Hay personajes sobre los cuales hay unanimidad de criterio en los medios de comunicación españoles. Uno de ellos es Donald Trump. Los usuarios de estos medios no son capaces de entender como un tipo así ha podido ganar las elecciones presidenciales de USA. Un estado, por otra parte, idolatrado por gran parte de la población. La primera cuestión que nos debíamos plantear sobre el hombre fuerte del régimen estadounidense es el por qué los grandes medios transmiten esa pésima imagen de un político conservador.
El gran capital norteamericano tiene intereses económicos en todo el globo. Los hombres más ricos del planeta son personajes que manejan enormes fondos de capital, personajes como George Soros, aunque en su en su mayoría son multimillonarios que protegen su identidad y son desconocidos para el gran público. Otra clase de multimillonarios son los accionistas mayoritarios de tecnológicas como Google, Facebook o Microsoft, gente de los cuales los medios transmiten una imagen de benefactores, siendo Bill Gates es el ejemplo más claro. Unos y otros controlan, como no podría de ser de otro modo, los grandes medios de comunicación. Y estos, los más ricos del planeta, no apoyan a los Republicanos, al menos no ahora, sino que en las últimas elecciones apoyaron totalmente a Hillary Clinton. Para ellos los políticos demócratas son los gestores que más favorecen sus intereses económicos.
Obama, por ejemplo, en el ámbito económico promovió el libre comercio mundial y la libre circulación de capitales sin control alguno. El primer presidente negro del imperio no implementó ninguna política de control de los paraísos fiscales. En el ámbito interno, la políticas fueron neoliberales que empobreció a la clase trabajadora, se fomentó la deslocalización de la actividad industrial, lo que envío al paro a gran parte de trabajadores usamericanos. En política exterior impuso sus políticas económicas, y cuando algún país se declaraba rebelde a los mandatos que provenían de Washington, los bombardeaba sin compasión. Obama, el Nobel de la Paz que bombardeó 7 países en menos de 6 años de presidencia. Eso sí, asesinaba a civiles en nombre de la paz, la democracia y los derechos humanos.
Trump es una especie de Jesus Gil, es un promotor inmobiliario y a la vez estrella de la televisión basura. Este propietario de edificios emblemáticos representa a los intereses económicos internos norteamericanos, como son el sector inmobiliario, la agricultura o la industria pesada. En la defensa de estos importantes sectores económicos puede haber coincidencia de intereses entre la burguesía reaccionaria y la clase trabajadora nacional (algo a lo que no es ajeno Europa Occidental). América First, los americanos primeros, fue su lema electoral con el que triunfó en su país. Sustitúyase “americanos” por “españoles”, “italianos”, “flamencos” o “británicos” y se entenderá perfectamente como el fenómeno nacionalista se está extendiendo como un cáncer entre los países ricos y opulentos.
Donald Trump ganó las elecciones en territorios, antaño feudos demócratas, con un cuerpo electoral con una gran presencia de la clase trabajadora dedicada a la industria de automoción que había visto perder muchos puestos de trabajo por la deslocalización de esta producción. El reaccionario presidente se ha involucrado en una guerra comercial contra todo el mundo, ha denunciado el Tratado de Libre Comercio con Canadá y México, ha iniciado una guerra comercial con China al aumentar los aranceles a los productos importados del gigante asiático y ha sancionado a las economías europeas por las subvenciones a Airbus. Y como buen reaccionario, no ha dudado en culpar a la inmigración de las penalidades que sufre la clase trabajadora aborigen.
Estas políticas económicas dañan los intereses de los dueños de los grandes fondos de inversión y de las tecnológicas. De ahí la inquina que le profesan y la campaña en su contra de los grandes medios de comunicación. A pesar de tener la mayoría de los medios en contra y tener sólo a su favor a la cadena Fox, Donald Trump pudo imponerse en unas elecciones que priman el voto de los estados menos poblados y, por tanto, más conservadores.
Pero una cosa es tener el gobierno y otra muy diferente tener el poder. El gran capital norteamericano ya está en campaña para que Trump no repita mandato, algo que es usual en el imperio. En los últimos tiempos, solo el fallecido recientemente Jimmy Carter no fue capaz de revalidar su presidencia. Los demócratas ya han iniciado el juicio político (impeachment) al actual inquilino de la Casa Blanca. Paradójicamente, la crisis ucraniana urdida desde la CIA para desgastar a Rusia, lo que ha ocasionado es este enorme desgaste para la presidencia de USA. Probablemente, no será el único escándalo que golpee a Trump, no nos extrañe que en fechas próximas aparezcan grabaciones comprometedoras de índole sexual, algo que será devastador en una sociedad tan puritana como la usamericana.
Otra lección que podemos extraer del ascenso de Donald Trump, es que ni los diarios, ni los informativos de la televisión o radio nos dan las claves para entender este fenómeno. Han sido dos series televisivas norteamericanas las que, a mi juicio, explican mejor se han acercado la actual situación política. The Good Fight está narrando magistralmente la lucha de poder entre demócratas y Donald Trump. Y ‘La voz más alta’ (‘The Loudest Voice’) que cuenta como la historia de Roger Ailes, antiguo presidente de la cadena Fox News y su apoyo al actual presidente.
No es mi intención inagurar mi columna en elcomun.es para defender a un millonario machista, reaccionario y racista, sino simplemente tratar de compartir mi visión del ascenso y próxima caída de un político atípico como Trump. Recordando que las políticas demócratas han sido nefastas para las clases más desfavorecidas de EEUU y también para el resto del mundo, de hecho, Obama bombardeó mucho más en su primer mandato que Donald Trump. ¿Y de la influencia rusa qué? Estará pensando más de uno. Eso me lo guardo para la próxima colaboración.