Fuentes del Ministerio de Igualdad se han comprometido este miércoles a garantizar la conocida como «autodeterminación de género» y la despatologizacion de la transexualidad. Sobre lo segundo no hay mayor problema, ya que en 2018 la propia Organización Mundial de la Salud dejó de considerar la transexualidad como un trastorno mental. Pero ¿qué significa eso de la «autodeterminación de género»? Según los defensores del transactivismo y de la «teoría queer» significa que cualquier persona ya no es considerada hombre o mujer en función del sexo biológico, sino de su género. El género es un constructo social, es la base de la desigualdad de las mujeres con respecto a los hombres y la herramienta que el patriarcado lleva siglos utilizando para dominar a las mujeres. Defender que alguien se pueda «sentir» mujer u hombre en función del género, es sexismo puro y duro, porque es aceptar que hay cerebros rosas y cerebros azules. No existe un género sentido, se puede ser mujer y no gustarte el maquillaje o ponerte vestidos, o una niña jugar al fútbol y seguir siendo una niña.
Por otra parte, a las mujeres se nos discrimina y explota en base a nuestro sexo: para optar a un puesto de trabajo, se nos pregunta sobre nuestra intención de ser madres; la mayoría de víctimas de la trata, son mujeres y niñas. Si el género es lo que nos define como mujeres, entonces la opresión y la violencia que sufrimos es producto de una elección, vamos que están diciendo que las mujeres víctimas de violencia machista, lo son porque así lo han elegido, ¿no?
Estamos completamente de acuerdo con que hay que defender los derechos de las personas transexuales y evitar la discriminación que sufren producto de la transfobia, pero sin menoscabar los derechos de las mujeres así que si esta ley sale adelante, supondría un paso atrás para el movimiento feminista.
Todo este debate no es fruto de la casualidad: en un momento en el que el feminismo está en auge, que mejor caballo de Troya para reventarlo que la «teoría queer» y el transactivismo, ambos neoliberalismo puro y dudo pues apelan al individualismo más absoluto.
