El Feminismo vencerá

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Soledad Granero Toledano

Hasta ahora, han sido cientos de feministas las que han entrado en el debate de la mal llamada ley trans, fundamentalmente a través de redes sociales. Con unos pocos caracteres se ha pretendido presentar, con mayor o menor tino, los problemas que la autodeterminación de género va a suponer para las mujeres.

Parte de ese feminismo de redes, se ha abstraído conscientemente del hecho de que esa ley no podría ser aprobada sin la anuencia de todo el Gobierno, como así ha ocurrido.

Ahora que el Consejo de ministras y ministros ha aprobado el informe de lo que llaman Anteproyecto de Ley para la igualdad real y efectiva de las personas trans y para garantía de los derechos de las personas LGTBI, constatamos una realidad incontestable y es que los temas de mujeres son asuntos menores para este Gobierno. Son otros los temas de verdadera envergadura para este Ejecutivo, son otras las cuestiones que se paralizan por falta de consenso.

En este momento vemos nuevamente a un PSOE que vende humo sin fuego, que vende izquierda sin contenido y que ha vendido al feminismo, porque el suyo es meramente de salón.

Vemos a una IZQUIERDA UNIDA diluida, desaparecida, convertida en una organización sin consistencia ideológica, que ha perdido la calle y sus principios feministas.

Vemos a un PODEMOS, que cree que el feminismo empezó y terminará con «ellos» (no cabe mayor ofensa al movimiento feminista) empeñado en la autodeterminación de género después de decirnos como pretexto y con las mayores de las hipocresías, que la abolición de la prostitución no puede legislarse porque no es un tema de consenso dentro del feminismo, como si la autodeterminación de género lo fuera.

Y, por otro lado, muchos de quienes defienden la mal llamada ley trans han mostrado, en todo este tiempo, la cara agresiva y beligerante del patriarcado.

El tema polémico y fundamental para el feminismo y que el Anteproyecto recoge, es la libre determinación de la identidad de género de las que llama “personas trans” que ahora se plantea mediante una doble comparecencia ante la persona encargada del Registro Civil, sin medios de prueba ni testigos y en cuatro meses.

Las leyes no permiten, por ejemplo, eliminar el apellido paterno, aunque corresponda a un maltratador, sólo se permite modificar el orden de los apellidos. Es decir, una cosa es la despatologización y otra es que, por la simple voluntad de la persona en modificar registralmente su sexo, sea exigible solamente su palabra ante la Administración.

El sentimiento es una disposición emocional personal más o menos momentánea que nada tiene que ver con la política. La política de izquierdas no se fundamenta en “sentimientos”, ni colectivos ni individuales, sino en conseguir a toda costa la igualdad de los seres humanos a base de implementar de todas las formas y en todas las vertientes sociales los derechos fundamentales.

El principio de igualdad conlleva el respeto a las diferencias. El trato igualitario respetando las diferencias, no comporta ni supremacía ni ventajas de unas personas sobre otras y mucho menos el menoscabo de derechos. Los derechos se obtienen en oposición a los privilegios y a la dominación de unos grupos sobre otros, de unos individuos sobre otros, por eso es tan importante en política el equilibrio entre el principio de igualdad y la implantación de los derechos humanos y civiles.

Así las cosas, rechazamos frontalmente la autoderminación de género, no porque nadie quiera autodeterminarse como le dé la gana, faltaría más, sino porque, tal y como está concebida en la futura ley, a través de ella se les concede a «los autodeterminados» la posibilidad real de que, junto con los privilegios masculinos que ya poseen, éstos puedan optar también de manera real, a arrebatar a las mujeres los mermados y escasos espacios de visibilidad que poseemos y que tanto trabajo ha costado conseguir.

Y hablo de autodeterminados, porque de ninguna de las maneras las autodeterminadas como hombres serán llamadas para gobernar el mundo, serán los autodeterminados como mujeres los que puedan optar, por ejemplo, a las listas paritarias como hombres o como mujeres, según les venga en gana. No serán a las autodeterminadas a las que les interese competir deportivamente junto a los hombres, serán los autodeterminados los que nos arrebaten las medallas.

El feminismo ha luchado contra viento y marea por la coeducación, entendiéndola como un factor fundamental para modificar y erradicar las estructuras patriarcales enclavadas en la sociedad. Hemos introducido en las escuelas la idea de persona para que niñas y niños se perciban y se sientan como iguales. Después de años y años de lucha coeducativa, ahora resulta que si un niño o una niña no responden a los estereotipos hay que considerarlos trans porque han nacido en cuerpos equivocados.

Los seres humanos no nacemos en cuerpos equivocados, nacemos en una sociedad capitalista y patriarcal que nos conmina a responder de manera estereotipada, también corporalmente, para poder controlarnos. Por eso, lo que se propone no es transgresor, sino todo lo contrario, es fortalecer, apuntalar y ampliar los privilegios patriarcales congratulados con los intereses capitalistas a sabiendas que ésta es la forma de perpetuarse.

La autodeterminación de género, tal y como se pretende concebir, no es ni más ni menos que el intento de sustituir el sexo biológico por un sentimiento al que llaman identidad y unos estereotipos que pretenden reforzar. Algunas de las consecuencias para las conquistas de las mujeres y para la infancia ya las estamos prediciendo, pero otras se nos vendrán encima de manera insoslayable.

Las feministas tenemos que mantener los principios y la fuerza intacta hasta sus últimas consecuencias. Bajar la guardia o dejarse arrastrar por intereses ajenos al feminismo, como las directrices partidistas, es tanto como renunciar a nuestra lucha.

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