China ha dado una esperanzadora noticia en la lucha contra el coronavirus, que tiene a millones de personas confinadas por todo el mundo y está causando miles de muertes todos los días, anunciando el ensayo clínico de dos nuevas vacunas inactivadas, es decir, basadas en la versión muerta del patógeno.
El primero de ellos está siendo llevado a cabo por varias empresas, bajo la dirección de Sinovac Research & Development, que ya trabajó también en una vacuna contra el SARS de 2003, mientras que el otro va a ser emprendido por el Instituto de Virología de Wuhan junto con Sinopharm, en 1.396 voluntarios de la provincia de Henan, y se prevé dure hasta noviembre de 2021.
Al mismo tiempo, el gigante asiático continúa la investigación de una tercera vacuna, por parte de la Academia China de Ingeniería, tal y como informó hace ya varias semanas, generando expectación en la población de los cinco continentes.
A pesar de la desconfianza de los especialistas occidentales, la República Popular China está segura de conseguir una vacuna antes de fin de año cuando planean comenzar «una producción a gran escala, segura y efectiva», en palabras de la epidemióloga Chen Wei, de la Academia Militar de Investigación Médica, dependiente de la Academia Militar de Ciencias.
