Continuando la espiral demente del posmodernismo, no hay día que no surja una nueva locura como producto de esa ideología reaccionaria e individualista. Por si fueran poco todos los delirios que los ideólogos capitalistas difunden e intentan meter con calzador entre los jóvenes, ahora llega un nuevo concepto: el «transracialismo».
Una mujer alemana, Martina Big, aficionada a la cirugía plástica extrema, y tras implantarse unos pechos de 12 kilos, ha tomado la decisión de que su vocación en la vida es ser negra. Para conseguirlo, además de recibir continuas sesiones de rayos UVA, se ha inyectado melanina durante años.
Por otro lado, afirma que su cabello y su color de ojos han cambiado «espontáneamente» y que, el día que tenga hijos, estos nacerán negros.
Por supuesto que, en coherencia con su «autodeterminación étnica» ha cambiado de nombre, bautizándose en Kenia con el nombre de Malaika Kubwa, mucho menos germánico que el que tenía en origen.
Su convicción es tan profunda que Malaika ha decidido mudarse a Kenia, para poder estar con su «gente» y, así, no sentirse extraña en una tierra extranjera como lo es Alemania, el país en el que nació, para ella. «No sólo me parezco a una mujer africana, también siento que ahora lo soy. Pasé un tiempo en Kenia y me sentí como en casa«.
«No digo que todo el mundo tenga que apoyar mi transformación, pero quiero que acepten que ahora soy una mujer negra y real«, afirma la teutona «transracial».
