Ni fue cumbre ni tampoco de paz

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En otras ocasiones hemos acudido a la paradoja de que la famosa distopía orwelliana se estimase referida al supuesto totalitarismo de los países socialistas, pero haya sido irónicamente el imperialismo quien la haya hecho realidad y además superando ampliamente todo lo imaginado. Porque aquellos novelescos Miniver o Minipax quedan en pañales ante el desborde de creatividad fantástica de los organizadores de la Cumbre de la Paz.

Finalizó este fin de semana esta Cumbre de la Paz para Ucrania, evento que reunió principalmente a los líderes occidentales, excepto Biden, que delegó en la no menos maravillosa Kamala. De ello nos mantuvieron plenamente informados los noticieros españoles, durante los intervalos entre partidos de la Eurocopa de Alemania.

Según los titulares de la prensa nacional, incluidos los que se estiman progresistas, la reunión tuvo un resultado poco positivo pues los acuerdos no fueron firmados por una serie de países y otros directamente no asistieron o enviaron delegados puramente testimoniales, por motivos que esos medios consideran «desconfianza» de países del sur global y de oriente. Por tanto, llamarlo cumbre no es del todo correcto, pues faltaba una buena parte del planeta. La mayor y más poblada, concretamente.

Pero tampoco es exacto que fuese de paz, pues más bien se diría que fue de justificación de la guerra. Que los principales actores de la cumbre lleven un par de años acumulando capital y armas para enviar a Ucrania, o que hayan acordado que atacar con misiles territorios rusos es legítimo, no era un antecedente muy apropiado para hablar en términos de paz.

Tampoco marcaba un buen inicio que los convocantes no hayan podido poner freno al comercio de armas con Israel. Extraña cumbre de pacifistas la que se produce mientras tiene lugar la masacre del pueblo de Palestina y ni siquiera se ponen de acuerdo en considerarlo un genocidio.

Además, en cuanto al otro asunto tratado, la crisis alimentaria derivada de la inseguridad comercial, se perdió una oportunidad extraordinaria para averiguar qué pasó con el mayor atentado ecológico y a los recursos de los que se nutría la producción europea: no se debatió qué ocurrió finalmente con la voladura, anónima e inesperada, de los gasoductos Nord Stream.

Se ve que esos señores no estaban allí para discutir asuntos de tuberías ya dejados atrás. Lo pasado, pisado. Así que la inquietud estaba enfocada en la actualidad de dos intereses trascendentales: la seguridad nuclear y el tránsito marítimo.

Cualquier persona mínimamante sensata, podría advertir que, si se buscara realmente la paz, convendría cesar las agresiones a territorio ruso, o el conflicto cerca de reactores de plantas nucleares, así como el tránsito de buques de guerra y de cargueros con armas a través del Mar Rojo para evitar, por ejemplo, la respuesta de hutíes.

Pero esto no se trató, en resumen los organizadores concluyeron que la culpa es de Rusia, de China y de otros países afines. A esa conclusión llegaron las mentes preclaras de nuestro orden basado en reglas.

Y pensar que, durante años, los sabios expertos del progresismo español nos advirtieron una y otra vez: Putin tampoco es santo. Y todavía añadían: Rusia tampoco es la URSS, ni China es comunista. ¡Cuánto tiempo se habrían ahorrado los convocantes de la cumbre si hubieran invitado a nuestras águilas del análisis geopolítico!

¿Es posible saber qué dijeron los mandatarios de estos países acerca de la paz? Mirando la prensa española, difícilmente. Pero hurgando un poco es posible encontrar la versión sobre la paz de Rusia o China, aunque solo sea por aquello de contrastar.

En un discurso pronunciado ante el Ministerio de Exteriores el pasado día 14, Putin recordó una vez más que la Federación Rusa no tiene intención de atacar a Europa, que esto es lo contrario de lo que su país desea, que más bien espera el retorno de las relaciones comerciales fluidas con los países fronterizos a su lado occidental. Recordó también el proceso de escalada de violencia en Ucrania, dentro del marco de otras agresiones anteriores como en la antigua Yugoslavia; recordó los ataques contra las repúblicas populares de Donbás, las injerencias y esfuerzos por promover un golpe de Estado, los bombardeos continuados durrante 8 años, el abandono del acuerdo de Minsk, etc.

Recordó también el mandatario ruso los intentos de acuerdos pacíficos con Uctania a principios de 2022, que fueron rechazados. Los intentos posteriores de paz, una vez que los rusos ganaban posiciones en torno a Kiev, igualmente ignorados. Señaló la retirada de tropas de Kiev en marzo de 2022 porque «nos habían asegurado que era necesario crear las condiciones necesarias para la finalización del proceso de negociación política, para la finalización de este proceso. Y que era imposible que una de las partes firmara tales acuerdos, como solían decir nuestros colegas occidentales, con una pistola en la cabeza. Sin embargo, inmediatamente, al día siguiente de la retirada de las tropas rusas de Kiev, los dirigentes ucranianos suspendieron su participación en el proceso de negociación, escenificando una conocida provocación en Bucha y abandonando la versión preparada de los acuerdos. Creo que hoy está claro por qué era necesaria esta sucia provocación, para explicar de algún modo el rechazo de los resultados que se habían logrado durante las negociaciones».

En ese mismo discurso, Putin señaló: «naturalmente no fuimos invitados a la reunión de Suiza. De hecho, no se trata de negociaciones, sino del deseo de un grupo de países de seguir impulsando su propia línea y de resolver a su discreción cuestiones que afectan directamente a nuestros intereses y a nuestra seguridad. Me gustaría subrayar a este respecto: sin la participación de Rusia, sin un diálogo honesto y responsable con nosotros, es imposible alcanzar una solución pacífica en Ucrania y la seguridad europea global en general. Hasta ahora, Occidente ignora nuestros intereses, mientras prohíbe a Kiev negociar y nos insta hipócritamente a negociar. Parece estúpido: por un lado, se les prohíbe negociar con nosotros, mientras que, por otro, nos llaman a negociar e insinúan que nos negamos a negociar. No tiene sentido».

Pues bien, si la intención de esta cumbre de Suiza era la paz, ¿por qué no nos informan de la versión de la otra parte? Aunque sea para recahazarla si es que no es cierta.

Y de paso, ¿por qué no se tiene en cuenta la propuesta de paz de China, que también existe y está propuesta desde hace un año, en lugar de justificarse en que «no se presentó a la Cumbre»? ¿Será porque China no ha condenado esos indicios de que los rusos cometieron crímenes de guerra en Bucha o con la deportación de niños ucranianos a Rusia, por la que la Corte Penal Internacional ha emitido una orden de arresto contra Vladímir Putin?

¿Tal vez la propuesta de paz china no se tiene en cuenta porque insiste en la importancia del acuerdo del grano, teniendo en cuenta que Rusia es uno de los mayores productores de cereal del mundo, por lo que su exportación es crucial para la seguridad alimentaria de países de Oriente Próximo y África como Egipto, Somalia o Líbano?

¿O quizás lo que no gusta de la propuesta de paz china es que exige el fin de las sanciones unilaterales no autorizadas por el Consejo de Seguridad de la ONU, para que queden en evidencia los ridículos intentos de cargar aranceles como los recientemente propuestos a los vehículos eléctricos chinos por ser mejores, más eficientes y más baratos que los que se producen en Occidente?

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