Un día, con 24 años, Anthony Loffredo, vigilante de seguridad, sintió una verdad que se le revelaba con total claridad: «Tuve un cambio cuando era guardia de seguridad. Me di cuenta de que no estaba viviendo mi vida de la manera que quería».
Lógicamente, en lugar de luchar colectivamente para cambiar la sociedad en pos de una sociedad de libres e iguales en la que todos podamos desarrollar en plenitud nuestra personalidad y aficiones, Loffredo tomó una decisión mucho menos loca y rocambolesca. «Dejé todo a los 24 años y me fui a Australia. Se ha convertido en algo normal, incluso inconsciente, pensar en mis planes para los próximos meses. Me encanta ponerme en los zapatos de un personaje que da miedo».
Como consecuencia de esa liberación, nuestro protagonista se ha extirpado las orejas y la nariz, se ha cortado la lengua por la mitad, se ha tatuado todo su cuerpo, incluido el blanco de los ojos, y se ha puesto implantes en la cabeza.
No obstante, este francés de 31 años aún no ha terminado su proceso de transformación en alien ya que, según sus cálculos, apenas ha llegado a completar un 16% del proceso.