Poema: Telarañas

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Jesús Carretero Ajo

Pasto de la intemperie
y transido de desahucio, el árbol
mira hacia la puerta taciturna
y las ventanas dormidas de la casa
y sueña con ser alma
que la sostenga habitándola.

La casa ventruda y famélica
– tiempo ha que no se refleja el cielo
en los cristales de sus ventanas-,
abrumada por una tierra sin adjetivos,
desea mutilar sus raíces y, a hombros
de un mar con reflejos de sumas
y multiplicaciones, dirigir sus pasos
hacia donde sonríen las fotografías.

Estas cosas pasan donde las calles
ya no se construyen
con los pasos que palpitan y no dañan,
sino con el polvo de los muertos
y las tristes sombras de su propio ayer.

Son las piedras las que recogen el testigo
para contar la historia de lo que un día
fue semilla, retoño, árbol, vida fértil
que un mal viento de velocidad
y prisas arrasó, dejando un poso decrépito
en las espaldas y en los relojes
mientras el aire se iba llenando de telarañas.

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