Se le acabó la fiesta

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Rubén Sánchez

Los políticos que cobran un sueldo y pagan sus impuestos son unos corruptos. Los buenos son los que reciben de empresarios sobres con 100.000 euros a cambio de favores. Tú no lo entiendes porque no eres una ardilla.

Para entenderlo y compartirlo hay que ser tan egoísta como rematadamente imbécil. Tanto como para creer que si nadie paga impuestos, seguiremos teniendo sanidad pública. Tanto como para pensar que si no hay sanidad pública seguirán existiendo seguros privados de salud por 100 euros al mes.

El disfraz de luchador contra la corrupción con el que se presenta Alvise Pérez se le ha hecho jirones esta semana cuando un periodista ha destapado que, mientras se preparaba para concurrir a las elecciones europeas, pidió al dueño de un chiringuito financiero «fondos que no requieran ser controlados por el Tribunal de Cuentas».

Alvise pidió el dinero al propietario de un negocio sobre el que había alertado la Comisión Nacional del Mercado de Valores y que ha terminado cerrando, quedándose con el dinero de sus inversores. Y se lo pidió con la promesa de que, cuando fuese eurodiputado, le ayudaría haciendo lobby en defensa de sus intereses. Incluso le aseguró que podía convertirse en llave para que PP y Vox gobiernen España y que lo condicionaría a cambiar las leyes que intentan protegernos de esos peligrosos chiringuitos financieros que pueden provocar la ruina quienes invierten en ellos.

Y ahora que la Fiscalía considera que existen indicios de financiación ilegal en las actividades de Alvise, Pérez ha reaccionado diciendo que el dinero fue por un “trabajo sin factura”. Él quiere creer que todo puede acabar con una multa de Hacienda, que tan solo le obligaría a devolver el 25% de esos 100.000 euros, y no en una condena penal por la que sería multado con entre tres y cinco veces el importe recibido.

Pérez creía que el éxito de su personaje no iba a parar de crecer. Pero Alvise lo va a tener muy difícil para seguir sosteniendo ese discurso plagado de insultos, bulos racistas y memeces sacadas de El club de la lucha sin que su “trabajo sin factura” le pase factura y sin tener que aclarar el origen de todos sus ingresos y a cuanto asciende ya su fortuna personal.

Luis Pérez Fernández sigue soñando con ser Brad Pitt. Pero cuando despierte se dará cuenta de que su personaje es el de Edward Norton. La película que se ha montado va a tener un final muy distinto al que pensaba. Curiosamente, fue él mismo quien escribió lo que acabará pasándole. Se le acabó la fiesta.

Soy Rubén Sánchez y en ocasiones veo fraudes.

Editorial del episodio 50 del pódcast En Ocasiones Veo Fraudes

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