Las vanas doctrinas del podemismo

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A cuenta de la sugerencia que se me hizo, la cual es en verdad pertinente, expondré algunos puntos que conciernen a la filosofía (por llamarla de algún modo) de los profetas del podemismo. ¿A qué se debe este nombre? Bien, porque no sólo se ciñe al pensar y obrar de un partido político de reciente nombre, sino a unas doctrinas y profecías que brotaron en la tierra fértil de las clases populares, esas que, por falta de agricultor, sólo alimentaban a los yerbajos de un oportunismo caduco y a la cizaña de la Aristocracia Obrera. Vinieron nuevos sembradores, directos desde la Complutense, y como la habichuela mágica del cuento, se alzaron los tallos de las nuevas plantas hasta el mismo firmamento.

La televisión acogía sus palabras, toda la izquierda se alineó en torno al mismo profeta, las asambleas congregaban a un número jamás visto de asistentes, y el rumor del ‘Sorpaso’ parecía que se tocaba con las palmas de las manos por la densidad que cobraba en el aire.

“¡Dejen lo antiguo y desfasado!”, “Asaltaremos los cielos”, “hemos venido acá a ganar”, y todo tipo de soflamas se arrojaban entre las masas. Pronto vinieron los famosos setenta diputados, y a pesar de no darse el ‘sorpaso’, ya parecía que poco quedaba para alcanzar el mismo cielo… A dos mil veinte todo aquello queda atrás, y estamos persuadidos por los acontecimientos actuales de que eran vanas doctrinas. Los “desfasados” y “trasnochados” siempre lo supimos, que esto no llevaba a nada, lo dijimos, pero la embriaguez de las falsas ilusiones y los rápidos éxitos tramposos no permitieron escuchar nada más. Acá estamos, hastiados y agotados, con derrota tras derrota y cayendo en picado, sin embargo, los profetas siguen obstinados en seguir sembrando el mismo veneno, permaneciendo sordos ante los “antiguos”, y defendiéndose de ellos con todo tipo de malas artes. Y los rectores de la izquierda, aún siguen embriagados, sin sentido ni respuesta. Aún siguen tras los malos sembradores, creyendo que no hay otra opción ni salida… Mas la única salida que están hallando es la del fracaso, y cada vez mayor.

Empero ¿a qué se debe el éxito del podemismo entre las filas de la izquierda? ¿En qué se fundamentan sus profecías y vanas doctrinas? Hay que responder a esto:

Hemos de retroceder hasta hace cuarenta años. Aunque el PCE ya estaba lidiando con la nefasta escuela del eurocomunismo en la clandestinidad, hecho que denunciaron con vehemencia dignos comunistas como Enrique Líster o Elena Ódena (la cual lo hizo de manera magistral), en la transición esta escuela queda definitivamente consolidada y con el poder de manera indiscutible. Entre sus maravilloso postulados figuraba la posibilidad de cambios progresivos significativos de manera parlamentaria, concibiendo al nuevo régimen como un organismo neutral entre las clases al implantarse mecanismos de democracia representativa; éste fue un grave atentado a la doctrina del socialismo científico, entre tantos otros. Pero lamentablemente esta concepción arraigó en el Partido Comunista, el cual gozaba de un gran prestigio entre las clases populares y aún estaba en matrimonio con ellas mediante su acción en las Comisiones Obreras, las Asociaciones de Vecinos y otros frentes de masas; además de sus heroicas gestas en la guerra y la clandestinidad, las cuales perduraban en la memoria de los españoles (perduran y perdurarán por siempre). Y todo a pesar de las infames fechorías de traidores como Tamames, Almeida, Solé Tura, Sartorius, etc de concubinato concupiscente, reiterado hasta el día de hoy, con el nuevo franquismo disfrazado de liberal.

Entramos en una fase de recesión política y retroceso. Dinamitada la estructura tradicional leninista y convertido en un nuevo partido burgués, la Aristocracia Obrera y el viejo oportunismo va cobrando cada vez más peso en la dirección del partido. ¿Revolución? Demasiado estridente, asusta ¿dictadura del proletariado? Eso es viejo y suena feo, no vende, no da votos. ¿Sindicatos? Sólo da problemas y es mucho trabajo. ¿Instrucción? No hace falta, sólo peguemos carteles para las próximas elecciones… Es decir, el utilitarismo, el electoralismo, el divorcio con las masas, etc fueron arraigándose, viles vicios bien estudiados por los maestros del socialismo, que jamás han de consentirse en la vanguardia obrera. Y el tiro de gracia: la caída de la antigua URSS y las democracias populares europeas, justificó aún más a la atroz Aristocracia Obrera frente a los comunistas, que ya estaban en una posición debilitada. El prestigio, la credibilidad, y el matrimonio con las masas se desgarra y se debilita, hasta quedar en nada, y el PC, en este caso Izquierda Unida, se convierte en poco más que una marca electoral, que obviamente nada significativo puede hacer en un régimen burgués y jamás puede ganar en publicidad y recursos financieros a los monopolios a la hora de hacer campaña.

La formación entró en una fase de parálisis, vegetaba, pero gracias a los pocos nexos que los comunistas mantenían con las clases populares en sus frentes, y el inmenso prestigio histórico que aún guardaban (aún tras el armario de siglas ajenas) los hizo mantenerse en ese estado. Sin avances ni retrocesos significativos.

