Braulio Moreno Muñiz, @BraulioMoreMu
Voy como cruzando el mar,
apoyando mis pies en trozos de corcho
más pequeños que la isla de mis manos.
En la vida quiero encontrarme
y vivir, pero no sé donde vivo,
no sé si vivo.
Llego a casa ¿qué casa?
¿dónde está ésta?
Quiero llegar a casa y vivir.
Tranquilo, desesperadamente
tranquilo, extrañamente tranquilo,
pero en el fondo inquieto.
Quiere gente extraña
vivir en Sevilla, estar en ella
el tiempo que dure la moda.
Quiero estar yo viviendo
seguro y tranquilo, en mi tierra
que es mi vida,
pero gente extraña viene,
adquiere espacio vital,
lo vende, lo revende
especula y se enriquece,
luego yo, humilde, pero sano
trabajador de Sevilla
me muero de sueño
por no querer soñar
en vano un lugar donde vivir.
II
Veo a mis hermanos andando
por la mañana,
sonríen, lloran. Las alegrías
y las tristezas esperan en la calle
para que ellos se las lleven a casa.
Veo también aquellos que
parecen mis hermanos
y no leo nada en sus caras.
Hoy vino uno a echarme de la casa
donde vivo, de donde moro,
hallo, canto, lloro, sonrío:
“esta casa es mía”.
“pero, yo pago”.
“Sí, pero los turistas pagan más.”
El tiene el derecho adquirido
en dos espacios vitales
y me deja creer que el mío
(uno de los suyos)
es mío a cambio de dinero.
Estoy vacío, no hallo,
no encuentro el rincón mío;
el hospital de las diarias
heridas urbanas,
donde reposar el recuerdo,
donde hallarme a mí
después de estar todo el día
sin ser yo, sólo siendo el de los demás.