunfaron y siguen triunfando. Todos los sujetos económicos del franquismo siguen en boga e imponiendo sus políticas. Los consejos de administración están llenos de esos sujetos elegidos para la gloria sutil y terrible de unos pocos. La judicatura (que se agarra al poder como a un clavo ardiendo) y la casa real, el ejército y las fuerzas y cuerpos de seguridad del estado están llenos de facciosos ya no acomplejados, se han quitado las caretas y levantan el brazo con el orgullo que le falta al obrero al cerrar su puño, ya no se esconden, ahora agitan su bandera sin ninguna vergüenza.

Se podría decir que lo que busca el sujeto fascista es el pensamiento único, modelo liberal nacionalista que excluye al diferente y enfrenta al último contra el penúltimo y que tras el fracaso del modelo neoliberal es un modelo al que aspiran regresar. Será una vuelta al franquismo de toda la vida buscando la delación en el portal para ganar prebendas económicas y convencer mediante el estómago agradecido. Para ello es necesaria la connivencia del sistema económico-comunicacional apelando a la paranoia mediante la utilización del sentido psicótico de sentirse vigilado, observado, en peligro. El conflicto multicultural será utilizado como un choque de civilizaciones, el diferente es un enemigo que justificará el recorte de libertades. Esa necesidad enfermiza de afrontar el afuera, de conquistar el afuera, fabrica en el subconsciente colectivo esa asfixia y esa elección entre encerrarse en lo propio, lo conocido, lo español o afrontar el enfrentamiento contra lo que no se identifica como se identifica el sujeto. Es decir, se magnifica, se siente, se espera, la violencia como única arma para cambiar las diferencias e imponer la pureza de nuestra nación. Los grandes medios de comunicación manipulan constantemente cualquier noticia con este fin, porque quien consigue hilar un relato adquiere artificialmente la condición de la verdad.

Estamos acostumbrados a recibir acríticamente todo lo que ven nuestros ojos. La educación ha hecho, o está haciendo desaparecer, asignaturas que forman el criterio, literatura, filosofía, las antes llamadas ciencias sociales, historia, bellas artes, por inútiles para el interés pecuniario de la sociedad. (Algún día hablaremos sobre la utilidad de lo inútil). Internet y las redes sociales han disparado la capacidad de leer mucho sin entender nada. Cualquiera puede disputarle la verdad a cualquier persona y el criterio del erudito ha cambiado por el criterio de quien tiene más seguidores, aunque sean artificiales y comprados. 

Esto, que ofrece en la situación actual la posibilidad de disputarle el relato hegemónico a los trust comunicacionales, está, en realidad, jugando en nuestra contra ya que nos perdemos en un maremagno de intentos desesperados de aclarar significantes que no nos pertenecen cuando deberíamos crear nosotros mismos nuevos significantes para una nueva sociedad. El sujeto que sigue los dictámenes de la sociedad comunicacional es un sujeto fabricado por el poder, manipulado, carece de ideas propias y busca en las ideas de sus líderes el modo de auto identificarse con un grupo para salir de su soledad y de un vacío interior causado por el exceso de un individualismo competitivo y el defecto de una socialización de lo común. Se trata pues, de un sujeto construido, un sujeto que no es capaz de hablar sino que es hablado. Un sujeto que no puede interpelar los trasuntos económicos y sociales porque es interpelado por un amo. El sujeto fascista español, tan arraigado a sus costumbres y a su bandera es un ser obediente, falto de carisma e incapaz de pensar por sí mismo. Pero no nos engañemos, el sujeto de izquierdas también adolece de estas mismas capacidades de pensamiento crítico por mucho que nos arroguemos una mayor capacidad crítica y sintética de la sociedad en la que vivimos, y de esos polvos, estos lodos.

La subjetividad así conseguida es pues la ideología del poder, porque el poder sí tiene ideología, seguir ganando cada vez más dinero e imponer a las personas la necesidad de seguir consumiendo objetos inservibles mientras otros piensan por ti. Esta capacidad del poder es capaz de llenar a los sujetos vacíos y en esas nos encontramos, con millones de sujetos vacíos llenos con grandes dosis de odio. Y eso es peligroso y un coctel desgraciado que nos puede llevar a tener que volver a escribir esas páginas de nuestra historia que todos quisiéramos borrar. 

Tenemos que tener en cuenta que después de un gran incidente histórico, y esta crisis económico-sanitaria lo es, la derecha suele hacer cosas terribles. Acordaos de lo que dijo George W. Bush en la Guerra de Irak, “Dios no es neutral.” Esta frase aparentemente vacía guarda en su interior la dinámica ecuánime de todo fascismo, acabar con el enemigo, aplastarlo, destruirlo, matarlo. Dentro del libro de Thomas Hobbes, el Leviatán, está implícita la legitimación por todos los medios de su ideología porque el poder necesita orden y la democracia necesita orden. Hemos de preguntarnos si la democracia tolera el desorden y hasta qué presupuestos, si lo tolera es que sigue siendo una democracia, si no lo tolera pensad en la desproporción de la respuesta ante el secesionismo catalán y el uso desproporcionado y violentísimo de los cuerpos de represión política del estado. Así veremos lo frágil que es nuestra democracia y lo cerca que está de echarse en brazos del fascismo. La democracia se transforma en el miedo al prójimo y se crea la paranoia, el miedo es el enemigo de la democracia. Un fascista es un burgués asustado. Cuando la burguesía se asusta apela a cualquier remedio, incluso el asesinato. 

Llegados a este punto recordemos a quién está persiguiendo la justicia franquista, quién está siendo acosado constantemente en su propia casa, sobre quién se ha utilizado la apisonadora comunicacional para ser difamado y ultrajado, sobre quién recaen las amenazas constantes, incluso de muerte, de la ultraderecha de este país y tendréis la respuesta de quién es el demócrata y quién el poder. 

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