De la farsa de Podemos o de cómo hace el ridículo la izquierda en Andalucía

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Lidia Falcón, Presidenta del Partido Feminista de España.

Haber observado, atónita, los enredos, tejemanejes, contradicciones y estupideces que se han producido en las formaciones que se autodenominan de izquierda, para presentar la candidatura conjunta de Más País, Izquierda Unida, Podemos, Alianza Verde, Equo Andalucía e Iniciativa del Pueblo Andaluz, en la coalición llamada “Por Andalucía”, me ha provocado el sentimiento de decepción y derrota que debe dominar en buena parte de aquella izquierda –esa sí-, que durante decenas de años entregó su esfuerzo, su salud, su libertad y hasta su vida, por cambiar España.

Y lo hizo con serenidad, responsabilidad, conocimiento de la política y de la historia de su país, cumpliendo estrictamente las líneas ideológicas y estratégicas racionales necesarias para sobrevivir en un país en guerra. En muchas guerras que se libraron después de la Civil de 1936-1939.

Sigo sin comprender como personajes –ya famosos en esta peripecia- mayores de edad, algunos cercanos a la tercera edad, que se han bregado unos años en las lides de la política, incluso en los sillones del gobierno central, diputados varios, universitarios todos, iluminados por las directrices y consejos del líder más sorprendentemente estimado en estos últimos años por la izquierda, pudieron perder la posibilidad de presentarse a las elecciones en Andalucía por llegar tarde con los papeles a la sede de la Junta Electoral.

Resulta incomprensible para mí, el entusiasmo que despertó Podemos cuando surgió como Neptuno del fondo de los mares, enarbolando el tridente, para salvar España del marasmo en que estaba sumida por la inactividad y resignación de los partidos de izquierda. En la primera aparición célebre en la televisión, Pablo Iglesias declaró que ni él ni Podemos eran de izquierda ni de derecha, términos obsoletos que no resolvían los problemas de la gente a la que él venía a salvar del abandono en que la tenían todos: gobierno, partidos políticos, sindicatos, organizaciones civiles.

De aquella definición se pasó a la de “peronista” –ocurrencia que no sé cómo fue comprendida por la gente, porque en España solo quedan unos cuantos que sepan lo que es el peronismo. Después fue socialdemócrata y por fin aliado estrecho de Pedro Sánchez para obtener una Vicepresidencia en su gobierno. Para abandonar el partido cuando empieza a encontrarse en horas bajas, como el capitán que abandona el barco cuando comienza a hundirse.

De los demás participantes en esta farsa, se tiene conocimiento. Alguno incluso es veterano de Izquierda Unida. Todos mayores de edad y se supone que en pleno uso de sus facultades mentales. Veo una foto publicada en El País del 11 de mayo y los representantes de esas formaciones están riéndose a carcajadas en una explosión de alegría, como niños en el juego del patio del colegio, cuando ya la Junta Electoral había desestimado su coalición.

Se dice que los representantes de Podemos y Alianza Verde empezaron a descolgar teléfonos muy tarde y no llegaron a tiempo para que la documentación cumpliera el plazo en la Junta Electoral de Andalucía. Legalmente, no forman parte de la coalición correctamente registrada, formada por cuatro formaciones, y, lo que es más importante, no pueden recibir subvenciones electorales y parlamentarias porque sería un caso de financiación ilegal, según aseguran los juristas consultados. Los candidatos de Podemos sí irán en las listas como independientes, pero no podrán usar su logotipo morado. Y sin embargo se ríen.

Se ha escrito ya sobre la infantilización de esta sociedad. De ello tenemos buena cuenta con los resultados electorales, producto de la campaña ideológica de los poderes económicos, políticos, culturales y religiosos con que han lavado el cerebro a los sufridos españoles. Pero de esta debacle de la formación intelectual y moral de nuestro pueblo, ocasionada por el imperio del fascismo en nuestro país durante medio siglo, creíamos que se había salvado el pequeño sector que con tan gran esfuerzo seguía defendiendo y luchando por extender la cultura de la izquierda, basada en la responsabilidad, la solidaridad, el sacrificio, el conocimiento. Espacio en el que, a pesar de la declaración de Iglesias –secundada por Errejón, Carolina Bescansa, y últimamente también Yolanda Díaz- se sitúan ahora los ilustres candidatos de Por Andalucía, aunque solo sea porque la formación que participa con más años de experiencia y recorrido indiscutible se llama Izquierda Unida.

Tengo que suponer que todos ellos, candidatos y ayudantes y asesores jurídicos, sabían que los plazos legales están para cumplirlos, y que si no se hace no hay recurso posible porque no es una cuestión de ideología ni de interpretación doctrinal ni requiere más prueba que las manillas del reloj.

Y aquí mi desconcierto e incomprensión, que me gustaría que los implicados deshicieran: ¿Qué les pasó a los que tenían que firmar el documento de coalición que no pudieron hacerlo antes de las 12 de la noche del día fijado para el plazo? Dicen que estuvieron negociando dos meses, ¿y no pudieron acordar lo que fuese en el curso de esos 60 días, o al menos en la tarde del último? ¿Y tuvo que ir corriendo un mandado por las calles de Sevilla para entregar las firmas un cuarto de hora después de la medianoche? Y aún han sido capaces de presentar recursos varios no sé para demostrar qué: ¿que los relojes oficiales estaban estropeados o trucados, o que por ser ellos más listos, esforzados y valientes merecían que se hiciera una excepción en la norma común, que todos los demás deben cumplir, o que por llamarse Por Andalucía no debían decepcionar a los andaluces?

No sé si se puede ser más irresponsable, pretencioso e inmaduro, y me queda la duda de cuántos de sus militantes, simpatizantes y electores seguirán tomándolos en serio.

Aparte de esta comedia, que para mí no tiene maldita la gracia- supongo que la derecha sí estará riéndose y ella con buena razón- para la que los protagonistas no han dado explicación válida alguna, la angustia que me queda es pensar que éstos son los que quieren gobernar para salvarnos de la injusticia y la opresión de la derecha. Y que pretenden representarme a mí puesto que se proclaman de izquierda.

Las derechas hoy en Andalucía deben estar de celebración.

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