En la mañana del jueves 26 de enero, el ejército de Israel llevó a cabo una operación militar a gran escala en el campo de refugiados de Yenín, al norte de Cisjordania, que dejó un saldo de 9 muertos, decenas de heridos y numerosos daños materiales.
La justificación empleada para esta nueva masacre era la de desmantelar los supuestos planes de un ataque terrorista que estaba siendo organizado por algunos de los asesinados.
Testigos del propio campo de refugiados declararon a la agencia de noticias Anadolu que las fuerzas represoras coloniales llegaron al campamento en un vehículo frigorífico de transporte de productos lácteos, rodeando una casa, contra la que dispararon varios misiles.
Durante la masacre, que duró 4 horas de forma ininterrumpida, las fuerzas sionistas impidieron que las ambulancias entraran a socorrer a las víctimas, disparando contra una de las ambulancias, e incluso lanzaron gases lacrimógenos hacia la unidad de pediatría del Hospital Gubernamental de Yenín, según declaraciones del Ministro de Salud palestino en un comunicado.
No es la primera vez que Yenín es castigada de esta forma por las fuerzas sionistas. Desde que en el año 2002 fuera víctima de la operación “Escudo Defensivo”, en que Israel asesinó a 52 palestinos, la ciudad ha sido sometida a este tipo de ataques en varias ocasiones.
Solamente en lo que va de año, Israel ya ha asesinado a 30 palestinos, de forma absolutamente impune y sin que la comunidad internacional esté moviendo un solo dedo. La respuesta por el pueblo palestino, sin embargo, no se ha hecho esperar. La gente está saliendo a la calle en Haifa, en la Palestina Ocupada, así como en otras ciudades tanto dentro como fuera de Palestina, como Ammán, Damasco, y en los campos de refugiados libaneses.
Dentro de Palestina, varios cohetes han sido lanzados como respuesta desde la Franja de Gaza, y un tiroteo ha sido perpetrado en una sinagoga en Jerusalén, matando a 7 israelíes. Tiroteo que algunos medios de comunicación han tildado de “ataque terrorista”, mientras que a la masacre de Yenín tildan de “incursión”.
