Movimiento feminista y partidos políticos

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Pilar Aguilar Carrascoanalista y crítica de cine. Presidenta de Feministas al Congreso.

El movimiento feminista ha debatido por activa y por pasiva su relación con los partidos políticos.

Quienes tenemos una cierta edad aún recordamos las tremendas polémicas sobre “la doble militancia” que alimentaron durante los años posteriores a la transición la hostilidad –¡ay! – entre unas y otras feministas.

Sabemos, sin embargo, que muchas feministas son multiactivistas y militan, además, en sindicatos, en partidos y en las más variadas asociaciones y organizaciones: ecologistas vecinales, educativas, culturales, etc. etc.

Pero parece como si solo las militantes de partidos fueran problemáticas… Y no. Rotundamente no. No es menos feminista ni menos “pura” la que está afiliada a un partido (máxime si es un partido feminista) que la que no lo está ¿Quién no conoce a mujeres sin partido, pero con un ego desmesurado, convencidas de que fuera de las acciones que ellas promueven no hay salvación? ¿Quién no tiene in mente actuaciones turbias o poco leales de algunas que solo apoyan una propuesta si ellas o su grupo la protagonizan?  

[Paréntesis: constatar que las feministas no somos seres angelicales no merma la grandeza del feminismo porque esa grandeza se basa en sus objetivos (la igualdad, liberación y justicia para la mitad de la humanidad) y en lo mucho conseguido a base del tesón, la generosidad, la inteligencia de miles de mujeres, incluidas las que tienen algún que otro “agujero negro” en su personalidad].

Entonces, si en todas partes “cuecen habas” y en todas partes hay ególatras, maquinadoras y acaparadoras ¿por qué el rechazo se centra en los partidos? ¿Por qué hay feministas convencidas, de entrada y sin verificación alguna, de que los partidos feministas son más “partidistas” que las organizaciones de otro tipo y sus militantes más manipuladoras?

¿Por qué en ciertas manifestaciones se vetan los símbolos y pancartas de los partidos feministas, pero no los de cualquier otra organización? O ¿por qué se los relega a la última fila, aunque hayan estado trabajando activamente y desde el primer momento por el éxito de esa movilización?

Al no permitir que un partido feminista esté en pie de igualdad con otras formaciones feministas se da por supuesto que ser partido es una tara, una lacra, un mal en sí mismo. Y en la práctica, conduce a ridículas paradojas tales como que se conceda más legitimidad a una asociación vaga y remotamente feminista que a partidos que explícitamente lo son.

Tales incongruencias se justifican diciendo que es por huir del “partidismo”. Pero, como ya dije ¿no es mucho suponer que un partido feminista es siempre más “partidista” que cualquier otra asociación? ¿de verdad pueden asegurar –con datos, no con prejuicios- que todos los partidos son “partidistas”?

Afirmarlo supone creer que no importan los contenidos, sino “el envoltorio”. Supone creer que existen palabras mágicas, algunas buenas y otras maléficas (“partido”, por ejemplo, sería de estas últimas), creencia que no deja de ser, cuanto menos, infantil. Y, siento decirlo, pero esta satanización global y apriorística de los partidos, sin analizar contenidos ni programas, solo por el simple hecho de serlo, era la que predicaba el franquismo. Suena duro, pero así es, tal cual…

Ser “partido” significa tener un determinado tipo de organización. Y punto. Entre un partido reaccionario y un partido feminista, NO HAY NADA EN COMÚN, al igual que no lo hay entre el Frente de Juventudes de Falange y en Frente Abolicionista de la Prostitución. ¿De verdad alguien puede seriamente sostener que todas las asociaciones con el mismo tipo de estructura son equivalentes? ¿Acaso la Red Ecofeminista es semejante a la red de carreteras simplemente porque ambas son redes? ¿un club de lectura es igual que un club de golf? ¿una asociación de vecinos es como una asociación empresarial? ¿O este mantra tan sin fundamento solo se aplica a los partidos?

En definitiva, resulta totalmente irracional y absurdo imputar conductas y modos de proceder predefinidos a todos los partidos, a todos los clubs, a todos los frentes, a todas las redes…

Juzgar sin prejuicios y con fundamento exige fijarse en programas y objetivos.

Y un partido feminista es eso, feminista. No es UNO más, uno como los otros, es un partido feminista. Significa que asume y hace suyos los principios, las demandas, los fines del movimiento feminista (nota, no voy a aclarar aquí qué es ser feminista, quienes me leen ya lo saben, estén o no de acuerdo con mi definición).

Por todo ello, me causa un asombro infinito cuando mujeres inteligentes dicen cosas como “los partidos han de ir al final” o “no admitimos a los partidos”. ¿Nos están diciendo que catalogan a un partido feminista en el mismo bloque que a otros partidos –PSOE, UP, PP e incluso VOX- antes que como parte del movimiento feminista? ¿De verdad se lo creen o solo lo dicen guiadas por intereses partidistas (aunque sean partidismos sin partido)?

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