Polarización

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Una de las palabras de moda al hablar del panorama político actual es la «polarización». Es decir, el choque entre dos supuestos extremos irreconciliables que vuelven el ambiente irrespirable por su intransigencia y los ataques mutuos. Bueno, voy a analizar lo que ha ocurrido en el mes previo a esta campaña de las europeas.

Cuando escribo este artículo Yolanda Díaz lleva aproximadamente 24 horas sin parar de arrastrarse y suplicar perdón por haber citado el slogan propalestino de que «Palestina será libre desde el río hasta el mar». Unos días antes Óscar Puente, el macarra de extremo centro en el que algunos veían casi a un nuevo Che Guevara, había aparecido muy contrito por un comentario sobre el demencial presidente argentino Javier Milei.

Mientras todo esto ocurría, la extrema derecha fascista mundial se reunía en la capital del gobierno socialcomunista y dictatorial de Pedro Sánchez sin ningún problema. Milei insultaba a la familia del presidente del país anfitrión, e Israel, aparte del diario baño de sangre en Gaza, envió a uno de sus ministros a acusar al gobierno de terrorista, carnicero y cargaba sobre el ejecutivo de Pedro Sánchez la responsabilidad por las víctimas de la limpieza étnica que está llevando a cabo con total impunidad el país hebreo. Además el líder del partido organizador de este aquelarre se preguntaba cómo era posible que no hubieran echado a patadas al gobierno elegido en las urnas.

Por otra parte una porción nada desdeñable de la derecha «moderada» europea, incluyendo, por cierto, a Alberto Núñez Feijoo, ha declarado su intención de pactar y normalizar a varios partidos considerados hasta hace poco extremistas, incluidos los Fratelli d’Italia de Giorgia Meloni. La misma que permitió hace menos de un mes un desfile fascista en Milán.

Por supuesto la figura más mediática de la derecha española, Ayuso, no ha faltado a la cita, reafirmándose en su famosa frase sobre la fruta, y declarando que «en la medida de sus competencias» —????!!!!!! ¡Madrid es una comunidad autónoma! ¡No tiene competencia alguna en política internacional!— seguirá del lado de Israel.

Quedaba la reaparición de Miley en esta crónica: varios días más tarde de acudir a insultar al presidente de un país extranjero en su propio territorio organizaba una actuación musical —????!!!!!!— en Buenos Aires y declaraba que «si los argentinos no llegaran a fin de mes ya se hubieran muerto».

No sé, se diría que mantener la idea de la polarización a la vista de lo que han hecho unos y otros en el espacio de tiempo analizado es un poco difícil ¿no? Más bien parece más ajustado a la realidad decir que una derecha echada al monte está a punto de hacerse con el control de las instituciones europeas y que bien por incapacidad, bien por falta de intención, nadie se opone a ellos de modo serio. Porque oyendo a algunos parece que Europa está a punto de ser colonizada por el ejército rojo —¡ojalá!—, cuando de hecho no se ha dado un solo paso en la dirección de socializar bienes u oponerse al mercado libre, más bien al contrario. En cambio que en ciudades como Milán se organicen desfiles fascistas, que se hable abiertamente de campos de concentración para inmigrantes y que líderes extremoderechistas mundiales vengan a insultar y amenazar al gobierno con leve tendencia progre, que no progresista, salido de las urnas, sí que ha ocurrido.

¿A quién habría que culpar? ¿Los medios de comunicación, como siempre? Depende. El mismo día en que me pongo a escribir este artículo el diario ABC, por ejemplo, lleva las opiniones de Abascal como las de una voz autorizada sobre la política internacional. Pero para mí es normal que los medios de derechas tiendan hacia las derechas, sin diferenciar la ultraderecha de los moderados, cosa que visto lo visto no es posible ya.

¿La derecha «güena»? Bueno, estos tienen más responsabilidad que esos medios por no haber hecho nada por diferenciarse de los ultras y por abrir las instituciones a indeseables como Meloni, pero en realidad siempre he creído que las derechas, comparten los mismos objetivos y que sólo les impidió durante mucho tiempo acercarse a los fascistas el hecho de que lo percibían como contraproducente para sus intereses.

En opinión de este villano de Madrid los culpables son todos los políticos de izquierdas que han sido sencillamente incapaces de defender sus posiciones. Esos políticos que como Yolanda Díaz u Óscar puente corren a pedir perdón y amilanarse en cuanto las derechas asoman la patita. O esos que colgándose la etiqueta de «progresistas» no han hecho absolutamente nada para revertir esta situación. Después del numerito lacrimógeno de Sánchez sobre los ataques del lawfare judicial contra su mujer, lo cierto es que no ha tomado ninguna medida concreta. Como no la tomó para cambiar el CGPJ cuando tenía números y medios para ello. Ni siquiera ha sido capaz de responder del mismo modo que al bufón Milei al asesino Netanyahu, que, varias veces ya, se ha permitido el lujo de hacerse el ofendido retirando él a su embajadora de España. De hecho, hemos citado el desfile fascista de Milán, pero sólo unos días más tarde, aquí en Madrid, varios skins organizaron por su cuenta con total impunidad un numerito similar que ni siquiera ha aparecido en los medios. Esos medios ante los que corren a disculparse los políticos de izquierdas en cuanto insinúan que quizás deberían declarar de dónde viene su financiación.

Conlcuímos: si alguna vez se quiere cambiar esto tendrán que moverse para ello las personas de izquierdas, porque está visto que no podemos esperar ayuda de nadie más. Aunque eso polarice. Si hablan de polarización, démosles polarización pero de la de verdad. Nos van a llamar radicales, violentos, stalinistas y directamente terroristas. Pues qué menos que que nos lo llamen por algo.

Los neonazis que desfilaron con total impunidad en la Gran Vía de Madrid en la noche del 6 de mayo con poco eco en los medios.

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