Manifestaciones nacionales: falsas equivalencias, capítulo II

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«Esperen a que la gente pueda salir de casa, lo de Núñez de Balboa va a parecer una broma.»

Isabel Díaz Ayuso el 14 de mayo, cuando empezaban a aparecer manifestaciones contra las medidas sanitarias.

Manifestaciones: la expresión popular de las muchedumbres oprimidas plantando cara al poder por sus abusos. Una multitud expresando su voluntad en el caso más común, y en último extremo enfrentándose sin más armas que sus cuerpos y su voz a las fuerzas opresoras. Es muy difícil no sentir compasión y simpatía por el manifestante. Son seres débiles frente a un tirano poderoso que abusa de su fuerza y siempre merecen nuestra solidaridad… ¿O tal vez no?

Hace poco escribí el primero de una serie de artículos en los que pretendía desmontar falsas equivalencias tejidas por el poder mediático de la derecha para vender la idea de que «los extremos se tocan», «es lo mismo», «la doble moral de la izquierda», etc. El segundo capítulo, que hoy abordo, se refiere a uno de los subterfugios más recurrentes. Ojalá pueda con él hacer comprender que no todas las manifestaciones son iguales. Que Dios me ilumine.

Empecemos por casa: resulta muy evidente que la gente que sale a defender la educación de calidad para sus hijos, o los MIR que se manifiestan en Madrid para pedir, ni siquiera que se reconozca su labor durante la pandemia, sino que se les proporcionen las condiciones normales para su trabajo, o los que defienden su barrio de obras faraónicas absurdas que endeudan al ciudadano y enriquecen a constructoras, merecen nuestro apoyo. Sin embargo, dependiendo del grado de encono de la protesta, los dos primeros colectivos nombrados son tratados con frecuencia en los medios como enchufados de algún chiringuito por «la dictadura progre». En el barrio de la Gamonal de Burgos, osaron tocar lo más sagrado del sistema: el capital de las constructoras. Directamente pasaron a ser molidos a palos por las fuerzas de orden y tratados poco menos que de terroristas.

Las fuerzas del orden en actitud desafiante frente a los manifestantes de la Gamonal.

En cambio esas que tienen ustedes en mente donde «se defiende España» se luce mucha banderita y se pide… bueno, lo que se pida que tenga que ver con los símbolos nacionales, suelen gozar de la simpatía de los medios, y raramente se verá un solo palo en ellas. El colectivo de pijos del Barrio de Salamanca y de Núñez de Balboa que últimamente pide «libertad» (léase no someterse a medida sanitaria e higiénica alguna durante la pandemia, especialmente si afecta a sus negocios, entendidos estos aparte de quienes en ellos trabajen) ha violado varias veces las normas relativas a las concentraciones, en el último caso los hemos visto en Colón hace pocos días reivindicando hasta los besos en la boca entre desconocidos y la ausencia de mascarillas (se han aprendido, se ve, que lucir solo banderitas y símbolos anticomunistas no vendía). Antes de la manifestación recibieron apoyos públicos importantes, incluido el de un conocido cantante, y cuando los medios han comprobado que han superado el límite de credulidad e imbecilidad de los españoles, sí se les ridiculiza con la boca pequeña, varias autoridades han prometido «duras sanciones» sin concretarlo en ninguna acción etc. Vamos, que estos no se enfrentan a ningún poder, todo lo contrario, tienen el apoyo de un aparato mediático, judicial, económico, etc, que no se ha presentado a las urnas y que no soporta que un gobierno con algún leve giro a la izquierda, porque no hay más, le mande inspecciones de trabajo, regule sus empresas, etc.

Para el que tenga ganas de engañarse o buscar subterfugios: sí, los magufos de Colón son los mismos que siempre han escogido dicha plaza como centro de sus protestas.Los pijos del Bario de Salamanca y Núñez de Balboa. Aquí tienen a la organización en Twitter, definiéndose en su perfil como «transversal anticomunista» (estamos acostumbrados a que la extrema derecha se defina como «transversal» y/o «apolítica», pero que lo hagan poniendo a continuación un condicionante ideológico es el culmen) y twitteando desde la manifestación:

Como pueden ver si recuerdan la cita que abría este artículo tienen un apoyo muy claro de cierto lado del espectro político, Y Santiago Abascal ha llegado a citar sus delirios en el congreso, recuérdenlo, aquí lo tienen.

Por cierto, es interesante que Abascal repita casi todo lo que oye decir a la ultraderecha americana, porque próximamente en el siguiente capítulo de esta serie trataremos de las manifestaciones a nivel global, la organización de eso que se ha dado en llamar la internacional del capital. De momento, a modo de avance, dado que es el movimiento actual de la partida de Risk internacional que juega el ciudadano contra el Gran Capital les informo de algo que no he visto que avisen los medios de comunicación de consumo mayoritario, esos que solo repiten la propaganda otanista sobre Bielorrusia: esa bandera roja y blanca que portan los manifestantes bielorrusos oficialmente «güenos» es la que en otro tiempo usaron los colaboracionistas nazis de ese territorio durante la ocupación de la URSS. Volveremos a explicar por qué deben desconfiar de cualquier manifestación que pida vaguedades como «libertad» y «democracia».

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Yago Pérez Varela
Yago Pérez Varela (Madrid). Aunque en cierta época se fijó en las ciencias, acabó notando que la historia era su pasión y lo que le gustaba. La historia le ha permitido ejercer labores gratificantes en documentación e investigación, pero al ser un villano también ha conocido empleos precarios. Quiere a su villa natal de Madrid, aunque le preocupa ver que a veces paga el precio de ser capital de un país, y como tal, refugio de oligarcas.

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