Triunfo de Boric reaviva el movimiento progresista en América Latina

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Avanzar hacia una sociedad que «ponga en el centro la sostenibilidad de la vida en una perspectiva feminista de la economía», la «transición ecológica justa», «distribuir el poder de forma igualitaria» y el «trabajo decente» son los retos que Apruebo Dignidad se plantea como ejes transversales en su programa de gobierno y que ahora tendrá ocasión de desarrollar con la victoria en las elecciones presidenciales de Chile.

El candidato de la coalición política progresista, Gabriel Boric, se impuso en la segunda vuelta de las elecciones chilenas con aproximadamente el 56 % de los votos escrutados, lo que significa más de diez puntos de ventaja y un millón de votos sobre el candidato de la extrema derecha, José Antonio Kast, que se quedó en un 44 % del escrutinio.

“Voy a ser el presidente de todos los chilenos y chilenas, de los que votaron por mí, los que no me votaron y los que no fueron a votar”, afirmó el ya presidente electo en un mensaje televisado, tras anunciarse su victoria en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de Chile el pasado domingo.

Con apenas la edad mínima requerida según las leyes del país, 35 años, Boric será el Presidente más joven de la historia de Chile y se encargará de liderar el proyecto más próximo a la izquierda, según se prevé, desde el malogrado mandato de Allende que fue frustrado por el golpe de Pinochet en 1973. Precisamente estos dos aspectos han sido claves en la campaña electoral de la coalición ganadora, la apelación a la juventud chilena, hastiada y reprimida policialmente con brutalidad, encarnada en la figura juvenil del propio Boric, así como la confrontación con el bloque derechista y heredero del pasado dictatorial que le situaba como teórico continuador de la imagen de Allende.

El partido vencedor de las elecciones chilenas ha capitalizado el movimiento social iniciado en el país hace una década y que ha tenido como protagonistas a las movilizaciones, especialmente estudiantiles, contra las privatizaciones, el desempleo y la creciente desigualdad, que fueron perseguidas con crudeza por las fuerzas armadas. Recientemente esas movilizaciones llevaron a la formación de una nueva Constitución, aprobada por gran mayoría pese a la oposición del que ha sido rival en esa segunda vuelta, Kast.

El propio Kast felicitó al vencedor y se ofreció a colaborar de manera constructiva ante la incuestionable derrota. Sebastián Piñera ha recibido hoy en La Moneda al presidente electo y le ha deseado los mayores éxitos, en lo que asegura será un «traspaso de poder fluido y eficaz». Los asuntos de corrupción que rodearon a Piñera en los últimos meses y la evidente relación del candidato Kast con la ultraderecha (un documento revelado por el periodista Mauricio Weibel antes de la segunda vuelta demostraba que su padre combatió en las fuerzas armadas alemanas en la Segunda Guerra Mundial de manera voluntaria), terminaron de hundir las posibilidades conservadoras en la votación definitiva.

Personalidades de la izquierda latinoamericana han saludado con júbilo esta victoria, pues anuncia un resurgimiento de los movimientos progresistas en la zona y plantea lo que se espera sea un freno al neoliberalismo que había situado en Chile un modelo de las políticas liberales. Los índices económicos del país eran de los más elevados de la región pero a la vez mostraban una de las naciones con mayores desigualdades.

Para combatir esas enormes desigualdades, Boric y la coalición Apruebo dignidad presentan un proyecto que se define feminista y ecologista, que pretende poner en marcha medidas como la reforma del sistema de pensiones, la subida del salario mínimo, el aumento de impuestos a las mayores fortunas o la reducción de la jornada laboral a las 40 horas semanales. Para ello parece que contará con el apoyo de la parte socialista de los Partidos de la Concertación, otra coalición de partidos que une a socialistas y demócrata-cristianos, aunque no sin cierta polémica con estos últimos, quienes han anunciado que se situarán en la oposición, presentando así una posibilidad de confrontamiento de los partidos que forman la unión moderada chilena.

No ha sido la única controversia en el devenir electoral de la alianza ahora victoriosa. Uno de los componentes de esa alianza, el Partido Comunista de Chile, saludaba el resultado de Daniel Ortega en Nicaragua en sus recientes comicios. Boric se desmarcó enseguida de este apoyo por parte de sus compañeros de proyecto y declaró que su Gobierno «no apoyaría dictaduras ni autocracias» y que Nicaragua necesitaba «democracia y no elecciones fraudulentas».

En su camino hacia el liderazgo de Apruebo Dignidad y la actual victoria, Boric ha procurado mantener una posición distante no sólo con Nicaragua sino con respecto a otros legítimos gobiernos de otras regiones de Latinoamérica como Venezuela o Cuba. Por otro lado, sí se ha declarado en contra de los golpes blandos como el de Brasil o de la ocupación de Palestina. Por su parte, mandatarios de estos países han reflejado en redes sociales su apoyo al nuevo gobierno chileno. Por ejemplo, el Presidente de la República de Cuba, Díaz-Canel, envió sus felicitaciones a Boric y reafirmó la «voluntad de ampliar las relaciones bilaterales y de cooperación entre ambos pueblos y gobiernos», así como el «deseo de continuar fortaleciendo los lazos históricos de amistad entre nuestros pueblos».

Chile inicia así lo que se desea sea un giro hacia la izquierda en una zona en la que en los últimos años proliferaron los proyectos ultra conservadores como el de Bolsonaro y en el que parecían tener permiso personajes tan reaccionarios como el propio rival de Boric, Kast. Alberto Fernández en Argentina, AMLO en México o Pedro Castillo en el Perú se intuyen como apoyos del nuevo ejecutivo chileno y auguran un futuro esperanzador en futuros vuelcos electorales en Colombia o Brasil. Veremos si ese giro termina de realizarse de manera que encuentre el nexo con los países que forman el ALBA, por el bien de nuestros hermanos en la América Latina.

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