En todo esto llegó el estupendo podemismo, los sectores más oportunistas y aristocráticos de las juventudes, entrenados en las universidades burguesas e inspirados por la politología norteamericana. Estos fueron preparándose hasta que finalmente se lanzaron a la ofensiva. Sus extrañas relaciones con personajes como Roures, y su capacidad maquiavélica, les hicieron ganar espacio mediático y atacaron desde fuera al débil poder que aún los comunistas tenían.

El podemismo encontró un caldo de cultivo perfecto, una izquierda corrompida y poseída por la Aristocracia Obrera que priorizaba las elecciones y las instituciones burguesas ante todo, unas posiciones comunistas debilitadas, y en consecuencia sin defensas ideológicas ante el anticomunismo furibundo hegemónico entre nuestras sociedades; además de un hartazgo de la situación de parálisis que se arrastraba en la izquierda, y la orfandad ideológica y política en la que se encontraban las masas. De ahí su éxito.

El podemismo, parte de las concepciones heredadas de la Aristocracia Obrera dirigente del partido: La neutralidad del estado, y la posibilidad de cambios con mayorías parlamentarias. Si a este ingrediente, se suman las concepciones burguesas de la politología norteamericana que reduce la política a un mero juego electoral y parlamentario, tenemos a la escuela profética que analizamos. Lo que se traduce en una vuelta de tuerca más en la dirección opuesta a la correcta, una vuelta de tuerca más al oportunismo.

La politología norteamericana obvia por completo la lucha de clases, luego las débiles concepciones en favor del matrimonio con las masas quedan sepultadas. Todo queda en un mercado, como efectivamente entiende la burguesía el mundo, donde se vende un producto y ha de ser comprado.

Todo producto ha de ser apetecible al consumidor y ha de gozar de buenos publicistas. Para entender cuáles son los gustos del consumidor, esto es, el electorado, han de revisarse las encuestas políticas y encontrar cuál es el nicho de mercado más abundante, y asimismo a aquellos que no han sido explorados por otros aunque sean minoritarios; esto es lo que llaman ‘targets’ (objetivos en inglés), luego el producto a vender ha de ser diseñado acorde a los gustos del consumidor. Por lo que se lanza el producto: un “relato” (charlatanería vacua) a los ‘targets’ del mercado electoral, con la catapulta de los medios de comunicación de la clase dominante, con el fin de atrapar el máximo número de votos posibles, lo que se traduce en más poltronas, lo que significa más capacidad de juego en la política burguesa; la cual es el motor de la sociedad. Por lo que nos queda una sencilla ecuación en el ‘Manifiesto podemita’: El motor de la historia deja de ser la lucha de clases, para ser la lucha de poltronas, y para colmo, poltronas en la casa del enemigo, sometidas a su criterio, normas y antojo. La cumbre de la estulticia.

¿Cómo puede tener arraigo este disparate? Puede porque evidentemente, es como una golosina enfrente de la puerta del escuela de la Aristocracia Obrera, que ya gozaba de poder entre las filas de la izquierda. Bien, se acabó cualquier atisbo de trabajo de masas o sacrificios personales, ya tenemos la justificación y plataforma perfecta para vivir plácidamente de las prebendas del enemigo, a cambio de implementar las medidas a las que dé permiso.

Entonces ¿a qué se debe la obstinación a la coalición del ejecutivo del estado burgués? Primeramente, el gobierno supone un amplio cupo de cargos a repartir con dignatarios y administrativos de todo pelaje, además de que confían con moverse astutamente entre los mínimos espacios políticos y parlamentarios que deja la profunda crisis en la que se encuentra el enemigo. Entiende que maniobrando desde el ejecutivo se les da más capacidad para implementar medidas legislativas que a la postre pueden servirles como recursos electorales para una próxima campaña, por lo que entienden al gobierno como un refugio en el que resguardarse del temporal de la debacle electoral que están padeciendo por motivos evidentes… Porque el “relato”, como la mentira, tiene las patas muy cortas, y las clases populares no son tan estúpidas como ellos se creen.

Y ¿qué sobre la famosa ley ‘Trans’? ¿Por qué insistir en un proyecto de ley que carece de fundamento médico y científico alguno y es peligroso para la infancia y las mujeres? Sencillo, se debe a la doctrina de los ‘targets’. Los grupúsculos universitarios inspirados por las universidades anglosajonas, y consagrados a reflexionar sobre el sexo de los ángeles (en este caso del hombre) tienen una poderosa influencia entre la juventud urbana, la cual, ante la gravísima orfandad ideológica que tienen conjuntamente con sus vivos deseos de cambio social, les lleva a agarrarse desesperadamente a todo aquello novedoso y con aspecto de revolucionario.

El ‘target’ del feminismo tradicional estaba muy disputado con el PSOE y no les garantizaba votos. Esto les permite concretar más y asegurarse los votos de ese ‘target’. Del mismo modo, es completamente gratuito, porque al enemigo de clase no le supone ningún problema semejante disparate.

Nuestra era, es la era de todas las identidades del mundo, salvo por supuesto, la proletaria.

Nuestra era, es la era de todas las revoluciones del mundo, salvo por supuesto, la socialista.

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