Hay clases y clases de víctimas

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Lidia Falcón, Presidenta del Partido Feminista de España.

Ante el asombro de la Asamblea de la Federación Española de Fútbol, de los medios de comunicación, de los espectadores de televisión y de las feministas, el Presidente Rubiales declaró que NO va a dimitir, como repitió con mucho énfasis en su discurso este viernes 25 de agosto, mientras era aplaudido por una parte de los asistentes. Añadió que era una conspiración de las feministas y que el feminismo era el mayor enemigo de la sociedad. Este personaje impresentable sí pidió disculpas por su referencia a sus genitales, con gesto soez añadido, ¡pero sólo a la reina!, porque las demás mujeres que lo sufrimos no merecemos ninguna disculpa.

La indignación que ha hecho estallar estas declaraciones se materializó, en menos de una hora, en decenas de tuits exaltados de las feministas que no pueden consentir que se mantenga en su puesto a semejante personaje, en el envío de peticiones de dimisión del Presidente de la Liga Española por una página de Goggle que había que firmar inmediatamente, en declaraciones de la ministra Irene Montero, la Delegada de Violencia de Género Victoria Rosell,  el ministro de Cultura, la ministra de Hacienda, y de prácticamente todos los representantes políticos, incluyendo los de la derecha. Se han multiplicado las entrevistas en televisión y radio a feministas, periodistas, políticos, politólogos, futbolistas, responsables de deportes, etc. etc., condenando el machismo del personaje y exigiendo sanciones inmediatas contra él, tanto administrativas como penales. En el mundo del deporte también han comenzado a publicarse la repulsa de los más conocidos astros, incluyendo a los que no están en España como Pau Gasol.

Según la iluminada de Victoria Rosell el Fiscal General del Estado debe iniciar querella contra este personaje por agresión sexual. Que el Fiscal haya respondido que no tiene jurisdicción porque el delito se realizó en Sidney, no ha hecho vacilar un ápice a esta delirante observadora, que arguye que el Convenio de Estambul lo establece.

Al día siguiente, el Presidente del Consejo Superior de Deporte logró que se sancionara a Rubiales con suspensión de 40 días y aseguró que se instruía causa en la Jurisdicción administrativa del deporte, y los responsables políticos aseguran, repetidamente, que se perseguirá el caso hasta el final.

Y no puedo seguir enumerando las reacciones de tantos personajes que ha provocado el desafío del matón de Rubiales porque sería demasiado largo. Todos los periódicos abrían sus ediciones del viernes 25 con el tema, asegurando –pobres inocentes- que en la Asamblea de aquel mismo día el tal Rubiales dimitiría. El sábado abrieron con el anuncio de que no y manifestaron la consternación consiguiente. El mundo entero está pendiente de las machadas del tal Presidente de la Liga española. A mí me han entrevistado para la cadena primera de la televisión de Berlín y me ha llamado otro canal de Colombia.

Desde el feminismo podemos congratularnos de que semejante escándalo internacional vuelva a poner de protagonistas las agresiones sexuales que padecen las mujeres por parte de una serie de psicópatas machistas. Mucho se parece a lo sucedido con las actrices de Hollywood en la campaña del “Me Too”, que sirvió para hacer pública una situación sobradamente conocida de las actrices: haber sido víctimas de tocamientos salaces, besos y abrazos no consentidos, violaciones incluso, y estar siempre chantajeadas por directores, productores, guionistas y otros actores, para resignarse a ser objetos de diversión de todos esos personajes si querían prosperar, o incluso solo mantenerse, en la profesión. Pero no se conoció, ni se conocerá, el verdadero número de las víctimas. Solamente las más famosas, protegidas por su celebridad y su dinero se atrevieron, ¡al fin!, a denunciarlo.    

El beso forzado del machista Rubiales a Jennie Hermoso ha dado la ocasión de volver a visibilizar la situación de indefensión en que se encuentran las mujeres ante la prepotencia de machos agresores, pero sólo cuando han alcanzado algún puesto de prestigio.  

Pero, ¡ay!, que no tengas ese prestigio. Que solo seas trabajadora de la fresa en Huelva, y emigrante para mayor humillación, que cultives arroz en Valencia, que recojas marisco en Galicia, cortes plátanos en Canarias, hagas moverse un telar textil, seas la administrativa de una empresa o la vendedora de un supermercado, y estarás desaparecida para el Presidente del Gobierno, la Ministra de Igualdad, la Ministra de Hacienda, el Ministro de Cultura, la Delegada de Violencia, los medios de comunicación y el Movimiento Feminista.

En España se presentan 150.000 denuncias de maltrato machista cada año y una de violación ¡cada dos horas!

