Mujeres obsoletas

0

Por Karina Castelao

La última campaña del Ministerio de Igualdad con motivo del 8M, decía, entre otras cosas, que iba «a tocar hablar de las mujeres de 50, 60 y 70 años». Y yo me ilusioné.

¡Ya era hora de que alguien tratara con seriedad los problemas de las mujeres maduras! Y si era desde el propio gobierno, pues la cosa aun era más esperanzadora. Nada más lejos de la realidad. La campaña creada por la Secretaría de Estado de Igualdad y contra la Violencia de Género con el lema «Ahora que ya nos veis, hablemos», tiene entre sus objetivos «fomentar el diálogo y la conversación en torno a la sexualidad, así como la eliminación de tabúes y la apuesta por la educación sexual como forma de alcanzar una sociedad más igualitaria». Sin embargo, sobre las mujeres a los 50, 60 y 70 solo dice que hay que hablar de su placer ilustrándolo con una modelo haciendo contorsiones con los ojos entrecerrados, mientras sujeta un juguete sexual en la mano. Y ya. Hasta ahí lo que el Ministerio de Igualdad y otra errática campaña millonaria tienen que decir sobre las mujeres mayores.

Del contenido de la campaña me voy a abstener de opinar. Solo decir que una campaña sobre sexo que usa en su cartelería promocional dibujos de puños, de pantallas llenas de X y de plugins anales, es cualquier cosa menos “una campaña que pretenda fomentar una educación sexual para una sociedad más igualitaria”, y sí otra campaña más sobre sexualidad desde el más estricto punto de vista falocéntrico, tal y como eran las campañas allá por los ‘70 cuando los albores del feminismo prosex y de la revolución sexual. Lo que viene siendo, dar un giro de 360º para volver donde estábamos hace 50 años. Así que otra decepción más.

A nadie le parece interesante hablar de las mujeres de mediana edad y la referencia a su sexualidad no es más que un relleno entre los problemas importantes, como son los que se les plantean a las chicas con sobrepeso a la hora de ligar, a quienes se han cambiado de nombre en el registro o a las que están con la regla. Porque, según el ministerio de Igualdad, va a tocar hablar de tener sexo con la regla, pero, desde luego, ni mú de hablar de sexo cuando ya no se tiene.

Será que son nativas digitales la mayoría de las personas que aún no han pasado de los 40, y que quien es todavía analógico ya no es nadie. Es algo que en feminismo me molesta especialmente. Para algunas feministas sólo son sujeto de feminismo las mujeres no menopáusicas. Y aquí, sinceramente, no hago distinciones entre feministas liberales y radicales. De ello se adolece desde todos los “feminismos”. Yo creo que tiene que ver en parte con nuestros roles y socialización de género y la imposibilidad de desprendernos de ellos por muy deconstruidas que nos creamos, esos que nos validan en cuanto que somos útiles para el hombre, es decir, con el ser deseables, embarazables, explotables sexual y laboralmente… o quizá con el edadismo universal (ojo con esta palabra que ahora es «edadista» llamar «viejos verdes» a los viejos verdes). Pero parece que nos olvidamos de que las mujeres obsoletas para el patriarcado, las mujeres mayores, las ancianas, las viejas, las menopáusicas, también son agredidas sexualmente, maltratadas por sus parejas, asesinadas, víctimas de violencia ginecológica o directamente ignoradas por la ginecología, verdaderas protagonistas de eso que llamamos feminización de la pobreza, y objeto de todas y cuantas opresiones y discriminaciones se nos pueda ocurrir que sufre una mujer de 30 años por ser de sexo femenino, exceptuando, claro está, las relativas a la menstruación y período de gestación. A todas ellas habría que añadir que, aunque ya no sean servibles para el mercado laboral, siguen siendo abnegadas trabajadoras gratuitas, casi siempre explotadas, en labores domésticas y de cuidados, en una extensión de su rol de madre ahora como cuidadoras de sus nietos y en muchos casos también de sus maridos.

De los 48 millones de habitantes del estado español, el 51% son mujeres, y de ese porcentaje, 26,3% son mujeres de más de 45 años, mientras que 23,7% son mujeres de menor edad. Es decir, actualmente en España hay más mujeres menopáusicas que no menopáusicas. Sin embargo, la menopausia sigue siendo esa gran desconocida, o mejor dicho, ignorada. La menopausia es la época de la vida de una mujer en la cual deja de tener menstruaciones. Suele ocurrir naturalmente con mayor frecuencia después de los 45 años. La menopausia se produce porque los ovarios de la mujer dejan de producir las hormonas estrógeno y progesterona. Una mujer llega a la menopausia cuando no tiene un período menstrual durante un año. Pero los cambios y los síntomas pueden empezar varios años antes y prolongarse bastantes años después. Algunos de estos síntomas suelen incluir cambios en las menstruaciones (más o menos duraderas, profusas, con más o menos tiempo entre períodos), incómodos sofocos, insomnio, ausencia de flujo vaginal, falta de lubricación durante la excitación sexual, cambios de humor, dificultades en la concentración, menos cabello y más vello y cambios internos a nivel óseo y arterial o de distribución de la grasa del cuerpo. Algunos síntomas pueden requerir tratamiento médico pero otros no. Sin embargo lo que si suele aumentar el riesgo de padecer enfermedades del corazón, osteoporosis o cáncer de mama.

