Y muere sin haber pisado un tribunal por todas las torturas que cometió, además de las prebendas que aún tenía y que ningún gobierno de esta «ejemplar democracia» se atrevió nunca a quitarle. Otro fascista que muere en la cama….
Que haya muerto así, sin pagar por todo lo que hizo durante sus años en la Brigada Político Social, no nos puede alegrar. Se ha muerto un indeseable, un mal bicho pero quiénes sufrieron sus torturas se quedan sin el consuelo de no verlo pudrirse en la cárcel. Además, que haya muerto de esta forma, demuestra lo que dijo Franco antes de morir «lo dejo todo atado y bien atado» y esta democracia no será tal hasta que no la podamos desatar del todo y depurar los crímenes cometidos durante el franquismo, pero también durante eso que algunos llaman «transición democrática».
Además, al morir por covid-19, recibirá el homenaje de Estado a las víctimas, una macabra broma del destino. No nos alegramos por su muerte por los motivos antes expuestos, pero desde luego tampoco la sentimos. Ha muerto una mala persona, un sádico, un fascista que disfrutaba torturando a quiénes lucharon por los derechos de la clase trabajadora.
