El tránsito del cielo. Mi pequeño diario: un americano impasible

Ayer vi de nuevo esa película tan aventuresca como imperecederamente llena de una inquietud de destino,periodística y penetración política.

Cuanto me gustaría ser como él, como el protagonista de «El americano impasible», estar destinado en esa ciudad cinco veces maldita a la que llaman Saigón, tener una amante vietnamita con perfil y atuendos de virgen de porcelana asiática, dulce, amable, tan sonriente en unos momentos, como ensimismada hasta la muerte en otros.

Sí, tener una amante vietnamita, fumar pipas de opio con ella, una mujer heterodoxa, libre de prejuicios de raza, libre de patriarcas, de amos, de capitales, de productivismos….. dedicada únicamente al amor, sin que se asuste ni avergüence de ser mujer, de portar las antorchas de la vida y la caverna de la creación, los ovarios y el útero.

¿Qué nos ha pasado en occidente?, ¿por qué estamos tan enfermos?, ¿cuál es la razón de que hombres y mujeres desfallezcan bajo un manto de infelicidad y de practicismo maniáticos y absurdos?.

Sí, deseo ser como ese periodista impasible, descreido, desencantado y bohemio, ese que deambule por las calles de Saigón, el que crea que el mundo ya no puede ser cambiado, sino que nosotros mismos debemos crear el huevo primordial de nuestra dicha y encontrarnos con nuestra amante vietnamita en cualquiera de las estancias de la Pagoda del Emperador de Jade.

Les confieso una cosa, he dejado de creer en «occidente», en su muerte programada, en sus antivalores, en la vida de mierda que nos ofrece, – los sábados para emborracharnos y desfogarnos a nuestro arbitrio, el resto de días para llevar vidas de mierda, orientadas a la productividad y la competición economicista, lánguida esclavitud sin esperanza-.

Prefiero el destino incierto, a la amante vietnamita, ser un periodista destacado en los confines del mundo, mantener mi fe en la vida, amar y ser amado por una vietnamita de sándalo y porcelana esotérica.

Os dejo, queridos lectores, me voy a la SEMINCI, me está esperando mi amante vietnamita para seguir soñando con ese mundo desconocido para mi, en el que no se existe; se vive, se ama, se muere y, al haber vivido, amado y muerto, te eternizas.Al fin de al cabo, uno escribe para alcanzar alguna forma de eternidad.

1 COMENTARIO

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.