Les del taxi eran elles

Decía Pablo Echenique hace unos meses que las feministas (o terfas, como les gusta llamarnos pretendiendo insultar) éramos “cuatro que cabíamos en un taxi”, irrelevantes y relegadas al ostracismo por la (bien engrasada con billetes) apisonadora posmolerda.

Desde aquella alegría en posmolandia han pasado muchas cosas, porque si en algo se parece lo ultramoderno a lo rancio es en los codazos por el poder y los sueldos, el quítate tú pa ponerme yo de toda la vida. Y a pesar de tener masas enfervorecidas de su parte, se han quedado con 5 diputades y 0 ministeries, vetados por todas partes. Así que han decidido echar un órdago y largarse a no respirar al grupo mixto, para intentar arrancar desde ahí las prebendas que les niegan en Sumar (que hay que joderse con la ironía del nombre). 

Desde ahí vigilarán que nadie ose tocar una coma de su estrella de la corona, la ley que ha ilegalizado el feminismo, porque no pueden permitir que quede ningún pervertido de 60 años sin poder acceder a los vestuarios de las niñas, ni ninguna adolescente confusa sin amputarse los pechos.

No éramos cuatro, y seguimos sumando en todo el mundo a mujeres conscientes de la aberración que nos queréis hacer tragar. Y seremos cada vez más no solo porque la ciencia, la lógica, la razón y la ética estén de nuestra parte, sino porque además de todo eso tenemos otra cosa muy importante que a vosotres os falta. Tenemos diez mil años de patriarcado encima y trescientos de lucha contra él con todo y todos en contra y sin dinero ni medios. El feminismo jamás se ha doblegado, ni ante los ataques religiosos, fascistas o conservadores, ni ante los chantajes burdos de los supuestos aliados. 

Por cierto, como no cabíamos en el taxi hemos alquilado una flota de autobuses y os lo hemos dejado recién lavado y pasada la ITV, con las llaves puestas y el taxista descansado, se llama Deborah (antes se llamaba Manolo) y seguro que os lleva encantade a la calle Irrelevancia.