El líder independentista corso Yvan Colonna falleció finalmente, tras pasar varios días en coma, por la agresión de otro recluso el pasado día 2.
Yvan Colonna cumplía cadena perpetua en una prisión de máxima seguridad francesa, acusado del asesinato en 1998 del prefecto Claude Erignac.
El acercamiento de éste y otros presos a cárceles en Córcega ha sido una reivindicación histórica del movimiento independentista.
El suceso provocó un estallido social en la isla, donde se han vivido días de protestas y disturbios, con la el asalto de importantes instituciones por parte de los manifestantes, como la administración tributaria.
También manifestaciones masivas, lideradas por los estudiantes, que convocaron una huelga general en apoyo a las protestas.
La respuesta inicial del gobierno francés, únicamente policial, con el desembarco de unidades desde el continente, solo consiguió la escalada del conflicto.
Finalmente, el acuerdo para el acercamiento de los presos independentistas corsos, el ofrecimiento de iniciar negociaciones para la autonomía por parte de Macron, y el multitudinario recibimiento anoche del féretro de Yvan Colonna, han supuesto los primeros días de relativa calma en la isla.
Un conflicto político y social larvado, que ha estallado con este suceso, pero que ya se vislumbraba. Así, en septiembre del año pasado, la organización armada FLNC, inactiva desde 2016, amenazó con volver a las armas si no se avanzaba en la autodeterminación del pueblo corso.
Un conflicto en pleno corazón de Europa, lejos del foco mediático, pero que marca una década de conflictividad social y violencia institucional en Francia. Desde los levantamiento en los suburbios de París, la lucha sostenida de los chalecos amarillos, o las huelgas generales y de importantes colectivos como los estibadores.
Un ejemplo de resistencia social a la adopción y consecuencias del modelo neoliberal propio de esta fase de acumulación capitalista.
