Pilar Aguilar Carrasco
El derecho de las personas transexuales a la dignidad y al respeto no se cuestiona, por supuesto, pero ¿no debemos hacernos algunas preguntas en torno a la ley trans?
Sobre igualdad, por ejemplo:
- Cada cual tiene derecho a desear lo que considere ¿tiene derecho a que sus deseos se conviertan en leyes?
- ¿El trans debe ser el único colectivo que pueda autodefinir libremente sus datos de identidad?
- Sabemos que, para tener acceso a medidas de protección social, a todos los colectivos se les requieren certificados, diagnósticos profesionales y dictámenes oficiales ¿aprobamos que a las personas trans les baste con la autodecaración?
- ¿Para las personas que se declaran trans se han de reservar puestos de trabajo en mayor proporción que para otros colectivos, mucho más numerosos y que padecen tanta o mayor zozobra? (ya se han dado varios casos).
Preguntas sobre nuestra responsabilidad hacia niños y adolescentes:
- ¿Pensamos que los deseos de una persona de, por ejemplo, 9, 11, 13, 16 años son inalterables, definitivos y válidos para el resto de su vida y que, en consecuencia, se les debe hormonar e incluso operar si lo pide?
- ¿No debemos estimar que esos malestares y angustias juveniles responden, a menudo, a un rechazo profundo de los roles socialmente impuestos y que, por lo tanto, la solución no es cambiar de rol sino aplicar la teoría feminista y luchar contra los corsés genéricos?
- Un o una menor ha de solicitar permiso para viajar, por ejemplo, pero, sin embargo ¿aceptamos que pueda emprender acciones dañinas e irreversibles hacia su propio cuerpo al margen de la opinión de las personas que lo tutelan?
- Nos preocupa el deseo de un joven por ser alto o una joven por agrandar sus mamas si les angustia e impide ser felices, pero, en las mismas circunstancias ¿el deseo de cambio de sexo ha de parecernos banal y, por lo tanto, no merecedor de consulta con especialistas? (no asalariados de clínicas de reasignación, claro).
- Un adulto responsable (padre, madre, educador…) que, ante las zozobras y dudas de un o una menor, requiera la intervención de profesionales psicológicos y médicos ¿ha de perder la patria potestad o, si es docente, ha de ser multado y sancionado?
Preguntas desde el feminismo:
- Si los deseos de un colectivo entran en colisión con los deseos o derechos de las mujeres ¿han de primar los deseos del colectivo? Ejemplos: competiciones deportivas, presencia en espacios reservados para mujeres, etc.
- ¿Las mujeres hemos de ser denominadas “personas menstruantes”, “personas con vagina”, etc. a fin de no herir los sentimientos de quienes se consideran mujeres, pero son genéticamente hombres? Si una persona genéticamente mujer, pero legalmente hombre queda embarazada ¿ha de modificarse la ley de modo que ya no sean las mujeres las que gestan, ni sea la madre quien pare, ni la leche sea materna?
- Y más generalmente ¿hemos de aceptar ser definidas como cis para que nadie se considere menospreciado? Entonces, por ejemplo, a fin de no herir los sentimientos de quienes padecen alguna discapacidad ¿cómo han de denominarse quienes no la padecen?
- ¿Hemos de negar que los humanos somos seres sexuados? Y, puesto que también nacen personas con un solo riñón ¿ya no podremos afirmar que los humanos tenemos dos?
- Después de llevar años y años luchando contra las barreras de género porque oprimen a las mujeres, cercenan sus posibilidades y someten su vida a la de otros ¿hemos de aceptar que en los centros escolares se imparta doctrina espantosamente sexista, financiada, además, con dinero público y sin que podamos denunciarla? (véase los cursos de Chrysallis).
- Invalidando el análisis feminista sobre la imposición de género en base al sexo y suplantándola por una supuesta opción sentida y deseada, se disuelve la categoría mujer. Nos convertimos en un conjunto heterogéneo y abigarrado de identidades elegidas, particulares y personalistas. Pero ¿cómo articular políticas reivindicativas sobre sentimientos individuales, subjetivos y electivos? Es más: ¿existe una “opresión” si es querida?
Me gustaría que las personas sensatas, honestas e inteligentes se plantearan estas preguntas. Me gustaría conocer sus argumentos, más allá del mantra: “están supermaginados”. Porque, puede considerarse marginado un grupo
- Cuyos representantes ocupan escenarios y platós (premios Feroz, por ejemplo).
- Impone su neolengua y su censura ante cualquier conato de crítica o cuestionamiento.
- Tiene a su favor a prácticamente todos los medios de difusión de masas que, sin embargo, no se conmueven especialmente ante los padecimientos de otros grupos humanos: cuidadoras, discapacitadas, madres sin apoyo de ningún tipo, trabajadoras no declaradas, violadas (en España, una cada 8 horas), maltratadas (40.491 denuncias solo en el tercer trimestre de 2020), emigrantes, etc. etc.
- Imparte por toda la geografía cursos, reparte folletos –financiados con dinero público- y cuenta con protocolos educativos favorables en la mayoría de las autonomías.
- Goza de una legislación ad hoc en países donde, sin embargo, la misoginia, la desigualdad y el maltrato siguen imperando: Argentina (un feminicidio cada 29 horas), México (con un espantoso índice de violencia hacia las mujeres), Malta (no permite aún la interrupción voluntaria del embarazo), Irán (sin comentarios)…
- Los personajes transexuales abundan -cada vez más- en el relato socialmente compartido y concretamente en series y películas (presencia que se niega, sin embargo, a las lesbianas).
Resumen: ya quisieran otros colectivos gozar de una “marginación” comparable…
Para acabar, sigo sin entender en qué concretamente la ley trans favorece a los transexuales y no al negocio de clínicas, farmacéuticas y laboratorios ligados a la transexualidad y al transactivismo que viven un boom económico expansivo sin parangón en la historia.