De la menopausia nadie habla nunca. Nunca. A pesar de que es un momento que todas estamos destinadas a transitar. Su sola mención, para muchas personas, evoca vejez, miedo, calores inmanejables, gordura, fin de la sexualidad, de la fertilidad, el ocaso de la vida…Es ese momento en la vida de una mujer del que todavía se habla poco y que está cubierto por un aura de negatividad producto de la desinformación y del machismo estructural. La menopausia no es un tema presente en las charlas familiares , ni constante en los medios de comunicación, lo que contrasta, por ejemplo, con la visibilidad lograda en los últimos años por la menstruación, otro tema que antes era tabú. Hoy, la sangre en los anuncios de productos de higiene femenina dejó de ser azul y, por fin, se muestra roja. Hay cientos de páginas y cuentas feministas que hablan de la regla y de sus implicaciones en la vida de las mujeres. Sin embargo, apenas un puñado de páginas o grupos de mujeres menopáusicas que comparten consejos y vivencias. Es normal que una chica de 20 años no esté interesada en la menopausia, la ve tan lejana que la asume como algo ajeno, pero debería sentirla como propia al saber que la menopausia le va a llegar en unos años y que va a tener consecuencias físicas y psicológicas para ella.

Contrario a todas estas creencias, la menopausia no es sinónimo de vejez sino sólo una nueva etapa en la que la mujer se tiene que adaptar a cambios físicos y emocionales. Con el aumento de la esperanza de vida, la menopausia da inicio a un largo resto de la vida de las mujeres. Tal es la desinformación e invisibilidad que ni siquiera la llamamos por su nombre correcto. Hablar de menopausia para referirse al climaterio es como decirle vagina a la vulva, un error común y que se ha perpetuado en el tiempo. Técnicamente, la menopausia no es más que el fin de la menstruación. La menopausia -como la menarca–es un solo día en la vida de las mujeres. De hecho, nos enteramos de que estuvimos menopáusicas 12 meses después de la fecha de esa última menstruación. Es necesario esperar un año para confirmar el “fin de la vida reproductiva”.

Por el contrario, cuando hablamos de climaterio, nos referimos al período de transición en la vida de las mujeres que se prolonga durante años, e incluye el antes, el durante y el después de la menopausia. El climaterio abarca hoy media vida de las mujeres, o incluso más. Y aunque existen múltiples tipos de menopausias que obedecen a factores directamente relacionados con la salud femenina, según datos de la OMS, entre el 60% y 70% llegan a esa etapa sin los conocimientos básicos de su impacto tanto físicos como psicológicos. Es decir, una etapa invisible que no cuenta con estudios suficientes para saber realmente en qué consiste. Por decirlo simple y llanamente, la salud y el bienestar físico y emocional de las mujeres durante casi la mitad de su vida, carece de importancia social.

La menopausia es tabú porque el paso del tiempo en las mujeres las invisibiliza como tales. Incluso desde el feminismo. La sociedad patriarcal estima la validez de una mujer en su gestabilidad y en su «follabilidad». Parece que las mujeres que ya no pueden tener hijos, desaparecen. De la misma forma que las que no son apetecibles sexualmente para los hombres. El poder ser madre da valor a la mujer. Le da «utilidad» social, como también se la da el ser deseable. El edadismo, el de verdad, está permanentemente presente cuando se habla de mujeres. Y las propias instituciones lo fomentan, no solo con la ausencia de políticas públicas y la falta de consideraciones dentro del mercado laboral, sino también con mensajes peyorativos hacia mujeres mayores desde el propio poder cuando se califica de «clásicas o tradicionales» a reputadas pensadoras discrepantes con la ideología imperante, o cuando se usan de objeto de burla en encuentros «feministas» internacionales que se pagan con nuestros impuestos. La nulidad del tratamiento del tema por parte de los medios de comunicación y de las instituciones, la falta de una educación sexual igualitaria que se centre en el deseo femenino, fuera del porno y del falocentrismo, y la misoginia imperante, refuerzan el tabú sobre la menopausia y el paso del tiempo en las mujeres y potencian que esta etapa sea vivida por la sociedad deforma silenciosa e incluso vergonzosa. Pero, malo de la que no pase por ella…

@KarinaCastelao

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.