¡Ahora toca coherencia!

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Antonio Rodrigo Torrijos, sindicalista y político comunista, exportavoz de Izquierda Unida en el Ayuntamiento de Sevilla.

El próximo domingo 20N (curiosa coincidencia) comienza El Mundial de Fútbol en Qatar.

Un mundial que titulan como «el de la vergüenza» y no le faltan razones: 6751 trabajadores han muerto en la construcción de las instalaciones deportivas, comerciales y de infraestructuras desde que comenzaron las obras a contrarreloj desde 2010 (12 por semana), de tal forma que cada partido que se celebre ha costado la vida a 101 trabajadores.

Qatar, un país donde los sindicatos están prohibidos para los trabajadores migrantes, que de los 2.900.000 de habitantes son el 95%, es decir 2.750.000.

Un país que rige sus «relaciones laborales» por la KAFALA qué significa «garantizar» en árabe y es el sistema de patrocinio legal que, en síntesis, es la obligatoriedad de que todo trabajador extranjero tenga un «patrocinador» (empresa o persona) para poder trabajar. Este patrocinador tiene todos los derechos sobre el trabajador… puede retener su pasaporte de tal forma que éste no puede cambiar de trabajo, ni salir del país sin el permiso del patrón, le impone las condiciones laborales e incluso establece jornadas de 18 horas de trabajo.

KAFALA es, pues, el instrumento para un sistema de esclavitud impropio del siglo XXI.

A ello se suma que las mujeres son consideradas seres humanos bajo tutela masculina en su cuerpo legislativo y carecen de autonomía personal y derechos; la homosexualidad está criminalizada (se aplican penas de 7 a 11 años de cárcel a gays y lesbianas); no existe libertad de expresión y la censura es absoluta, los partidos políticos están prohibidos y, en general, los derechos humanos son inexistentes.

A este país es al que la FIFA le ha concedido El Mundial de Fútbol y cuyo régimen ha comprado para blanquear su autocracia.

Una dictadura feudal que está regida por la familia Al Thani desde mediados del siglo XIX y en la que el jeque Tamin Bin Hamad Al Thani gobierna de forma tiránica y cuyo patrimonio ronda los 350.000 millones de dólares, gracias al cual ha comprado no solo El Mundial sino las conciencias de multitud de gobiernos temerosos, entre otras cosas porque Qatar posee la tercera mayor reserva de gas y petróleo del planeta.

Para las y los que amamos el deporte en general y el fútbol en particular no podemos ni debemos separar nuestra afición de una realidad tan lacerante, impropia y alejada de los valores que representa.

¡Por ello y, aunque «pan y circo» manden, que no lo haga con impunidad y menos con nuestro silencio complacencia o complicidad!

De ahí todo el significado del título de esta entrada, ahora toca coherencia.

Aunque nos apasione (es mi caso) el fútbol, aunque nos guste apoyar a la selección, aunque disfrutemos con este bello deporte, debemos boicotear El Mundial de Qatar.

El mínimo sentido de equidad, solidaridad y denuncia de la explotación y ausencia de derechos en el país anfitrión nos interpela a apagar la televisión, a no escuchar ni seguir El Mundial… en definitiva a no ser cómplices de este claro intento de blanqueo de un régimen que ignora al ser humano y lo degrada brutalmente a la categoría de herramienta.

¡No con nuestro silencio, no con nuestra complicidad, BOICOT AL MUNDIAL!

1 COMENTARIO

  1. Hace mucho que el deporte profesional se convirtió, junto con la industria del entretenimiento audiovisual, en el nuevo «opio del pueblo»; y entre ese deporte» en genérico, el fútbol, en concreto, es su máximo exponente. Pretender que el capital no terminara pudriendo algo tan sano y entretenido como el fútbol, el baloncesto, el tenis, etc, y los nobles valores del deporte: esfuerzo, afán de perfección, compañerismo, valorar al otro por lo que es capaz, no por cuánto tiene, etc, y convirtiendo todo eso en vulgar negocio-espectáculo es ingenuo, querido redactor.
    El único deporte que sigue siendo digno de salvación es el deporte de base, el deporte barrial, donde la gente compite con ilusión, camaradería, honor, por afición, por placer, no por dinero. Pero aquí de nuevo pinta mal para el fútbol: pocas muestras de violencia verbal. y hasta no solo verbal, he visto tan agresivas como en los partidos de fútbol de chicos de 12-14 años. No por parte de los muchachos, sino de sus padres. No he presenciado nada parecido en competencias de balonmano ni baloncesto ni aun menos, contra lo que los prejuicios nos puedan empujar a creer, en torneos de artes marciales.

    La mugre del fútbol profesional ha llegado a pudrir también el fútbol barrial. Quizás la coherencia sería «poner en barbecho» el fútbol a todos los niveles por unos buenos 5-10 años, y rezar para que la pérdida de espectadores y practicantes y por tanto de ingresos, haga al capital alejarse y buscar otros mercados como los e-sports y esas tonterías «freakies» que están tan de moda y van tanto en aumento.

    Lo dice otro amante del deporte, no únicamente del fútbol, que preferiría no ver fútbol por 7 años y volver a la «relativa» nobleza que aún había hace 30 años, a seguir viendo cómo sigue y sigue degenerando en una casa de p*tas, «tanto pagas, tanto te entrego el *rto» cada vez más.

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