La misma semana en que se producía la agresión de Rubiales a Hermoso, siete mujeres fueron asesinadas en España, y otras tantas violadas, algunas por grupos de varones jóvenes e incluso menores. Este viernes de conmoción por el desafío chulesco de Rubiales, se informaba en la radio de un nuevo asesinato, el de una mujer a manos de su marido en Chipiona (Cádiz). Una referencia breve leída a toda prisa, que no tardó más de treinta segundos en desaparecer, como la conciencia social que no recuerda el asunto y lo asume como los datos de los accidentes de tráfico.

De las 8 mujeres asesinadas en este mes de agosto, tres tenían orden de alejamiento dictada por un juez, lo que supone que se habían denunciado previamente malos tratos y amenazas de muerte, la policía habría intervenido y se había abierto procedimiento judicial. Pero la señora Rosell no ha pedido que dimitan los jueces que conocían el peligro que rondaba a las denunciantes y no ordenaron el ingreso en prisión de los amenazadores ni que se abriera expediente contra ellos y los policías que no vigilaron que se cumplieran las órdenes de alejamiento. Nunca se hace. Los jueces, los fiscales, los oficiales de la Administración de Justicia, los policías, todos los funcionarios obligados a proteger a las mujeres que denuncian, son impunes ante las evidentes negligencias que han permitido la muerte de la víctima.

La Ministra Irene Montero que se muestra ahora tan preocupada e indignada por el beso de Rubiales, fue la redactora e inspiradora de la ley del “sí es sí” que hubo que modificar porque permitía que fueran excarcelados violadores y agresores sexuales al haber rebajado las penas anteriores que constaban en el Código Penal. El ABC de Sevilla del 25 de agosto informa que el depredador sexual detenido en Dos Hermanas por una agresión sexual tiene 58 años y ya lo intentó una docena de veces antes. Violaba o intentaba violar a sus víctimas con acciones cada vez más violentas. Manuel R. C. fue arrestado en 2015 y puesto en libertad el pasado mes de abril al beneficiarse de la Ley del sí es sí.

Tampoco se perseguirá a los médicos que ante los malos tratos de sus pacientes no los denuncian, ni se sancionará a las asistentes y trabajadoras sociales que conozcan el caso y se inhiban de instar un procedimiento penal pidiendo protección para la mujer. La ilustre Victoria Rosell, magistrada, apenas hace algún comentario de cuando en cuando sobre la incidencia de los casos de violencia, porque hacerlo por cada asesinato la obligaría a estar un día sí y otro no en la televisión. Y en según qué momentos de amontonamiento de muertas la ministra Irene Montero convoca lo que llama “gabinete de crisis”, del que no se sabe nunca qué conclusiones ni soluciones se extraen, porque los asesinatos en serie de mujeres se repiten, cada vez con mayor frecuencia.

Y ya sabemos que los medios de comunicación y los tertulianos y politólogos consideran muy aburrido el tema. ¡Es tan repetitivo!

Pero tampoco el Movimiento Feminista se rasga las vestiduras ante cada feminicidio. Ha sido inútil que durante veinte años yo estuviera planteando la necesidad de reformar la muy alabada Ley de Violencia de Género de 28 de diciembre de 2004, que es completamente inoperante para evitar los asesinatos de mujeres y menores. Las condiciones establecidas en el cuerpo legal hace imposible que se atienda con eficacia la protección de las víctimas, pero a pesar de las miles de páginas que he publicado, los millones de palabras que he utilizado en conferencias, mesas redondas, asambleas, mítines, programas de radio y televisión, mesas redondas, vídeos, canal de Youtube del Partido Feminista, las compañeras se muestran impasibles ante las tragedias y desdeñosas con mis propuestas y las de las militantes del Partido Feminista.

Al fin y al cabo, las víctimas de acosos sexuales, malos tratos físicos y psicológicos, amenazas de muerte y asesinatos no son futbolistas ni han ganado ningún torneo mundial ni el agresor es Presidente de la Federación de Fútbol ni el Presidente del Gobierno ha salido a declarar a la televisión pomposamente condenando los hechos ni las ministras de Justicia, Igualdad, Hacienda y Cultura ni la Delegada de Violencia ni Pau Gasol, se han apresurado a mostrar públicamente su repulsa por ellos. Y por tanto, tampoco las feministas se sienten motivadas para inundar las redes sociales de protestas por las mujeres anónimas que son sacrificadas cotidianamente por algún sádico machista, porque no forman parte de este espectáculo nacional e internacional en que se ha convertido el beso de Rubiales.

 Al fin y al cabo, ya se sabe que, como en todo, también en la violencia machista hay diferentes clases de víctimas.

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